Las luces se apagaron al mismo tiempo que los reflectores apuntaron a sus pies y la música comenzaba. Soltó un gran suspiro al momento en que la luz subió lentamente hasta llegar a su rostro. Sus ojos se abrieron y su rostro cambió por completo. Dando un paso al frente bastó para que la multitud quedará con la boca abierta, y es que su belleza no podía ser más perfecta. Caminó elegantemente hacia el centro, tomando el tubo de metal en sus manos al tenerlo de frente y dejando que su cuerpo se volviera uno con la música.
El público estaba enloqueciendo ante la obra de arte que presenciaban, no cabe duda que la chica de cabello rosa sabía muy bien lo que estaba haciendo. La mayoría ya tenía el alcohol dominando sus cuerpos pero estando lo suficientemente concientes para disfrutar de la última presentación de la estrella del lugar.
Entre la multitud había una chica que solo miraba en silencio con una ligera sonrisa, tomando un sorbo de su bebida de vez en cuando y relamiendose los labios. Sus ojos no se apartaban del cuerpo de la bailarina subiendo, bajando y haciendo una serie de movimientos que deleitaban la vista de cualquiera. Especialmente de la chica con el vaso en la mano.
-Dios, quisiera casarme con ella. Es una belleza. -escuchó de la mesa de al lado a un hombre que definitivamente estaba ebrio. Ella lo miró, soltando una risita y negando con la cabeza.
-Suerte con eso. -susurró volviendo su vista al escenario.
Por un segundo sus miradas se encontraron, causando una gran sonrisa por parte de ambas para después romper el contacto y que la pelirosa siguiera con el espectáculo.
Al terminar la canción, de la misma elegante manera en la que entró se despidió del público que no dejaban de gritar el nombre que usaba al bailar y salió del escenario, tomando la bata que su compañera le ofrecía y se dirigió al cuarto que simulaba su camerino. Se sentó frente al tocador y comenzó a buscar los productos para desmaquillarse pero cuando estaba por pasar el algodón humedo por sus ojos vió algo a través del espejo.
-Disculpe pero no puede estar aquí. -la mujer detrás de ella levantó una ceja.
-Lo siento, quedé cautivada por su espectáculo y no pude evitar seguirla, señorita Sua. -la más baja se levantó, girando sobre un pie y encarandola.
-Agradezco mucho sus halagos pero, le repito, no puede estar aquí. -la "intrusa" fingió decepción pero comenzó a caminar hasta quedar a centimetros de la bailarina.
-¿Qué tengo que hacer para tener permiso de estar aquí? -susurró perdida en los ojos de la contraria.
-No lo sé, tal vez... casarse conmigo. -su voz se volvió grave, su mirada no dejaba de viajar de los ojos a los labios frente a ella.
La menor levantó su mano para jugar con un mechón rosa, enredandolo en su dedo para después soltarlo y mostrarle a la bailarina el dorso de su mano. En uno de sus dedos brillaba un anillo.
-Que suerte la mía. -sonrió con orgullo antes de atrapar la cintura de su esposa y besarla.
Al separarse dejaron sus frentes juntas, Bora mantenía los ojos cerrados mientras que Siyeon admiraba en silencio cada detalle del rostro de la mujer de su vida.
-Eres hermosa. -susurró causándole una risita avergonzada. -Y bailas increible. -con las mejillas sonrojadas Bora se escapó y volvió a la silla para ahora sí empezar a desmaquillarse bajo la mirada de Siyeon. -En la mesa de al lado un hombre dijo que quería casarse contigo.
-Vaya, que mala suerte la de él. -llevó su mano al pecho fingiendo estar dolida para después reír junto a su esposa. En ese momento el camerino se llenó de gritos gracias a la presencia de cinco mujeres.
-Damas y caballeros, la mejor y más talentosa bailarina de toda Corea... ¡Sua! -la mencionada negó con diversión ante lo dicho por Handong.
-Unnie, eres increíble. -mencionó Gahyeon con los ojos lo más abiertos que podía. -Porfavor, enséñame a bailar así. -juntó sus manos haciendo un puchero.
-No hasta que seas mayor, niña. -Yubin pasó su brazo por encima de los hombros de la menor.
-¡Tengo 25 años! -chilló bajando sus brazos y dando dos fuertes pisadas. La mujer a su lado le dió dos palmaditas en su brazo aún negando.
-Bueno, pero es verdad. Eres increíble, Bora. También quisiera aprender a bailar como tú. -Minji levantó ambos pulgares en dirección a su amiga, aunque con una chica casi colgada de su brazo le hizo difícil el movimiento. Especialmente cuando Yoohyeon se aferró con más fuerza a ella mientras negaba.
-Oh no, no vas a bailar así en un lugar lleno de hombres. -la bailarina las miró por el espejo, divertida ante la expresión molesta en el rostro de Yoohyeon.
-¿Qué te pasa? -le preguntó.
-Un hombre estuvo coqueteando con Minji todo el rato. -mencionó Yubin divertida.
-¿No puedes bailar en otro lado? Ya me cansé de que tenga a todos los hombres pegada a ella. -Minji sonrió con ternura hacia su novia, liberándose del agarre de la menor para poder abrazarla por completo.
-Eso no es culpa mía, es de tu novia por ser tan jodidamente atractiva. -dijo Bora finalmente terminando con su maquillaje y levantándose. -¿Nos vamos?
Una a una fueron saliendo dejando por último a la bailarina y a su esposa mientras la primera terminaba de ponerse su abrigo.
-¿Recuerdas cuando al principio también me ponía celosa de tantos hombres gritando tu nombre y pidiéndote matrimonio? -la menor jugó con el anillo en su dedo.
-Oh sí, me tomaba horas quitarte el mal humor. -rió Bora tomando su bolso y acercándose a su esposa. -Miranos ahora, casadas y a punto de tomar un avión para celebrar nuestro segundo aniversario de bodas junto a nuestras mejores amigas.
-¿En algún momento del viaje podremos escaparnos para estar las dos solas?
La más baja sonrió.
-Tenlo por seguro. -le dió un corto beso a Siyeon, después se aferró a su brazo y ambas salieron para seguir al resto.