Capítulo 6

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—¿Sabés qué decía Oscar Wilde sobre el arte? —le preguntó Chan luego de concluir con el libro.

Otra semana había pasado. Se había cumplido ya un mes desde que Chan había comenzado a trabajar en el museo, y un mes y pocos días desde la primera vez que vio a Felix en el cuadro.

Tanto tiempo habían pasado juntos y Chan apenas sabía muy poco sobre él, mientras que Felix sabía todo lo que había por saber de Chan.

Tanto tiempo habían pasado juntos, y Felix aún no miraba a los ojos a Chan.

Tanto tiempo habían pasado juntos, y Bang Chan aún no podía tocar a Felix, ni siquiera para darle un golpecito amistoso.

—No. ¿Qué decía?

—Decía, y cito —Chan gesticuló con sus dedos unas comillas—: "Todo arte es al mismo tiempo superficie y símbolo", y que "El arte refleja realmente al espectador y no a la vida".

—Curioso —dijo Felix—. También recuerdo que dijo que todo arte es completamente inútil.

Chan se quedó con la palabra en la boca. No sabía qué retrucar a eso. Solo sentía rabia al recordar la forma en la que Felix lo dijo.

—¿De dónde sacaste eso?

—Cuando estás encerrado en un cuadro en exposición para que miles de personas te vean, escuchás y aprendés muchas cosas.

Las palabras de Felix se quedaron ancladas en él. Le taladraron el corazón y lo hundieron más de lo que estaba. Un sentimiento de tristeza lo inquietaba, lo atormentaba una vez más.

—No creas todo lo que escuchás. Para mí sos muy importante, Lix.

—Ah, ¿ahora nos ponemos apodos, Chanie? —la voz sugerente del rubio hizo que la tristeza se esfumara del cuerpo del mayor.

Chan cerró los ojos y se mordió el labio por una milésima de segundo, levemente irritado.

—Estar con vos es como estar en una montaña rusa de emociones —le dijo juguetón—, un momento tengo ganas de abrazarte y al otro de decirte que sos un idiota.

—Vos dijiste que el arte refleja al espectador, ¿te estás llamando idiota?

—Suficiente —Chan se vio derrotado en su propio juego, pero la risa de Felix no hizo más que ponerlo feliz a él también y soltar una risa.

Cuando todo se calmó, Chan fijó la mirada en la espalda de Felix. Mientras caminaba, aún con el libro entre las manos, sabía que Felix seguía cada movimiento. Sabía que él lo sentía y eso le agradaba.

—Felix.

El rubio hizo un sonido con la garganta dándole a entender que tenía toda su atención. Chan siguió acercándose. Los cuadros de la colección parecían observarlo cautelosamente mientras se dirigía hacia su ángel. Podía escuchar la respiración lenta y rítmica de Lix mientras los centímetros que los separaban se acortaban.

Se paró detrás de él. Si alzaba la mano tan solo un poco, podría llegar a tocarlo. Pero no podía, no se animaba.

—Felix —volvió a llamarlo. Le gustaba la forma en la que su nombre se desenvolvía en su boca, la forma que sus labios tomaban cuando lo nombraba—. Sé que el arte es subjetivo, al igual que la belleza, y no entiendo mucho sobre ambos temas, pero veo colores en vos, cuando mi vida siempre estuvo en blanco, negro y matices en medio. Estoy seguro... —tomó aire. Quería estar seguro de las palabras que diría a continuación. Felix no se movía—. Estoy seguro de que escuchaste eso muchas veces antes, pero solo quiero dejar en claro que para mí sos la criatura más bo...

—¿Chan? ¿Estás ahí?

La voz de Changbin rebotó entre las paredes de la sala, interrumpiendo a Chan. Él se giró hacia la puerta, esperando con el corazón galopante en su pecho a que el pelinegro la atravesara. Cuando volvió a girarse, Felix no estaba sentado en la banca, justo debajo de él, sino que volvía a su lugar en el cuadro, con la mirada triste y perdida. Chan suspiró a la vez que movía la cabeza. Volvía a irritarse, no con Changbin, sino con él mismo. Había estado muy cerca.

—Sí, Bin, acá estoy —contestó alzando la voz—. ¿Qué pasó?

Por fin, Changbin hizo su aparición. Miró al mayor con desconcierto y algo de alivio. Cuando se acercó, echó los brazos alrededor del torso de Chan, abrazándolo.

Bang Chan abrió los ojos por la sorpresa y, aunque sabía que era considerado de mala educación, quiso sacarse al chico de encima cuanto antes.

—¿Estás bien? —preguntó Changbin— Ah, menos mal, pensé que te había pasado algo. No contestabas las llamadas así que me preocupé y bajé a verte.

—No, Bin, no pasó nada, estoy bien. ¿Dijiste que me llamaste?

—¡Sí! Un montón de veces.

Bang Chan recordó que, por algún motivo, cuando estaba con Lix en esa sala no había señal, y por ende ningún aparato electrónico funcionaba cuando él parecía dejar el cuadro.

—Debo haberlo dejado que se descargara, qué tonto de mi parte.

Changbin chasqueó la lengua, aún preocupado.

—La próxima asegúrate de que todo esté en orden antes de hacer las rondas. Por cierto, qué bonito, ¿no te parece?

Changbin tenía la mirada clavada en Felix. Sí, Chan sabía que era bonito. No. Era más que bonito. Había al menos diez adjetivos que se adaptaban mejor a su imagen y persona.

—Bueno, ahora que sé que estás bien, ¿te parece ir a tomar nuestro café de descanso? Me muero de hambre.

Cuando Chan salió de la habitación, siguiendo a Changbin, miró por última vez el cuadro de Felix. La figura no se movió, ni le devolvió la mirada como antes habría hecho.




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holiss <3

no iba a subir hoy, pero aprobé un examen y medio para festejar acá estoy :D 

El chico del cuadro azul // CHANLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora