Newén era él. Ahora lo sabía. Al fin lo sentía. Una vez me dijo que jamás me abandonaría y después de haber creído todo lo contario, ahora sabía que no lo había hecho. Que había cumplido su promesa y estaba allí. Nuestros ojos se encontraron, nos miramos fijamente. Ese niño que me sujetaba la mano, que había corrido hacía mí para que no me cayera, era el mismo hombre que dio la vida por mí, para que yo, la Bruja Blanca del VallSilencis, convirtiera a su diosa, la diosa Esyre, en la diosa que era, liberándola del hechizo que la encadenó a la oscuridad del firmamento, ocultándola del mundo, escondiéndola en medio de las estrellas. Ella, que había sido la representación de la luz, ahora se había convertido en la representación de la luna.
Newén era Runar. Grown le había devuelto a la vida otorgándole un nuevo cuerpo. El cuerpo de nuestro querido Newén que no había superado la enfermedad que se lo llevó a temprana edad. Los dos hombres más importantes de mi vida ahora eran uno solo.
-¿Preparada? -La voz de Runar retumbó en mi cabeza.
Entre susurros respondí, mientras el fantasma de Runar salía del cuerpo de Newén, que quedó tumbado en el suelo como si se hubiera desmayado. Runar se puso enfrente de mi.
-¿Para qué? -Dije con voz ahogada.
- Para ir hasta la luna.
Respiré hondo bajo la atenta mirada de Grown y el fantasma de Runar.
-Grown, llegó el momento. Empieza los preparativos. Esta noche, Esyre recibirá a una invitada.
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Las alas de una diosa
FantasyLos recuerdos de Alessia Kühn son arrebatados. Se despierta en un bosque, más bien una selva, muy lejos de lo que ella recuerda como hogar. Solo dos nombres son la clave para que los fragmentos de su memoria vuelvan a reconstruirse: Esyre y Newén.