╚»☆*:. o➷𝔽𝕚𝕣𝕤𝕥➹o .:*☆«╝
Había una vez un vampiro en la ciudad, era pequeño y solitario, vagaba día con día en busca de alimento y un techo para dormir, pero el lugar era frío, y no hablo precisamente del clima. La gente le repelía, miedo le tenía, y el pequeño ser, antes que vampiro, era un niño, mas nadie lo veía.
"Monstruo"
"Aberración"
"Chupa sangre"
Las palabras le dolían mas de lo que debería, pero era, como fue dicho, solo un niño, uno que tenía que soportar todos los días maltrato.
Él con su rostro cubierto en lágrimas siempre huía despavorido de todos y todo, no había lugar donde ir, donde existir, mas que aquel obscuro callejón que volvió su hogar y es donde ahora lloraba acurrucado detrás de unas cajas en un rincón.
Pasaba la mayor parte del tiempo en aquel lugar, exceptuando los días en que ya no encontraba comida en el contenedor de basura y, como su estómago ya no soportaba mas el vacío, tenía que ir a recorrer la ciudad para buscar alimento. Odiaba hacer eso puesto que era en esas ocasiones donde siempre lo golpeaban y terminaba volviendo tanto con hambre como lleno de heridas. A veces, también, salía durante los días mas soleados para meterse en alguna fuente de agua o en el lago de algún parque (siempre elegía el lugar que estuviera más vacío), porque odiaba tener la sangre seca en sus heridas.
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El callejón que siempre se hallaba vacío hoy se lleno de ruido de pasos y risas masculinas escandalosas, el menor curioso de ello decidió mirar a través de las cajas que lo cubrían, contrario a lo que creyó que vería, ante sus ojos se presenciaba una pelea, la cual parecía mas una paliza hacía una persona, los hombres que reían jalaban del cabello a un único chico, le pateaban y hasta escupían entre risas, mientras el contrario solo se quejaba o gemía por lo bajo.
El pálido vampiro entre mas veía como le golpeaban, mas recuerdos invadían su cabecita, con miedo de ser el siguiente y de volver a vivir la misma situación de hace unos días, ahogó su respiración, cerró sus ojitos y se pegó mas al sucio rincón.
No podía evitar encogerse al escuchar risas y las palabras duras que le decían al chico, quería ayudar, de verdad que quería levantarse y detener al par de matones, como siempre quiso que alguien lo hiciera con él, pero no sabía como, no tenía ni la fuerza ni el valor para hacer algo así, el miedo lo paralizaba y eso lo hizo romper en un llanto silencioso.
Pasó así los siguientes minutos, que para él parecieron horas, hasta que poco a poco las risas se alejaron junto con los insultos y el lugar quedo en silencio.
Se removió intentando de no hacer ruido y quitó sus manitos de sus ojos hinchados por las lágrimas, limpiando sus mejillas rellenas decide mirar el lugar, viendo solo el delgado cuerpo en el piso que parecía ya no respirar. Tiembla ante ese pensamiento y tomando valor comienza a gatear poco a poco para acercarse a aquella persona.
¿Qué haría si esta ya no estaba viva?
El solo pensamiento de eso lo aterraba. Sabía que lo culparían.
Al estar a solo una pequeña distancia del magullado cuerpo, se queda estático al sentir un fuerte olor dulce que embarga su nariz y hace alterar sus sentidos, embriagándolo y sedándolo... atrayéndolo, sabe que es aquello que nunca a bebido, sangre.
Su estómago rugió en el hambre acumulado de hace días y sus colmillos picaron con ansias de morder para beber... desgarrar... comer.
Traga espeso, y se acerca otro poco.