Es de noche. Bailey se está quitando las botas y las medias. Sus pies están pálidos, y tiene ligeras marcas de la tela en sus pies y sus botas de puntos amarillos desprenden barro seco cuando chocan contra el suelo.
Debí pedirle que se las quitara antes de entrar.
—Mami Rory me enseñó como entrena a Milly —le estoy quitando las coletas para meterla a bañar—. Ya sé qué quiero ser cuando sea grande, papá.
Está mirándome. Tiene gotitas de sudor en el puente de la nariz y huele a sudor. Hoy se quedó con mi madre a ver la clase de equinoterapia de Monty mientras yo me ocupaba de nuestra casa. Llevábamos una semana sin dormir aquí.
Bailey lleva inscrita en la escuela infantil desde hace más de seis meses, pero hace días que no asiste seguido. Sólo la llevo cuando mis padres definitivamente no me pueden ayudar, y como han podido hacerlo toda la semana, hemos estado en Clayton y no aquí, en Durham.
—¿Y qué quieres ser?
—Montadora de caballos.
—¿Ah sí? —sonrío. Cuando sale con cosas como estas me recuerda a su madre, porque nunca esperas lo que va a decirte— ¿Quieres ser Jockey?
Bailey sacude la cabeza y se apea de la cama para comenzar a sacarse los pantalones.
—No. Montadora de caballos.
—Eso es ser Jockey, B.
—Ah, entonces sí. Quiero ser eso.
Levanta los brazos para que le saque la blusa y lo hago. Ella misma camina al baño, prende la luz, enciende la regadera y se mete a la bañera.
Hoy no iré a trabajar al bar. Le he pedido a Trevor que cierre por mí esta noche. Las palabras de mi madre han rondado mi cabeza todo este tiempo, porque realmente me da miedo que sí me esté perdiendo lo mejor de Bailey. ¿Cómo consigo ser un buen padre trabajando para darle todo lo que quiero darle y al mismo tiempo pasar horas junto a ella?
Debiste advertirme que esto no sería fácil, Rose.
Tomo la toalla de Bailey, su esponja y saco la pijama que le voy a poner. Cuando entro al baño, está jugando con su patito de hule.
—¿Mañana iré a la guardería? —suena desanimada.
—¿No te gusta? Elegí la que tenía mejor rutina.
—Es que me gusta más estar con Jhon y Rory —me da la espalda para que pueda pasarle la esponja.
—Ya, pero es que tus abuelos tienen trabajo. Ya hacen mucho con cuidarte de seis a doce mientras estoy en el bar. No pueden hacerlo todo el día.
He pensado últimamente en la idea de contratar una niñera para Bailey, otra vez. La casa de mis padres queda lejos de aquí. Necesito comenzar a ahorrarme tiempo y gastar dinero, supongo.
Cuando tomo champú y Bailey se gira, su cara está llena de concentración.
—¿En qué piensas?
—¿Iré al partido del sábado?
—Por supuesto. Tenemos que ir.
—Pero ya no quiero jugar al T- ball. Quiero ser montadora de caballos.
Ladeo la cabeza.
—Bueno, pero eso va a tener que esperar. Hiciste un compromiso con el equipo y el abuelo va a estar triste si los abandonas en medio campeonato, B.
—¿Qué es un compromiso?
—Cuando le dices a alguien que harás algo y lo debes cumplir —le explico, pero de nuevo se queda pensativa—. ¿Ahora en qué estás pensando?
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Mitades del corazón
عاطفيةJordan, divorciada a sus veintisiete, siente el peso de no haber hecho funcionar su matrimonio aún sabiendo que no fue su culpa. Y para rematar, en menos de seis meses lo pierde todo y su vida da un giro de 180 cuando aparece un niño frente a su pue...