Prólogo.

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¿Porqué me pasa todo esto?

¡¿Qué fue lo que hice mal?!

¡¿ Porque?!

Nunca esperaba que iba a estar en este momento de mi vida, no esperaba que esto me iba a pasar. Nunca pensé que iba a conocer al amor de mi vida en estas circunstancias.
No pensaba que las cosas se iban a poner tan graves, que tendría que huir de esta manera, nadie me lo advirtió, o quizás si, quizá sí lo sabía pero no lo quise enfrentar. Pienso mientras corro.

- ¡Amelia! - Grita Thomas mientras me persigue. - ¡No importa cuánto corras! Te atraparé y te encerraré. ¡No escaparás maldita perra!

Corro con todas mis fuerzas, pero cada vez que escucho lo que dice y la ira con la que habla, me da más miedo.

Me tropiezo y casi caigo. Casi no puedo respirar y mis fuerzas están acabando.

- ¡Auxilio! - Empiezo a gritar en la calle mientras pierdo las esperanzas de que alguien pueda ayudarme. - ¡Ayuda por favor! ¡Ayuda!
Pierdo las esperanzas de que alguien salga, y aún si sale, es poco probable que me ayude, todos le temen a Thomas, todos saben lo violento que puede llegar a ser, todos saben que si se interponen en su camino, tendrán graves problemas.

Una mala coordinación hace que caiga al suelo, casi inmediatamente me levanto, pero me agarra por el pelo haciéndome retroceder. Mierda, me tiene.

Empieza a jalonear mi cabello, y justo cuando tiene una buena parte en sus manos, empieza a reír como maniático.

- ¡ Ayu... da! - doy gritos ahogados. - por favor. - digo casi en un susurro. Ya sé cómo terminará esto, sé que no hay escapatoria.

- ¿Pensaste que escaparías? ¿De verdad creíste que podrías vivir en paz con ese idiota? - acaricia mi cuello y yo tiemblo de miedo. - pobre de ti, porque si no eres feliz conmigo, no lo serás con nadie.

- Thomas... - digo tratando de que se tranquilice.

- ¡No intentes hablarme! ¡Eres una maldita perra y te haré pagar por lo que me hiciste! - Me da una befetada y grito de dolor. - lo preferiste a él, en vez de a mi, a mi que te lo di todo. ¡Perdí todo por tu culpa zorra! - Me abofetea otra vez, aún más fuerte. - pagarás, pagarás todo.

Siento como me obliga a pararme halando mi cabello y comienza a caminar no sé a donde. Susurra cosas que no entiendo, está airado y sinceramente creo que voy camino a mi muerte.

En este momento sólo puedo pensar en Matthew, mi pequeño bebé, espero que esté bien, espero que su tía lo proteja, no puedo pensar en nada más.

No importa lo que me haga Thomas, si mi hijo está bien, entonces estaré en paz. Él no es capaz de hacerle daño a su propio hijo, creo que no, no lo sé.

Llegamos a un auto y abre la cajuela, mi miedo mortal se hace presente.

- Entrarás ahí, si haces el mínimo ruido mataré a Matthew, lo juro, y creo que sabes que no estoy jugando. - Mis ojos se cristalizan al escuchar eso. - Lo mataré y luego te mataré y luego me mataré. Moriremos como una familia feliz, familia que TÚ destruiste, pero yo lo arreglaré, tranquila. - un escalofrío me recorre mientras que él ríe. - Vamos a estar bien, tranquila mi amor.

Me mete en la cajuela con las manos atadas, pone algo en mi boca y yo sólo tiemblo de miedo mientras mis lágrimas caen.
Él sabe que tengo claustrofobia, sabe que esto a lo poco me matará, no creo que pueda con esto.

Siento como el carro arranca, empiezo a sentir un calor excesivo, ni siquiera puedo moverme, me ató las manos a la espalda, el sudor comienza a aparecer y mi miedo crece. De momento mi mente comienza a traerme los peores escenarios. La desesperación se apodera de mi. Trato de patear para que me escuche, pero lo que gano con esto es estar más incómoda y él pone música a todo volumen. Tanta desesperación provoca que me desmaye.



Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora