12. Say something

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Las pequeñas gotas de lluvia seguían cayendo sin cesar. No era una lluvia intensa, pero sí continúa, e incluso de noche persistía.

Horacio repasaba su imagen por décima vez en el espejo.
Estaba nervioso, pero tenía motivos para ello. Se había vuelto a encontrar con Volkov hacía tan solo unas horas. Después de reencontrarse, no pudieron decirse mucho más, pues enseguida los acompañantes de cada uno fueron en su búsqueda.

Al parecer, cuando ambos dejaron la mesa, la reunión no había ido de la mejor manera. Horacio no entendió del todo qué ocurrió, pero los dos estaban furiosos, y sin duda sin ganas de pasar más tiempo allí.

En aquel momento, aunque ninguno de los dos quería, decidieron separarse. Volkov pasó su número a Horacio lo más rápido que pudo, y ambos, con cierto dolor, se despidieron, acordando hablar pronto.

No era lo que querían, sin duda, pero debían recordar la posición en la que estaban. Seguían siendo dos personas que huían y se escondían con otras identidades. Michael Hope y Boris Sokolov no se conocían y no tenían motivos para no volver a casa con quienes habían llegado.

En el momento en que ambos llegaron a sus hogares, Horacio envió un mensaje a Volkov. Acordadon verse al día siguiente por la noche, pues Volkov terminaba su turno hacia esa hora.

El moreno se sentía de los nervios. Era una sensación demasiado extraña, volver a ver a Volkov, al auténtico Viktor Volkov, tras tanto tiempo sin saber de él, y con la certeza que nunca lo haría. Pero allí estaba, preparándose para ir a verle.

Charlotte ya estaba dormida para cuando Horacio se marchó. Como favor, le pidió a Loki que le acercara al apartamento, ya vería cómo lo haría para volver, pero lo importante era poder verle.

No sabía cómo sentirse, o qué diría, pues había tantas cosas que quería decirle, y tantas preguntas que quería hacerle. Su cabeza era una avalancha de pensamientos, uno tras otro sin dejarle descanso.

Y siguió así hasta llegar a la puerta del apartamento que le indicó el ruso, en cuanto este abrió la puerta para recibirle, su mente se volvió en blanco ¿Era real aquello que vivía? ¿O era un escenario demasiado vívido que su cabeza había creado?

-Priviet.- Saludó Volkov.

La voz del ruso le trajo de vuelta, fuera de su espacio de pensamientos.

-Buenas...

El día anterior, a causa de la emoción del momento no pudo evitar lanzarse a los brazos de Volkov, pero en ese momento, no sabía si era lo mejor. No podía hacer como si no hubiera pasado nada, como si no se hubiera marchado de un día para otro dejando tan solo unos mensajes.

Entró al apartamento cuando el ruso se hizo a un lado, y observó brevemente el lugar. No era mucho más grande que el suyo, con una distribución bastante parecida.

-¿Quieres algo de beber?- Ofreció Volkov, rompiendo el tenso silencio.

-Supongo que tendrás vodka y poco más.

-Pues...supones bien.- Rio suavemente, y Horacio sintió que poco a poco la tensión desaparecía.- Ve a sentarte, ahora preparo los vasos.

Horacio se sentó en el pequeño sofá de color oscuro, a su izquierda se encontraba una ventana, desde la que podía ver las gotas de lluvia descender  por el cristal, uniéndose y rompiéndose en el momento que nacían y morían.

Sintió entonces un peso en el otro lado del sofá, y sus ojos se encontraron con los de Volkov, quien le ofreció un vaso con algo de vodka, mucho menos que el otro. Supuso que había tenido en cuenta su poca tolerancia al alcohol, y lo agradeció, pues aquella noche necesitaba muchas respuestas, y no podía perder la oportunidad.  

When you're gone - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora