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Tratame suavemente - Soda Stereo◞───────⊰·☆·⊱───────◟

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Tratame suavemente - Soda Stereo
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No pude evitar escuchar la conversación de dos jóvenes mientras estaba junto a Sanemi y Masachika descansando en el puente que nos sacaba de la ciudad.

— ¿Oíste lo que pasó? —

— No, ¡cuéntame el chisme! —

— Una casa abandonada se derrumbó ayer. Escuche que ahí vivía una hashi y murio aplastada.—

— Ah, ya había oído eso. Fue en el barrio rojo, ¿no? ¡Que aburrido! —

— Si, si, esas putas me dan asco. Siento que me pueden contagiar algo solo de estar cerca... —

— ¡Verdad! ¡Ademas, sus casas feas dan una mala imagen de la ciudad! —

Parecían de clase media alta. Tenían lindos peinados, kimonos caros, maquillaje perfecto y unas sombrillas que las cubrían del sol.

Cruce miradas con ellas por un segundo y baje la cabeza avergonzada.

Eran tan bonitas como Kanae...

Lleve una mano a mi mejilla, mi palma estaba fría.

— Busquemos una parte tranquila del río para limpiar nuestras katanas. — Dijo Masachika una vez que empezamos a caminar, yendo en dirección al río que rodeaba la ciudad.

Debido a esa extraña baba del demonio de ayer, nuestras katanas tenían el filo sucio y viscoso como si las hubieramos untado en miel.

— Oh, sisi... — Respondí distraída.

En la ciudad siempre hay muchas chicas lindas vistiendo a la moda. Me pregunto como me vería así.

¿Seria raro maquillarme y peinarme como ellas? También me gustaría ser bonita.

Salimos del camino de tierra entrando directamente a un pequeño bosque.

Pasó una hora de caminata hasta que llegamos al río que Masachika dijo. Los cuervos nos guiaban desde el cielo.

Riri estaba más tranquilo, aunque no dejaba que me acerque al menos que él lo hiciera primero.

— Es lindo ver esta tranquilidad después de tanto ajetreo. — Suspiré. Lo único que quería es que nadie se entere que el derrumbe de esa casa fue por nuestra culpa.

— ¡Es verdad! — Masachika desenvaino su katana después de responderme.

Rápidamente se quito sus chancletas y medias para meter los pies al agua azul reflejada por el cielo.

— ¿Vas a limpiar? — Pregunto Sanemi con las manos en las caderas viéndolo desde la orilla a mi lado.

— Si, si. ¡No quiero andar con mi katana toda sucia! — Respondió el de ojos verdes.

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora