Ninguno quería cortar la comunicación. No por amor, sino por el reto, el hecho de que conocieran sus secretos sin conocerse, por descubrirse el uno al otro con tan solo una mirada.
Se dio la vuelta dispuesta a regañar al detective por interrumpir sus sueños, pero, en lugar de un detective, se encontró con unos pequeños ojos rodeados por pequeños pelillos negros. Su gritó quedó acallado por la mano del detective, también se había percatado de su curioso acompañante. Con un gesto la mandó callar, si despertaban a los demás solo habría más caos.
Kathe asintió con un ligero movimiento de cabeza, observó al pequeño animal que no dejaba de mirarles, intercalaba miradas entre ambos como si decidiera quién podría interesarle más. En pocos segundos el bicho descartó que alguno de ellos pudiera servirle de algo, así que, como alma que lleva al diablo, salió corriendo por la habitación.
El detective le indicó con la mirada que se pusiera de pie sin hacer ruido, su idea era seguir al monstruito hasta el lugar por el que entró. Primero el uno y luego el otro, con pasos sigilosos trataron de seguir el recorrido, aquel animal había tomado una gran velocidad y se había escabullido de la atenta mirada del detective. No obstante, creyó saber por dónde fue.
Apartó con cuidado los montoncitos de libros que había en el suelo, cogió algunos y los cambió de sitio, movió varias cajas con el pie e incluso empujó la mesa un par de milímetros pero... no hubo rastro del escamoso animal.
–Mierda–masculló mientras se daba la vuelta decepcionado por su mala jugada.
Su corazón se aceleró al casi chocarse con Kathe de nuevo. Se le había olvidado que estaba despierta, había estado concentrado en cada milímetro del suelo, en cada movimiento, en todo menos en lo que tenía a su espalda.
Claro que estaba despierta, Kathe había observado con cierta prudencia, temerosa de crear algún ruido fuerte y chafar el plan del detective.
El detective se pasó la mano por la cara, como si quisiera borrar algún pensamiento. Cuando pasó junto a ella, sus brazos se tocaron y él, él ni siquiera le dedicó una mirada. La ignoró, como si fuera un fantasma, como si nada hubiera pasado, como si se hubiera olvidado. Lo notó, Kathe lo notó en su mirada, en sus ojos abiertos del asombro, en su tick que le hacía llevar la mano a la cintura en busca de un arma invisible. Y le dolió, le dolió como hacía tiempo que algo no le dolía.
Una cosa era aceptar lo que había sucedido y continuar con un trato profesional, sin miramientos, sin incomodidad. Y otra muy distinta era tratar de borrar la de la existencia. Katherina sabía muy bien que lo segundo nunca funcionaría y que, más que mejorar, empeoraría las cosas. Así estaba sucediendo. Cansada de que la tomaron por objeto inerte, decidió que las normas estaban para romperlas.
–A esto podemos jugar los dos–susurró.
Fingió que buscaba al monstruo de los ojos peludos por los montones de libros por unos largos segundos, hasta que echó la vista atrás y vio que el detective descansaba mirando hacia el otro lado de la habitación.
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El Caso Münchberg
Mystery / Thriller¿Sabéis eso de que el mundo es un pañuelo? ¿Qué hay personas destinadas a encontrarse? Pues es cierto, es el poder de la tormenta. Poder que trasciende el espacio, el tiempo, mundos e incluso la vida. Llevaban cruzándose toda la vida, pero hizo falt...