Kendrick no le dio tiempo para reaccionar, en cuestión de segundos May estaba atrapada en un beso lleno de deseo. Kendrick quería recuperar los besos perdidos en aquellas noches que habían estado separados. No tenía ningún reparo en mostrarse desnudo ante ella, y por lo que había visto en los oscuros ojos de May, a ella parecía gustarle verlo como vino al mundo. Volvía a confirmárselo ahora en el beso. Respondía a sus exigencias con igual intensidad, había rodeado su cuello con sus finas manos y su lengua reclamaba ardientes caricias dentro de su boca.
Si no hubiera sido por el tirón que sufrió en el costado, jamás se hubiera separado de ella. Se alejó con una mueca de dolor y un quejido ronco. May inmediatamente se colocó en su costado para observar la herida. Estaba irritada, y el basto hilo que había usado Galahad se movía atravesando la carne.
—Será mejor que no hagas movimientos bruscos Kendrick, —le aconsejó con preocupación. —la herida podría abrirse. —el asintió conteniendo los retazos del dolor en su rostro. —Te ayudare a entrar en la bañera, apóyate en mi. —Sin dificultad alguna colocó su hombro bajo el de él y rodeó su espalda con un brazo.
—No podrás conmigo. —dijo entre risas al ser tan evidente la diferencia de tamaño.
—Déjame hacerlo, quiero cuidar de ti. —contestó cariñosa.
Los ojos de May recorrieron el imponente cuerpo de su esposo. Sí, podía ser una escena hilarante que su menudo cuerpo quisiera mover a alguien tan ancho y corpulento como Kendrick, pero eso no la detendría. El pelirrojo al final cedió apoyando parte de su peso en su esposa, lo cierto era que así la herida resultaba mucho menos dolorosa. Caminaron con lentitud hacia la bañera. May no se perdió ni un detalle del movimiento de los músculos de Kendrick, tampoco de aquella parte que colgaba en un gracioso movimiento entre sus piernas. Intento reprimir una risa a la vez que se sonrojaba. ¿Cómo la había oído llamar? ¿Verga?
—¿De qué te ríes? —preguntó con una ceja alzada cuando llegaron junto a la tina. May se puso seria al instante, esperaba no haberlo ofendido.
—Ah...bueno yo...solo estaba...—titubeaba. No se atrevía a confesar el motivo de su risa.
—Ya sé de qué te reías May. —La miró acusador. De un segundo a otro el rubor cubrió el rostro de May intensamente. — Nunca antes una mujer se había reído al verme la verga.
—No quería ofenderte. —contestó avergonzada.
—Tendré que castigarte. —dijo en un severo tono que hizo que May lo mirara a los ojos sobresaltada.
En aquel instante recordó las palabras de la castaña acerca de la fuerza y la agresividad de Kendrick. Él la sujetó firmemente por la barbilla. A May el corazón le latía a sin descanso, ¿Conocería la parte más oscura de Kendrick? Le tembló el mentón anunciando un llanto.
—Solo bromeaba May. —le dijo al instante que percibió su miedo. Ella suspiró aliviada. Aquella conversación le había afectado más de lo esperado. —Nunca te dañaría—continuo con dulzura. —En realidad iba a besarte. —se inclinó con cautela sobre ella dándole un beso de lo más inocente, apenas rozando sus labios.
May estaba decidida a cuidar y mimar a Kendrick aquella noche. En aquellos instantes sus dedos recorrían la húmeda cabellera pelirroja, enjabonándola y proporcionándole un ligero masaje detrás de las orejas. Kendrick estaba de lo más relajado, no dudaba en emitir profundos gemidos de placer y estirar los pies a sus anchas en el borde de la bañera.
Mientras tanto su esposa, rememoraba en su mente todas las sensaciones vividas en los minutos anteriores. En cuanto Kendrick se sentó en la tina, May frotó sus manos enérgicamente contra la pastilla de jabón para limpiar su rostro. Lo hizo con extrema delicadeza, haciendo que las manchas de sangre y la suciedad desaparecieran. Cuando llegó a la mandíbula sus dedos se sorprendieron con el áspero vello de su barba. Kendrick solía afeitarse casi a diario, pero a May también le resultó agradable la visión de su marido con aquella barba desarreglada. Una vez hubo enjuagado su cara, May continuó lavando la piel del torso y de los brazos de su esposo. Los vellos rizados de su pecho se enganchaban en sus uñas, May aprovechaba aquellos momentos para intensificar sus caricias sobre la piel jabonosa.
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Tierra Salvaje | Saga Salvaje I
RomancePrimer libro de la #sagasalvaje 1537 May fue a parar a las manos de Arthur tras una serie de acontecimientos devastadores, comenzando por la muerte de sus padres. Ella es simplemente el lugar donde él descarga su ira. Cansada y temerosa por su v...