Capítulo 3

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Una semana había pasado ya desde el fatídico día en que Dave Mustaine y James Hetfield se encontraron en el lúgubre y desolado cementerio; los encuentros para comer algo o beber un poco se hicieron más regulares con el pasar de los días, volviéndose más amenos eventualmente. Ninguno de los dos había cambiado mucho en esos dos años, luego de su despedida en aquella estación de autobuses en donde se dejaron amistades y sentimientos ocultos. Podían volver a ser amigos, todos esos rencores se dejarían de lado por el bien de ambos, además, el tiempo se encarga de disolver todos esos pleitos pasados.

Esa fría mañana del ocho de octubre del '86, los integrantes restantes de Metallica se reunían en la tranquila cafetería "Bakery's Coffe" luego de evitar contacto alguno durante todos esos días transcurridos. La conversación que fluía no era para nada encantadora, de hecho, no atraía la atención de ninguno. Estaban ahí con el único motivo de organizar las atrasadas presentaciones de la banda; perdían dinero, y eso le importaba muchísimo al sensato manager de Metallica.

Las bebidas frente a los muchachos permanecían intactas, cosa que llamaba la atención de los meseros, pues habían entregado el pedido hacía ya veinte minutos.

Mientras el hombre frente a ellos hablaba de negocios y de cómo derrochaban dinero si continuaban de esa manera, atascados en un acontecimiento, los demás jóvenes observaban cabizbajos los alimentos frente a ellos, perdiéndose por momentos en la inmensidad del bonito paisaje que se dibujaba en el gran mural de la pared de la cafetería. Las palabras simplemente no eran suficientes para describir lo que pasaba por la mente de cada uno de ellos, había muchas cosas que pensar y muy poco tiempo para ello.

—Tenemos que conseguir un nuevo bajista, ya. —dijo el hombre tras haber dado un largo discurso motivacional acerca del porqué tenían que superar la muerte del que alguna vez había sido un amigo cercano a ellos.

—¿Eh? —Lars lo miró con desconcierto. No creía que ellos mismos se encontraran en condiciones para unir a una nueva persona en sustitución de Cliff, ni ellos ni sus devotos fanáticos, que habían sufrido la perdida de una manera no muy distinta—. ¿Qué dijiste?

—Chicos, deben prestar más atención, es un tema de suma importancia. —los tres jóvenes presentes en esa mesa lo miraron con desdén, como si las palabras salidas de su boca hubieran sido veneno puro.

—No, estoy poniendo atención. ¡¿Qué mierda, viejo?! —la mirada apagada de Lars ahora lucía colérica, su ceño estaba fruncido en molestia y una mueca de desagrado se formaba en su rostro.

—Oigan, tienen que comenzar a tomar las cosas con madurez, Cliff murió y debemos encontrar otro bajista que ocupe su puesto. —dijo el hombre, despreocupado, como si las palabras salidas de su boca no hubieran sido duras e insensibles. Tomó el popote para sorber un poco más de la malteada de vainilla que había ordenado, pero antes de que pudiera siquiera tocar el plástico de dicho sorbete, James se encargó de retirar la bebida. El rubio lo miraba con furia, en sus ojos se dibujaba la molestia misma y su expresión mostraba los indicios del comienzo de una discusión.

—No es algo que se pueda superar de la noche a la mañana, imbécil. —dijo James, conteniéndose únicamente porque se encontraban en un lugar público.

El mánager los miró con desconcierto, buscando encontrarse con la mirada condescendiente de Kirk que, luego del ya fallecido Cliff, era el más comprensivo. Ese apoyo que necesitaba nunca llegó, más bien fue sustituido por una mala cara, que mostraba la inconformidad del guitarrista ante tal decisión.

—¡¿Qué mierda dices?! ¡Literalmente ha pasado una puta semana de su entierro y tú piensas en conseguir un nuevo bajista! ¡¿Qué carajos pasa por tu cabeza?! —bufó James, molesto y frustrado. Le desagradaba la sola idea de que alguien pudiera ocupar el lugar de su carismático bajista, era como una blasfemia solo pensarlo.

Seven Tears ~Hetstaine~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora