Entre pensamientos vanos que rondaban mi mente, recuerdo llegar del gimnasio, los músculos estaban agotados, la vista poco a poco se nublaba, mientras la idea de fumar un poco de hierba para relajarme un rato iba y venía,hasta que por fin lo hice,no sé por qué,pero me quité la ropa,la abrí en una silla y me quedé sólo en boxer, mis piernas estaban sobre una silla y podemos decir que estaba recostado en otra, mientras fumaba pude ver cómo algo se acercaba a mí,era ella,puedo asegurar que se veía cómo una diosa en ese encaje negro, siguió caminado hasta subirse sobre mí, con una mirada tan dominante empezó a besar mi cuello y tomar mi cabello desde la nuca,hasta por fin lograr que el deseo controlara la situación, tomó mi mano izquierda, pusó mi dedo índice dentro de su boca y en ningún momento ni siquiera pensó en apartar su fuerte y provocadora mirada de mis ojos, la euforia me empezó a controlar, recuerdo que empecé a bajar con mis manos desde su espalda, recorrer su cintura,hasta que llegué a sus nalgas y las apreté, por más que intentaba ocultar sus gemidos, el placer hizo que fuera totalmente imposible para ella, la tomé en mis brazos y la llevé hasta la cama, ver la forma en que suplicaba me llenaba de placer, me encantaba mucho jugar con su cuerpo, mientras ella sólo podía rogar para que la hiciera finalmente mía.
La acosté en la cama y una de mis piernas estaba entre las 2 suyas,mi rodilla la alcanzaba a rozar y podía sentir toda su humedad, comencé a besarla, bajé desde el cuello,hasta su abdomen bajo y mientras lo hacía, apretaba su entrepierna,me senté en la cama, la puse sobre mí y recuerdo la forma en que me tiró nuevamente en la cama, se puso encima de mí, besó mis cicatrices,mientras decía "que bien te ves siendo sumiso" mi lado dominante salió a flote,la volví a poner debajo de mí y mientras la ahorcaba sólo pude decir "pero no olvides que la única sumisa eres tú", empecé a besar su entrepierna y su cara llena de excitación hablaba por ella, apunto de llorar sólo pudo decir "por favor,hazlo ya", verla tan sumisa me gustó tanto y no pude evitar mirarla a los ojos y preguntarle "¿De quién eres?", cuando por fin iba a responderme, finalmente pasé mi lengua entre sus piernas y entre gemidos se escuchó, "soy tuya", seguí tratando de llevarla a su punto máximo de excitación y mientras estaba entre sus piernas alcé la mirada y pude ver cómo lo estaba disfrutando, jamás habría pensado verla tan indefensa ante mí, tan dependiente de lo que yo podría hacer con ella...