Ropa de mamá

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Era una noche nevada. Akutagawa se había quedado en casa de Chūya por temor a estar solo en la noche nevada. Su miedo por la nieve era el mismo miedo que tenía por el agua, una fobia que no podía superar con facilidad.

Aquí hay galletas, Ryū, Satoshi. Galletas con café, y para tí, Satoshi, un poco de chocolate caliente.

Dijo Chūya, dejando el plato con galletas en medio de la mesa de piso, junto con las tazas de café y chocolate.

— Mamá, yo también quiero café. Quiero probarlo—. El niño castaño había acercado a él la taza de Akutagawa, cosa que Chūya le arrebató de inmediato.

— No, Satoshi. Tienes cinco años, no te permitiré beber café a tu edad. Eres un niño.

El niño, muy parecido a Dazai, se levantó del suelo, no sin antes empujar el plato con galletas y el café de Akutagawa, para alejarse molesto.

En ese momento, Chūya despertó y se dió cuenta de que era una pesadilla. Una pesadilla en todos los aspectos.

En primer lugar, no quería que su hijo se pareciera a Dazai y mucho menos tuviera comportamientos como él. En segundo, tenía la esperanza de que Akutagawa y el niño se llevarían bien más adelante, siendo tío y sobrino. En tercer lugar, él no criaría a un niño tan maleducado.

Se levantó de su cama y fue a ver su ecografía del mes pasado. Tres meses, casi cuatro, el tiempo no se detenía, tarde o temprano tendrá a su pequeño retoño en sus brazos y deberá guiarlo por el buen camino. Tenía miedo, pero estaba dispuesto a enfrentarlo sin Dazai; después de todo, él también es un hombre y podía ser padre y madre para su hijo.

Notó que su pijama de botones ya no le cerraba bien, a excepción de los dos primeros botones de arriba hacia abajo.

— Ozuru, tú no serás como ese tal Satoshi que soñé ¿Verdad? Te parecerás a mí, serás como yo, vas a querer mucho al tío Akutagawa y a ser un niño obediente. Por favor, no me decepciones.

Acariciaba con cariño y ternura su vientre, aceptando su situación. Después de pensar en el aborto el día de la noticia, Chūya aceptó lo que venía y le daría mucho amor a ese pequeño ser. No le importaba mucho que fuera de Dazai, también era su hijo y con eso bastaba para amarlo.

Se dirigió a la sala de su casa, encendió la televisión, y buscó videos de canciones de Michael Jackson, era fanático de él.

— ¿Puedes escucharlo, Ozuru? A mis cuarenta, cuando tú tengas veinte, sabremos las coreografías del Rey del Pop y seremos los mejores bailarines.

Soltó una risita traviesa, cuando algo nuevo vino a su mente.

— Pero... ¿Y si eres niña? ¿Qué nombre te pondría?

Un mes después...

Una tarde después de clases, Chūya llegó a una tienda de maternidad, asegurándose de no mirar a ningún conocido cerca. Su barriga era más notoria. Incluso le habían hecho preguntas relacionadas a ello, creyendo que el perfecto Chūya Nakahara estaba cayendo en obesidad, algo poco común en su país.

Chūya fue al área de ropa de para hombres embarazados, donde encontró unos pantalones que parecían ser bastante cómodos, así como también unas camisetas y gabardinas que podrían cubrirlo bien, y no parecían tanto de embarazo.

— Esto es perfecto. Ya verás, mi vida, que mami seguirá vistiendo a la moda y pocos notarán tu existencia mientras yo así lo quiera.

De nuevo, estaba hablando "solo" a su barriga de cinco meses. No podía ocultarla mucho, su bebé ya era del tamaño de una banana y era difícil cubrirlo en su totalidad.

Echaba en la carretilla más ropa de su agrado que le sería muy útil unos meses más tarde. Entre los estantes, se encontró un hermoso sombrero que llamó mucho su atención. Rápidamente se acercó para verlo más de cerca.

— Esto es... Es tan perfecto. Lo quiero. Ozuru, ¿te gusta ese sombrero?—. En respuesta, sintió unas ligeras pataditas que lo sorprendieron. Eran las primeras.

— ¿Eh? ¿Q-Qué fue eso? ¿Estás enfermo? ¿Sucede algo ahí adentro, bebé?

Se asustó. Miró a una mujer embarazada y fue hacia ella, dejando su vergüenza, para preguntarle sus dudas.

— S-Señora, disculpe... ¿Es normal que los bebés en el vientre se muevan?—. Su tono de voz tímido y avergonzado causó ternura en la mujer.

— Es normal. ¿Cuántos meses tienes?

— ¿S-Se me nota?—. Sus mejillas estaban rojas, su corazón se aceleró de la pena del momento.

La mujer reía, pero no a manera de burla, sino por  el sustito del pelirrojo.

— Claro. Se nota mucho. Pero no te preocupes, si nadie te lo ha dicho es porque no quieren incomodarte y respetan tu vida privada.

Respondió sonriendo.

— Bien, tengo cinco meses.

— Verás, el bebé ya empieza a estirarse ahí adentro e incluso te dará algunas patadas. Eso no significa que está mal o enfermo. Dime, ¿ya conoces el sexo del bebé?

— Sí, me dijeron que es un varón.

— Genial, mi bebé es una niña. Quizás algún día el destino nos haga encontrarnos de otra manera.

Chūya no entendió, estaba algo desconcentrado, y además, su espalda dolía de cansancio. Todo era nuevo para él, que la mínima situación lo asustaba.

Sofocado, llegó a casa después de hacer sus compras. Akutagawa había ido a visitar a Atsushi, por lo que no se encontraba con él.

Chūya entró a su dormitorio y se dejó caer de espaldas sobre la cama, siendo cuidadoso. Suspiró.

— El dolor de espalda ya me está matando, qué me espera en los próximos cuatro meses.

En ese momento, alguien tocó la puerta principal. Tuvo que incomodarse para ir a abrir, si hubiera sabido de quién se trataba, jamás se levantaría de la cama para abrir. Era caso perdido.

— Dazai, ¿qué haces aquí?

El castaño dejaba varias bolsas sobre la mesa, con cosas para Chūya. Pero traía algo más...

— ¿Y esas maletas?

Dazai sonrió.

— Vine a vivir contigo, Chūya. Nuestro bebé ya está próximo a nacer. Debemos estar juntos.

Sacaba las cosas que había comprado para el niño. Quería mostrárselas a Chūya.

— Eso ni tú te lo crees. Dijiste que era mi problema, así que es mi problema. Te largas de aquí ahora mismo y no vuelvas a acercarte a mí con el pretexto del bebé. Ese niño es solo mío.

Hubo un silencio de segundos.

— No estoy jugando, Chūya. Lo pensé mejor y admito que es asunto de los dos. Unidos, podemos enfrentar lo que...

— No. Yo solo puedo enfrentarlo todo. No te preocupes por nosotros, sigue tu vida feliz y libre, quizás encuentres a esa hermosa mujer que tanto deseas.

— ¿Estás celoso, Chūya?

— No tengo razón para estarlo.

Se llevó una mano a su vientre, sintiendo esas patadas otra vez.

— Incomodaste a mi Ozuru, así que vete de una vez.

— ¿Ozuru? ¿Ese es el nombre que le pondrás? Ozuru Dazai suena bien.

— Que te importa. Será Ozuru Nakahara, no Dazai.

Padre Primerizo [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora