Capitulo I

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Estúpido despertador, es lo primero que pienso al escuchar el irritante sonido del aparato arruina sueños. Abro mis ojos con pesadez y suspiro, tratar de conseguir trabajo de tu profesión es una tarea difícil.

Miro el reloj, son las cuatro y treinta de la madrugada, la cafetería abre dentro de unos minutos. ¡ME QUEDÉ DORMIDA!

Salgo prácticamente corriendo y termino golpeando mi rodilla con el umbral de la puerta del baño. Empiezo a decir todas las palabras "hermosas" que se me ocurran, abro la llave y, al instante, me arrepiento, está helada. Me baño y arreglo en tiempo récord, sin darme cuenta hay alguien en la puerta de mi habitación viéndome correr de aquí para allá. Ella ladra haciendo que me detenga de golpe.

- Zoe, buenos días preciosa- le doy un beso en su cabeza, me pongo la mochila y voy a la cocina, preparo un termo con té energético y sirvo la comida de mi mascota.

Me despido de ella y salgo del apartamento, bajo las escaleras a trote hasta el estacionamiento, el ascensor no es una opción, no tengo tiempo y menos para perderlo dentro de cuatro paredes metálicas, llego al estacionamiento. Este lugar da miedo aunque haya iluminación no es suficiente. Presionó el botón del llavero para ver dónde está mi auto, escucho el desbloqueo de las puertas y veo las luces parpadear por unos segundos, es obvio que una camioneta no puede ser difícil de encontrar.
Enciendo el coche y conduzco hasta Nany's. Ya sé, se estarán preguntando ¿Cómo una chica de 22 años, que trabaja en una cafetería, pudo comprar un auto y pagar un apartamento? Pues, el carro, fue un regalo de cumpleaños, llevaba ahorrando desde que aprendí a conducir a los diecisiete, dos años después papá dijo que tenía una sorpresa para mí.
Ustedes saben, lo típico para una sorpresa; ojos vendados, te llevan al lugar, te emocionas y todos gritan "¡Sorpresa!". Ese día le dije a mis padres que les pagaría la mitad, con lo que tenía guardado, no aceptaron. Entonces decidí usarlo para tener mi propio espacio.

Llego a mi destino y estaciono en frente, aún no abren. ¡Ufff! Un alivio, miro el reloj que llevo en mi muñeca, cinco y veinticinco, espero que Liz no se de cuenta de mi tardanza. Entro por la puerta de atrás y me dirijo al área de empleados, me cambio lo más rápido que puedo. Una camisa color beige, una falda y un delantal negro, para finalizar los patines blancos con diseños personalizados, ¡Amo éste uniforme! Al estar lista, sujeto mi cabello en una coleta alta y miro el resultado en el pequeño espejo en mi casillero. Giro dispuesta a trabajar, pero me llevo un gran susto al ver a mi jefa frente a mí con los brazos cruzados y el rostro totalmente serio, sin expresión alguna.

- Tarde Summer- no grita, como suele hacerlo. Le sonrió nerviosa. ¿Cómo rayos se dio cuenta? No la vi por ningún lado cuando llegué, entonces me doy un golpe mental -. Las cámaras, por si te preguntas. Llevas años aquí, Cooper, y tienes buenos clientes. Créeme, cuando digo, que no quiero despedirte por cosas tan inútiles como ésta.

- Te aseguro que no volverá a pasar- levanto mi mano derecha, como señal de juramento. Liz pone su dedo índice y pulgar, justo en el puente de su nariz dando pequeños masajes y negando varias veces.

- Eso dijiste las últimas dos semanas- Levanta la mirada y la deja sobre mí unos segundo -. Ve a trabajar ya, antes que los clientes empiecen a preguntar por ti -hace un ademán para que salga a lo que es la cafetería.

Sí, algunos clientes, por no decir la mayoría, me conocen desde que empecé a trabajar aquí. Me gane el cariño de muchos por mi forma de tratarlos desde que entraban por aquella puerta de vidrio con diseños en blanco. Una vez me enferme, falte casi una semana y media, al regresar Liz pidió que me cuidara mucho, porque los clientes la tenían loca preguntando dónde estaba y si volvería pronto.

Young Mom: Secretos Y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora