El fresco pasto bajo los pies descalzos, el viento soplando en la cara y jugando con nuestro cabello alejándolo de mis hombros, una sonrisa que se pinta automáticamente en mi cara sin que yo pueda evitarlo ni darme cuenta, solo esperando poder congelar aquel cálido día para que jamás termine.
Después Luna daba vueltas sobre sus pies y bailaba sin sentido mientras saltaba y corría por todo el prado, detrás de mi podía escucharla reír y los suspiros de felicidad que me hacían suspirar igualmente de romanticismo, simplemente estábamos experimentando la felicidad en su más simple pero fulgoroso esplendor.
Era un momento romántico y especial para ambas, luciendo como dos niñas con emoción que corrían dejándose atrapar por la naturaleza y disfrutar de cada pequeño detalle que podíamos percibir de esta.
Y ahora nuestro pecho saltaba alegre haciéndonos respirar con dificultad pero con la cara mas feliz que pudiéramos poner en la vida. Descansábamos junto a un arrollo, ya que decidimos que este era mas pacifico, junto a este había maleza, hierbas y unas cuantas flores. Luna se inclino con dificultad jadeando y se incorporo sobre ella misma mientras se arrodillaba junto a los arbustos.
No la quise perder de vista entonces me incline sobre mis codos, aún sin levantarme del todo de el pastizal y así me limité a observarla con una tierna sonrisa en la cara y soltando jadeos. La miré arrancar unas cuantas florecillas de varios colores, para después ponerlas en su regazo y maniobrar con ellas. Mis brazos flaquearon después de tanto apoyar mi peso en ellos y caí de cara al pasto mientras reía, me di la vuelta y me recosté sobre el campo mirando a las suaves nubes, cerré los ojos ya que el sol los hostigaba y respire profundo.
Cuando mi vista volvió a esa cabellera rubia por la que daría mi vida, sonreí y me di cuenta que Luna había creado una nueva preciosidad con sus suaves manos, me acerque tanto a ella que podía escuchar su corazón acelerarse al sentir mi tacto sobre su pierna y mirar su regazo donde sus manos pasaban acariciando las silvestres flores que ahora estaban entrelazadas entre sí, creando una bellísima corona de flores digna de cualquier princesa de un bosque encantado.
Ella la puso sobre mi cabeza después de terminarla y besó la comisura de mis labios algo que me hizo revolotear cegada en el dulce licor que es el amor de Luna.
- Luces como una princesa.- Dijo con cariño. - Me haces sentir como una.- Respondí para después besar sus labios.
