Capítulo 09 | Kurt

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Me encuentro sentado en la banqueta junto a mi padre viendo el entrenamiento de béisbol de Bailey. Está roja y sudada de calor y en cuanto me mira me saluda con la mano a pesar de que ya me había visto.

—He hablado con Bailey sobre su madre —comento.

Papá me vuelve a ver sorprendido.

—¿Le has hablado de Rose? —asiento— ¿Y qué tal te ha ido?

—Fue bastante bueno. Bailey es una niña bastante tranquila, creo. La llevaré a la lápida de Rose la otra semana.

—¿Ya se lo contaste a tu madre?

Sacudo la cabeza. —Aún no, pero imagino que le hará feliz saber que el tema prohibido ya no lo tenemos que evitar.

Mi padre sonríe. Tiene patas de gallo en las esquinas de los ojos y canas que se han mezclado con el vello de su barba y de su cabello. Mi padre y mi madre se han dedicado a los niños casi desde siempre, y por si no ha quedado claro, sí, ellos adoran a los niños.

—¿Ya la vio? —me pregunta, luego de un rato.

—Le mostré fotos. Fue un momento bastante bueno para Bailey y para mí, no aguantaba más evitar tocar el tema.

—Estoy muy orgulloso de ti, Kurt —me palmea el muslo—. Bailey no pudo haber tenido un mejor padre, espero que lo sepas.

Lo sé. O al menos me esfuerzo mucho por realmente serlo y que Bailey sienta que lo soy, pero que alguien te lo diga, y que ese alguien, además, sea una persona que amas, significa mucho.

—Gracias, papá.

Estamos saliendo del campo de béisbol con Bailey tomando mi mano y la de mi padre

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Estamos saliendo del campo de béisbol con Bailey tomando mi mano y la de mi padre. No deja de pegar brincos cada cierto tiempo mientras canta una canción que se ha inventado sobre ir a comer a McDonald’s.

—¿Saben qué dice Cleo? —nos mira— Que no debería estar en el equipo si el entrenador es mi abuelo. Dice que es trampa. ¿Qué es hacer trampa, papá?

—Es como traicionar algo o a alguien. En este caso Cleo siente que estás jugando sucio al ser nieta del entrenador, seguramente.

—Pero yo no estoy jugando sucio —tira con rudeza de sus brazos haciendo que papá y yo la soltemos. Está ofendida.

—Yo no he dicho que lo estés haciendo, cariño, sólo te estaba explicando. Ven acá —la abrazo antes de cargarla en mi cadera.

—¿Por qué Cleo piensa eso de mí? Somos amigas.

—No es tu amiga si piensa esas cosas de ti, B —beso su mejilla, pero sigue pensativa y desanimada—. No le hagas caso, ¿De acuerdo? El abuelo no tiene preferencias contigo. ¿Cierto, papá?

Mi padre asiente y abre la puerta de su camioneta para dejar sus cosas en el asiento. Luego se acerca a nosotros.

—Así es, soy estricto con todos en el equipo. ¡Sin excepción!

La exageración de mi padre hace sonreír a Bailey.

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