Jisung llevaba una vida "correcta", creía fielmente en lo que su familia le enseñaba y seguía cada consejo y orden recibida, sus padres confiaban en que él no les traería una decepción, aún así no podían correr riesgos...
No comprendía que había hec...
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Jisung salió del salón de clases y corrió a su habitación, faltaban 10 minutos para la hora exacta en la que había quedado con Minho y sentía que iba tarde.
Si no fuera porque el profesor de Religión, el curso más aburrido de todos, se pasó de su hora hablando acerca de la pelea del día anterior y sobre cómo el respeto los llevaría por un buen camino, mientras que la violencia no haría más que arruinar nuestra vida. Tenía razón talvez, pero en ese momento no le importaba reflexionar.
Apenas el profesor dió la orden de salir de clases Jisung había desaparecido del aula. Estaba sonriendo mucho mientras corría, y de la emoción chocó con Jeongin que iba saliendo a sus clases.
- Wow, Jisung ¿Porqué tan apurado?
- Oh no, lo siento. Eh, es solo que... quiero terminar un libro hoy, está muy interesante...- Jeongin le sonrió mientras terminaba de ordenar algunos papeles que tiró por culpa del tropiezo.
- Bueno... Nos vemos después, deséame suerte odio matemáticas...
- Suerte, In.
Su compañero sonrió por el apodo y terminó por salir a su clase, mientras que Jisung actuó normal hasta asegurarse que se haya ido realmente. Se fijó en las habitaciones de al lado y no había nadie, algunos chicos en el patio pero nada de que preocuparse.
Cerró la puerta así nadie lo descubriría, y rápidamente fue a abrir la ventana. Ya habían pasado 2 minutos de la hora y se sintió tonto por preocuparse tanto por ser puntual.
Seguro Minho tardaría un poco.
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Ya habían pasado 10 minutos, y no había rastro de él. Estaba esperando al borde de la ventana sin salir completamente pero por lo que podía ver no había nadie cerca. Se sintió tan triste.
¿Debería regresar a su cuarto y hacer como que nunca conoció a Minho? Tal vez se fue para siempre.
Demasiado exagerado, pero por alguna razón estaba muy decepcionado tanto que solo pensaba en las excusas más tontas para no sentirse mal, aunque no funcionaba.
