[Capítulo 23: Trato]

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Las 2 horas siguientes Portugal y yo estuvimos otra vez entretenidos en la habitación, pero esta vez limpiándola. Recogimos toda la ropa que había tirada en el suelo, colocamos la limpia de nuevo en el armario y la sucia la dejamos en el pasillo para llevarla más tarde a la lavadora. Acto seguido tuvimos que cambiar las sábanas de la cama y arreglar algunos estropicios que provocamos anoche. Menos mal que no amanecí con mucha resaca.

- ¿Por qué quiere venir a verme?
- ¿Eh?

Mi pregunta lo pilló algo desprevenido y ambos dejamos un momento lo que estábamos haciendo para hablar del tema más detenidamente. Portugal me observó durante un segundo pensativo, como si estuviera intentando encontrar la respuesta en mi rostro, pero acabó volviendo la vista a la mesilla que estaba limpiando.

- Pues... No lo sé, la verdad. Rusia es muy extraño. Podría ser por cualquier cosa.
- Hm... Teniendo en cuenta que nuestros países no se llevan muy bien... No sé qué querrá de mí.
- Ya...

Se giró de nuevo hacia mí y de repente tenía el trapo que estaba usando en mi cara. Me lo quité asqueado rápidamente y solo pude escuchar su risa burlona.

- ¡Oye!
- ¡No le des tantas vueltas! Rusia es impredecible, es mejor que lo dejes estar.
- ¿Y tenías que lanzarme esto?

Le devolví el trapo lanzándoselo con fuerza mas él lo atrapó al vuelo sin problema. Me mostró una amplia sonrisa y prosiguió con la limpieza como si nada.

- Sim~

Chasqueé la lengua molesto pero no pude mantener mi enfado mucho más tiempo. Mis labios formaron una leve sonrisa, traicionando a mi semblante serio, y decidí seguir también con mi tarea. El suelo estaba lleno de polvo y suciedad. ¿Cuándo fue la última vez que se limpió todo esto? No sabía si durante mi estado en coma vino alguien a cuidar de la casa y tampoco me preocupé en preguntar sobre ello. Tenía otras cosas más importantes en la cabeza.

Por suerte para ambos, logramos terminar con el cuarto a tiempo para la llegada de mi otro compañero. Eso sí, la puerta del baño seguía inoperativa. Tendríamos que ponernos con ella por la tarde. O tal vez llamábamos a alguien más para que la arreglara porque no tenía muy buena pinta. La madera del marco estaba rota y las bisagras torcidas. ¿Con qué la habían forzado? Francia se ofreció a repararla así que espero que no se eche atrás.

- ¿Deberíamos preparar algo para él?

Nos habíamos ido al sofá a descansar un poco hasta que sonara el timbre, señal de que el "diablo" había llegado. Portugal me devolvió la mirada con indiferencia durante un instante para acto seguido regresar sus ojos al techo, echando la cabeza completamente hacia atrás. Estábamos molidos de tanto limpiar.

- No pienso cocinarle nada a ese.
- Me lo imaginaba.

Reí levemente y decidí inclinarme hacia él para apoyar con cuidado mi cabeza sobre su hombro. Poco después descansó la suya sobre la mía y dejó salir un largo suspiro. Tal vez no había sido el mejor día para decirle a Rusia que viniera de visita. Pero lo hecho, hecho está. Solo pudimos reposar nuestros cuerpos en el cómodo sofá unos minutos más ya que alguien llamó al timbre de la puerta. Ambos nos miramos un segundo antes de que me levantara para ir a abrirle a Rusia. En cuanto lo hice todo mi cuerpo se paralizó durante un instante. Era muy alto, tenía mucha presencia, pero sabía que no era solo por eso. Algo en él no me transmitía nada bueno.

- ¡Hola, Inglaterra! Bonito chándal.

Entró sin esperar a que le dijera algo y me obligué a moverme para cerrar la puerta aún algo confuso. Sí que era extraño. Cuando me giré hacia los otros dos me los encontré charlando de pie en mitad de la sala. No sabría decir si estaban teniendo una charla amistosa o estaban a punto de liarse a puñetazos.

Lies and LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora