Capítulo 3

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Primer Acto || Parte Tres

"Sola"


Durante un año entero Walburga Black había entrenado a Lyra, le enseño de etiqueta, magia y lo necesario para sobrevivir. Había un propósito por el cual lo había hecho.

—Kreacher, el día se acerca. ¿Tienes todo lo que te encargue?

—Así es ama, Kreacher tiene todo lo que le encargo—el elfo le extiende una mochila y una pequeña jaula.

—Prepara la cena, Lyra debe de ir a dormir temprano.

El elfo desaparece, la mujer se dirige a la biblioteca. Una vez ahí puso un hechizo sobre la puerta para que esta no se abriera, tenía que terminar con su trabajo, antes de que el día llegará.

Al terminar con su trabajo escondió la mochila y la jaula en su habitación, arreglo su ropa y bajo a cenar con la pequeña Lyra.

Comieron en silencio como siempre, vigilaba cada movimiento de la pequeña. Una diminuta sonrisa, casi invisible apareció en su rostro, estaba orgullosa de su nieta, era toda una dama.

La moldeo a su modo, la convirtió en una pequeña dama y también en una magnifica bruja.

Aquel porte, actitud y disciplina que tenía le recordaba a su hijo Regulus, pero su inteligencia y su habilidad con el manejo de hechizos lo había heredado de Sirius. Podía ver reflejado a sus hijos en ella, era una segunda oportunidad para estar con ellos.

No fue una buena madre, eso lo entendió con la muerte de Regulus. Sabía que no era la mejor abuela, pero hizo con Lyra todo lo que no pudo con sus hijos, deseaba que ella fuera feliz.

Esperaba grandes cosas de ella, Lyra marcaría la diferencia en la familia Black y no del mismo modo en que lo hicieron Sirius y Andromeda. Sería una manera especial y única.

Walburga Black disfruto de la última semana que le quedaba con su nieta, era momento de dejarla ir.

El día de su cumpleaños número 7 había llegado, la cito en su oficina.

—Abuela, heme aquí—inclina su cabeza en son de respeto.

—Lyra hoy cumples 7 años, durante un año te he preparado en todos los aspectos y es momento de que te vayas.

La castaña la miro asustada.

—¿A qué se refiere?

—Ya no puedo seguir cuidando de ti, te he enseñado todo lo que necesitas para sobrevivir—le extiende la mochila—. Ahí hay todo lo que necesitas, no podrás tocar más esta casa hasta que yo muera, cuando muera Kreacher irá a buscarte y entenderás porque necesito que te vayas.

—Por favor no, yo quiero quedarme contigo—la niña se acerca a ella, no quería estar sola de nuevo—. Por favor abuela.

Aquellos ojos grises, esa mirada suplicante. Walburga se soltó de su agarre y le dio la espalda. Por unos segundos no vio a Lyra, vio a Sirius.

—Basta Lyra, una dama no se comporta de ese modo—se acerca a su escritorio y toma la pequeña jaula para entregársela a la chica—. Deja de actuar como una niña y sal de la casa, ya no puedo hacer nada más por ti—la mira fríamente antes de darle la espalda de nuevo—. ¡Kreacher!

El elfo aparece unos segundos después.

—Si ama.

—Ya sabes que hacer, no dejes que vuelva a entrar a la casa.

El elfo toma a la chica y la lleva a afuera, esta no ponía resistencia, no podía creer lo que pasaba.

—Lo siento ama Black, Kreacher no puede hacer nada por usted—deja en sus pies un conejo de peluche—. Él hubiese deseado que usted lo tenga—chasquea sus dedos desapareciendo él y la casa Black.

La menor de los Black caminaba por las frías calles de Londres sola, se aferraba al peluche que Kreacher le había dado, en su espalda colgaba aquella mochila que le dio su abuela y en una de sus manos estaba la pequeña jaula

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La menor de los Black caminaba por las frías calles de Londres sola, se aferraba al peluche que Kreacher le había dado, en su espalda colgaba aquella mochila que le dio su abuela y en una de sus manos estaba la pequeña jaula.

Un autobús se detuvo delante de ella, era el autobús noctámbulo. El portero ayudo a la niña a subir y la condujo a una de las camas vacías del segundo piso.

—Su boleto—le entrega un pequeño papel—. ¿Tiene un destino?—la niña niega con la cabeza, se sentía realmente mal. Cuando al había encontrado una familia, se le arrebataba de nuevo—. Bien, puedes pasar la noche aquí, no hay ningún problema. Buenas noches—. el hombre se retira dejando a la menor sola.

Lyra abrazo sus piernas, se hizo bolita y comenzó a llorar. No lloraba solamente por estar sola de nuevo, de igual modo lo hacía porque las voces que había dejado de escuchar la estaban atormentando de nuevo. Hacía lo posible para callarlas, pero era en vano.

—Basta por favor, quiero dormir—les suplicaba entre susurros.

Las voces no la escuchaban, seguían torturándola. Lyra apretó más contra su pecho aquel peluche.

El autobús había recogido a alguien más, era un hombre pelinegro, tenía unos hermosos ojos color avellana. Llevaba con él un maletín y un pequeño niño pelinegro oji verde colgaba de su mano.

De igual modo fueron guiados al segundo piso, él acomodo sus cosas en las camas que les prestaron.

El niño se percato de Lyra y al ver que esta sollozaba le aviso a su padre. Ambos se acercaron a ella con precaución.

—Disculpa, ¿te encuentras bien?

La elegida olvidada || Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora