Otra historia cualquiera

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Capítulo 1:Lo primero es lo primero

Bien, pues aquí estamos, cara, a cara, la pluma frente al crítico, el autor frente al lector, el curioso frente al sabio. Bueno, lo primero sera presentarse, yo soy... bueno eso dejemoslo para otro momento, siempre me ha gustado que al lector le carcoma la cabeza un suspense que golpee su apretujado cerebro dentro de ese minúsculo cráneo, la verdad es que es esto lo que pienso, parece que año tras año la mentalidad del ser humano se va cerrando, dando una única solución a cada problema, al igual que la vida, ese bucle circundante de estorbos con el que tienes que lidiar hasta que te metan en una caja llena de gusanos o en abono para plantas, pero yo decidí, bueno en realidad me obligaron a truncar ese infernal bucle, a voltear mi vida poniéndome hacia abajo, bienvenido a la mejor elección de tu vida, el putrefacto y ediondo libro al que nadie mira al que todos detestan, ese gran tocho con palabras ininteligibles en manos de un cualquiera, el libro incomprendido, el extraño y extravagante libro que nadie lee pero que siempre permanece ahí, y no se si sera por una maldición o una bendición pero parece que todas las buenas historias tienen que empezar de noche, con una estruendosa tormenta, ojala se pudiera poner musica a los libros...

Capítulo 2: La oscura y tormentosa noche

Pluma en mano, tinta lista, el papel suficiente como dibujar una ciudad y cada uno de sus edificios a escala real, el tintineo de un desgastado y oxidado reloj , pero lo más importante soledad, así es, soledad, la que por desgracia siempre me ha acompañado y me acompañara el día de mañana como mi misma sombra... Es gratificante saber que naciste un viernes trece, no penséis que porque escriba con pluma estamos en el siglo anterior, solo es porque me parece más llamativo y da el toque tenebroso y envolvente que me caracteriza, para dar mi pincelada personal, para describir las cosas de otra manera, desde otro punto de perspectiva. Es curioso lo que uno recuerda de pequeño, del día que nací recuerdo únicamente pequeños matices, aromas muy poco nítidos, trozos claroscuros de imágenes, siluetas, formas..., ruidos, también recuerdo ruidos, pero no me refiero a la lluvia rebotando contra el suelo, ni el movimiento de los árboles, nisiquiera, a los atronadores truenos, no, recuerdo el olor a metal, casi podía sentirlo en la lengua, ese sabor metálico que notas cuando te chupas la sangre de la herida de un dedo, o cuando involuntariamente lames un objeto cualquiera, ahí esta, ese sabor, esa sapidez que nada más degustarlo, quieres deshacerte de esa horrenda sensación, pero al mismo tiempo algo dentro de ti dice que no, que sigas, que prolonges esa sensación, que le nutras, como si de un animal se tratase, y tal vez sea eso, el animal que llevas dentro, como si tuviera un insaciable, un famélico y ávido apetito, acaso no es así como se comporta un animal, acaso no somos nosotros aun con nuestra "abierta" mentalidad, con nuestras "dotes" comunicativas, con nuestra gran inteligencia, únicamente otra criatura más, que es acaso lo que nos hace especiales, nuestros logros, nuestra supervivencia, nuestras ciudades, ¡Y que, que podamos hacer fuego, y que por haber creado la electricidad, y que por poder movernos más rápidamente que cualquier otro ser vivo el la Tierra gracias ya sea a un coche, un tren o un avión!, cuando nuestra existencia se simplifica una cosa, que somos animales, nacemos, crecemos y morimos, nos alimentamos, nos relacionamos con el entorno, y procremos a más animales, al igual que en la naturaleza los fuertes dominan a los débiles, los poderosos a los ilusos, y siempre hay alguien que intenta engañarse, ensoñandose una vida idílica y placentera, pero siempre hay gente como yo que intenta mantener un orden, un orden estúpido mantenerlo cuando es imposible hacerlo, resumiéndose el todo en el egocentrismo propio, en intuición, una intuición que nos viene de nacimiento, una intuición animal.
También recuerdo una turbia y borrosa figura a través de la entre abierta ventana de sala del hospital, recuerdo los destelleantes relámpagos y por cada uno que aparecía le veía a él, esa encorvada figura con pelo esa criatura no del todo humana, pero lo que recuerdo de él son sus ojos, sus tristes y melancólicos ojos morados que se veían con cada uno de los relámpagos, era una presencia oscura, de orígenes malignos, pero que no parecía querer hacer daño alguno, únicamente era un incomprendido, una sombra de sus raíces, de él recuerdo también su incesante jadeo, ese gélido y glacial jadeo que nunca se ira de mi memoria. No se si sera importante pero también recuerdo un vano olor a perro mojado

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2015 ⏰

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