#12. Desorden

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Sasha

Mark.
Ese era mi objetivo ahora.
Caminaba a su lado por los pasillos, con una ceja alzada, sintiendo cada mirada dirigida hacia nosotros. Me gusta esto de tener toda la atención. Ser un color fosforito entre los tonos grisáceos y pasteles. Y no es que me crea mejor que nadie, es que se que lo soy, porque nadie que haya conocido tiene el don de la manipulación tan desarrollado como yo. Si quisiera tendría a cada uno de estos miserables bichos a mis pies, pero como ya he dicho mi objetivo era otro.

-Esta es- Dijo después de pararse en seco delante de una puerta azul, como todas las demás.

Lo miré antes de empujar el pomo y le regale una sonrisa hipócrita de la que me esperaba una reacción poco amistosa de su parte.

Giró los ojos. Todo iba según quería.
Entré dejándolo a tras de mí, y antes de buscar mi asiento analicé todo. Escanee a cada persona sentada encima de su mesa hablando, como si tuvieran algo interesante que contar. Los veía tan vulnerables bajo mi sombra. Que lastima de ellos.

Vi dos asientos libres en la última fila, cada uno en un extremo. Sentí a alguien pasar a mi lado y dirigirse justo a la mesa de al lado de uno de los asientos.
Bingo.

Rápidamente fui detrás de él esquivando las mesas hasta llegar al fondo de la clase.

Dejé caer mi mochila encima de la mesa haciendo ruido para que me notara. El me miró con pesadez.
-¿En serio Sasha?¿No tengo suficiente con tenerte en la misma clase y verte en casa diariamente? Que te tienes que poner a mi lado, no jodas...- Bufo-

Que pequeño iluso... No sabe de qué va esto.

Me senté y parpadeé varias veces seguidas mostrando inocencia- Hermanito, ¿no vas a ayudar a tu hermanita?- Puse un puchero.

-Vete a la mierda- Dijo echándose en el respaldar de la silla.

Una sonrisa torcida cruzó mis labios antes de mirar al frente para deslizar mi mochila hasta que cayera en el suelo, haciendo más estruendo en aquella clase.

-¿Vas a seguir?- dijo en un tono molesto. Ya había hecho eco amor, claro que seguiré,de eso va el juego.

-¿Seguir que?- pregunté confundida girando la cabeza en su dirección-
-Lo sabes perfectamente, Sasha- se inclinó hacia delante retándome con la mirada.
Dejé mi expresión inocente y lo miré fijamente a los ojos, clavándolos como dos cuchillos con los mios. Unos segundos después apartó la vista con expresión incómoda.
Sabía lo mucho que intimidaba, y como una simple mirada le podía hacer temblar ¿Entonces porque decidiste retarme aún percatándote de tu derrota, Mark? Solo harás esto más fácil y aburrido.

El profesor entró por la puerta rápidamente.
-Buenos días chicos- dijo dejando su maletín colgado de su asiento- Hoy tenemos...-

-Hola a todos- Interrumpí levantándome de mi asiento, fingiendo una sonrisa.

-Sí exactamente eso iba a decir... Ven por favor-

Alargué más todavía aquella falsa sonrisa y camine hacia delante esquivando las mesas, intentando mantener mi postura de niña buena.
Me posicione a su lado y miré a todos "entusiasmada".
-Ella es Sasha, nos acompañará este curso y espero que la integréis rápido entre vosotros- Se aclaro la garganta- ¿Algo que añadir Sasha?-

-Eh, si- Hice una pausa- Espero que podamos llevarnos bien- Asentí mientras esa inocente sonrisa se convertía en una psicótica- Os juro que no os conviene caerme mal-

Todos se callaron de inmediato y me miraron perplejos. Era verdad, si alguien se interponía en mi camino, como un pedrusco, simplemente le daría una pequeña patada hacia otro lado.

-Bueno...- Dijo el maestro rascándose la nuca confundido- Puedes volver a tu asiento.
Asentí y regrese.

*

Sophie

-¡¿Es en serio mamá?!- Le grite mientras los ojos me ardían.

-¡No puedes... No!- Me desboroné -Esta vez no...- Dije con un nudo en la garganta mientras secaba las lágrimas de mis mejillas.

Ella se sentó a mi lado y me cogió la mano -Cariño tienes que entenderlo... No sabes cuánto me gustaría que no fuera así, pero no puedo hacer nada- La mire fijamente y pude ver el dolor en su rostro. Quizás era verdad que no le gustaba verme así, pero tampoco podía fingir que todo estaba bien... Aparté mi mirada y se dirigió a nuestras manos entre lazadas. Ella empezó a jugar con sus dedos en los míos para intentar hacerme reír.
Sonreí tristemente.

-Lo entiendo- La miré comprensiva intentando que las lágrimas no me inundarán de nuevo -Pero... Creía que, no se tal vez...- Mi vista se nubló de nuevo y mis labios ahora temblorosos no me dejaron continuar.
Rápidamente ella me abrazó cálidamente mientras susurraba -Tu puedes mi niña-

Al despegarse me dio un cariñoso toquecito en la nariz que me hizo reír de ternura.

Mi madre se levantó de la cama y se dirigió a la puerta
-Te quiero mamá- Le dije antes de que saliera por ella.

-Y yo cariño, y yo- Con eso salió de mi cuarto.

El silencio me invadía ahora, y con el mis pensamientos se apoderaban de mi. No lo podía creer.

A lo mejor esta historia que pronto abandonaría el papel en blanco, quedaría en mi por siempre.

O a lo mejor no. Quien sabe.

Me tumbé y saque mi libreta de debajo de la almohada para contarle cómo sería todo de ahora en adelante, quería desahogarme con ella. Siempre me había ayudado.

En ella se encontraba todo... Lo bueno y lo malo. Cada persona cada momento importante.

Sería mi único apoyo, como siempre. Cogí un boli que siempre usaba de marcapáginas y comenzé a escribir.

Querida hoja en blanco, tengo tantas cosas que contar, tanto que expresar... Que me duele decirte que dentro de poco volverás a ser lo que eras...

Me quedé unos segundos sin mover el bolígrafo de nuevo hasta que me incorpore de la cama. Arranqué esa página de la libreta y la doblé por la mitad. Abrí mi cajón de los calcetines y la guardé al fondo.

Esa nota era especial, no solo escribí un párrafo. Escribí todo lo que sentía, todo lo que me dolía...Me escribí a mí.

la hoja en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora