— ¡Arriba, hermanita! ¡Arriba! ¡Hoy comienzo el instituto! — la voz de mi hermano pequeño retumbó en mis oídos y me revolví adormilada en la cama.
Abrí los ojos lentamente y extendí mis brazos hacia arriba con la intención de estirar mi cuerpo. Sentí una suave presión en mi mejilla derecha y sonreí.
Byron es el niño más cariñoso que conozco.
Coloqué ambos brazos en su espalda y le abracé con todo el cariño del mundo.
Desde muy pequeño, había cogido el hábito de venir a despertarme todas las mañanas, subirse encima de mí y abrazarme como si fuera el fin del mundo.
— ¿Cómo está mi pequeño hoy? — pregunté, a la par que besaba su frente y revolvía un poco su cabello castaño. Acto seguido, Byron escondió la cabeza en el hueco de mi cuello y se acurrucó más contra mí.
Volví a sonreír.
¿Qué sería de mí sin él?
— Estoy muy feliz, Maggie — su voz sonaba emocionada y yo no pude sentirme más que orgullosa de él por crecer e ir logrando éxitos —. ¡Hoy empiezo el instituto!
Solté una carcajada por su inmensa emoción y levanté su cabeza, quedando a la altura de la mía. Le sonreí y él me correspondió mostrando sus dientes cubiertos por su aparato metálico. Unos segundos después, cogió un mechón de mi pelo y empezó a juguetear con él.
— Como sigas tocándome el pelo, me voy a quedar dormida — murmuré, cerrando lentamente los ojos, simulando que volvía a dormir. Mi hermano se revolvía encima de mí y soltó el mechón de pelo inmediatamente.
Sabía lo que quería, sabía que quería que me levantase ya y le preparase el desayuno como todas las mañanas. Estaba acostumbrado a eso desde que tenía memoria.
— ¡No! Maggie, levanta por favor— abrí un ojo lentamente y vi el puchero en sus labios. Sonreí y me incorporé de inmediato.
— Está bien — solté una carcajada y me levanté deprisa para ir corriendo detrás de él.
Reaccionó inmediatamente y salió corriendo de mi habitación como si le fuera la vida en ello. Sin embargo, no fue más rápido que yo y conseguí pillarle a mitad del pasillo. Empezó a reír ruidosamente mientras le hacía cosquillas y cayó al suelo. Le ayudé a levantarse y me abrazó.
— Papá y mamá se han ido pronto y me han dicho que pasáramos un buen día — me dijo, sin soltar su agarre de mi cintura —. Anthony ha llegado esta mañana temprano, seguro que durmió en la calle.
Reí ante la inocencia de mi hermano pequeño y le sonreí.
— ¿Cuánto tiempo llevas despierto loquito? — él elevó la mirada y empezó a reír. Negó con la cabeza y se fue corriendo a su habitación—. ¡En cuarenta minutos salimos!
Me dirigí a mi habitación y, rápidamente, me quité el pijama para meterme en la ducha. Abrí el grifo y lo giré hacia la izquierda, con la intención de conseguir que el agua estuviera lo más caliente posible.
Siempre, desde pequeña, me había gustado ducharme con agua ardiente. Creo que es una de las mejores sensaciones que existe en el mundo.
Estiré una de mis piernas y dejé que el agua mojase mi pie para asegurarme de que ya era el momento de meter mi cuerpo entero. Sonreí mientras dejaba que el agua cayese por mis hombros y solté un suspiro.
Definitivamente, echaré de menos las vacaciones.
Una vez salí de la ducha, me apresuré en vestirme y en bajar a la cocina. Byron me esperaba con una gran sonrisa viendo la tele. Anthony se encontraba junto a él, tomándose un tazón de cereales con leche.
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Oscura Seducción
VampirNiego lentamente con la cabeza y levanto la mirada del suelo. Le observo atentamente mientras intento prever su reacción, pero lo único que puedo hacer es echarme a llorar cuando veo que sus ojos comienzan a mojarse de lágrimas. ¿Cómo puede ser eso...