- Deja eso en su sitio -ya era la cuarta o quinta vez que se lo advertía a la próxima me tiraría encima de él-. Caden lo vas a romper.
Sin hacerme caso ni en lo más mínimo, Caden siguió jugando con la bailarina de ballet ubicada en una cajita musical antes puesta en mi tocador. La bailarina había sido el último regalo que me entregó mi padre antes de marcharse de casa y cambiarse de continente a reconstruir su vida, así que si Caden la rompía mi ira se desataría contra él. Ya aburrido, la dejó en un lado del mueble y se sentó a mi lado en la extensión que pusimos con mi madre en la muralla de la ventana. Miles estaba en la cama con Cordelia mirándose incómodos, aún no sabían que hacían ahí.
- Bueno... -habló Cordelia-. ¿Que hacemos aquí?
- ¿Tu madre está en la casa? -Caden se dirigía a mí sin tomar en cuenta la pregunta de Cordelia.
- No, acaba de salir, no volverá hasta la tarde.
Caden lo pensó durante un momento. Iba vestido con una polera gris y unos tejanos negros. Su pelo blanco estaba desordenado y largo, más que en el momento en que lo conocí pero se veía bien.
- Perfecto -dijo de largo rato-. Los necesito ya que su amiga tiene que aprender algunas cosas sobre su poder.
- ¿Así le dices? ¿Poder? -preguntó Cordelia.
- ¿Algún otro nombre? -respondió Caden. Como nadie habló continuó-. Como primer desafío tendrás que ir transportándonos de un lado a otro, cada vez llevarás a uno más.
- ¿Que sacamos con esto? -interrumpió Miles por primera vez, había estado reacio a venir, no quería meterse en nada que tuviera que ver con el hecho de que me relacionara con muertos.
- Después tendrá que llevar dos cuerpos y los deshabitados correspondientes -se levantó y me tendió una de sus frías y blancas manos-. ¿Lista? -asentí levemente-. Llevarás primero a Cordelia, luego a ella y a Miles y por último a los tres. Transportarlos de ida y vuelta.
Cogí su mano y fui hasta Cordelia, quien me miraba nerviosa, era la primera vez que sentiría la sensación de cambia de un lugar a otro. A diferencia de ella, que solo usaba un vestido floreado con unas balerinas y su cabello negro recogido, yo usaba unos pantalones azules de tiro alto con una blusa blanca, me puse mis zapatillas blancas y mi pelo ahora blanco iba suelto hasta reposarse en mis hombros. Busqué ansiosa las manos de Cordelia la cual dudaba de mi "poder". Articule palabras de confianza dedicadas a ella las cual respondió asintiendo con la cabeza.
- Mírala a los ojos y cuando los cierres piensa concretamente en el lugar al cual quieres llegar -dijo Caden observándonos con curiosidad.
Y así lo hice. La miré a sus verdes ojos que reflejaban preocupación, pero también confianza y con eso, cerré mis ojos pensando en el lugar al cual planeaba llegar, mi sala de estar. El frío nos rodeó formando un torbellino alrededor de nosotras. Cordelia comenzó a temblar pero no a causa del frío si no por miedo, nuestros cuerpos se sentían livianos y flojos era como estar en una centrifugadora, no es como si yo hubiera estada en una pero creí que así se sentiría, el sonido era un desagradable y constante pitido que amenazaba con romper nuestros tímpanos, ya no sentíamos el suelo bajo nuestros pies lo que provocó que me asustara, esto no pasaba cuando me transportaba con Caden, esto solo duró hasta que caímos abruptamente sobre algo. Abrí los ojos y me di cuenta que había hecho un gran trabajo, aún tomadas de la mano nos encontrábamos sentadas en la alfombra de la sala.
- Oh Dios -exclamó con ella con los ojos muy abiertos-. ¿Qué fue eso?
Solo me dediqué a reír y nos levanté del suelo, ahora iríamos a mi pieza y no sería por las escaleras.
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Deshabitados
Teen FictionTodo cambió, sin derecho a reclamar. Para Alexa ya nada a sido lo mismo después de cuatro años del accidente, incluso no le importó tener que vivir con lo que le tocó. Pero las cosas siguieron, y seguirán, cambiando y ahora muchos dependerán de ell...