Capitulo 2.

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El despertador hizo que me levantara de un susto, apenas eran las 9:45 a.m. sentí que no había dormido nada, me levante, entre al baño me lave la cara y me dirigí a la cocina, justo ahí me encontré con la mirada de Gissell, estaba tomando su habitual taza de café.

Gissell es mi compañera de piso, juntas los gastos se nos reducían, nos conocimos donde vivíamos en Tenerife, somos amigas desde la infancia, sus padres y los mios eran muy amigos, de hecho lo siguen siendo, es por ello que nos criamos como hermanas. Pero decidimos mudarnos juntas a Madrid, para estudiar nuestra carrera comunicación social.

—¿la pasaste bien anoche? —me preguntó con su sonrisita que me intimidaba.

—Ni decir, ¡que nochesita!—me mofe.

—Cuéntamelo todo. —dijo mientras me mataba con su mirada.

—Resulta que sensations no es una discoteca cualquiera. —respondí como si fuera la cosa mas normal del mundo.

- ¿Que quieres decir? Sueltalo ya. —me miró incrédula.

—Bueno, las personas no solo van a disfrutar de sus bebidas, van a disfrutar del sexo. —le explique. Un grito salió de su boca y atormento mis oídos mientras dijo:

—Pero... ¿como? No entiendo. ¡Ay andreina! Cuéntamelo bien.

—Resulta que hay unos cubículos detrás de la disco, donde hay los implementos necesarios para una gran noche de sexo.

Atónita por lo que acababa de oír Gissell soltó una carcajada, y con su carita picara alcanzo a decirme —Tenemos que ir.

¡Madre mía! que telita para cortar, yo pensaba que mi amiga era una santurrona, todo parece indicar que es hasta peor que yo.

—¿disfrutaste? —me preguntó con su sonrisa picara.

—Si, conocí a alguien.—le dije sin importancia.

Abrió sus ojos como platos y me pidió que le contará todos los detalles, justo cuando me dispuse a darle los detalles, sonó mi móvil, salí corriendo a buscarlo y casi que me desmayaba cuando ví en la pantalla el nombre de Sebastian.

No entendía que estaba pasando, no recuerdo haberle dado mi numero, por muy ebria que estaba, en ningún momento se lo di.

—Buenos días, ¿quien habla?. —conteste con un hilo de voz.

— Buenos días nena, sabes quien soy.—escuche desde la otra linea del teléfono.

—¿es que cogiste mi móvil y guardaste tu numero? ¿siempre invades la privacidad de las personas? —pregunte casi que molesta.

—Solo se me permite invadir la privacidad de lo que me interesa. —respondió seguido de una risa.

El silencio se apoderó del momento por unos segundos, no entendía que estaba pasando, que quería Sebastian de mi, solo pasamos una, una noche.

—Te paso buscando en dos horas, espero estés lista. —dijo. —Espero verte mas linda de lo que realmente eres.

Sin poder responder la llamada se colgó, sin mas acá ni más allá Sebastian me invitó a salir sin ningún motivo, eran las 10 a.m y solo tenia dos horas para estar lista, tendría que hacer un milagro para arreglarme en dos horas pero podía con ello.

Me fui corriendo a mi cuarto, Gissell se quedo en espera de una respuesta, por eso me persiguió, entre al baño, y le cerre la puerta, necesitaba ducharme rápido, cuando salí aun estaba sentada en mi cama a la espera de una respuesta.

—Me puedes explicar Andreina, no seas así. —Se mofo.

—El tipo con el que estuve anoche se tomo la libertad de coger mi móvil y guardar su numero en el, me ha llamado y a quedado en venir a buscarme en dos horas. —Le explique.

—Recuerda que tienes que estar aquí temprano, tenemos que arreglarnos para cantar en el hotel. —Me recordó mientras se iba de mi cuarto.

¡Dios! a mi hasta se me había olvidado eso, resulta que Gissell y yo somos cantantes en un Hotel muy lujuso en Madrid, con lo que ganamos pagamos nuestros estudios y nuestros gastos extras.

Empecé a buscar en mi armario, no sabía que ponerme, después de cambiarme varias veces, me decidí por un vestido sencillo, con escote en la espalda, combinados con unas zapatillas de tacón bajo, perfecto para pasar la tarde.

Me quedaba solo media hora y no tenia el cabello listo, ni me había maquillado, opte por secar mi cabello rápidamente con el secador y hacer mis ondas que me quedaban fascinantes, me maquille rápidamente, fue algo sencillo, no contaba con mucho tiempo, una vez que termine me vi en el espejo y hasta casi que me caía de la impresión, lo que estaba enfrente de mi era una morena con sus perfectas ondas en el cabello y cuerpo con una gran silueta ¡Toma ya! Si pude en dos horas.

Ví mi reloj y marcaban las 11:57 a.m, cogí mi bolsa le di dos besos a Gissell y le prometí llegar a tiempo, una vez en planta baja, me encontré con la mirada penetrante de Sebastian, no lo puedo negar, estaba impresionante con aquellos vaqueros negros y camisa blanca que se ajustaba perfectamente a su cuerpo.

Se acerco a mi, cogió mi mano y la beso.

—Esta usted preciosa señorita Andreina. -Murmuro a mi oído.

—Gracias. —Logre responder con un hilo de voz.

—Vamos, sube al coche, el tiempo apremia. —dijo mientras me cogía de la cintura y me guiaba hasta su coche.

Como todo un caballero, me abrió la puerta del coche y yo entre, al entrar me percate que se había puesto unas gafas. ¡Que hombre! ¡Dios mio!, de mi mente no salía ese momento en la discoteca en el que me llevo al séptimo cielo.

El coche empezó a andar, duramos un largo tiempo sin pronunciar una sola palabra, me sentía incomoda, se que me miraba pero por las gafas no lo veía hasta que decidí romper el silencio y pregunte:

—¿A donde vamos?

—Te llevare a jugar. -respondió con una sonrisa dibujada en su rostro.

Me entró un calor inmenso en cuanto dijo esas palabras, no creó que me lleve a jugar pool, bowling u otra cosa.

—Tranquila, no haremos nada que no quieras. —dijo con aquella voz que me parecía excitante. —Para empezar debo vendarte los ojos por un trayecto del camino, ¿estas dispuesta?

Asentí, no tenía nada que perder, ni mucho menos miedo, Sebastian saco un pañuelo y cubrió mis ojos con el.

Por mi mente pasaban miles de cosas, este hombre seguía siendo un desconocido para mi, pero algo me inspiraba confianza, por eso decidí relajarme.

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