Capítulo 31.

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— Déjame ponerte un poco de brillo, nena — noto los dedos sobre mi mejilla esparciendo algo, sonrío al espejo viendo el gesto concentrado de Pablo —. Así, preciosa — deja un beso sobre mis labios, aún sin pintar—. Vamos a ser la envidia de la fiesta — me guiña un ojo, río negando.

— Sólo por lo guapo que vas, sí — le coloco bien el cuello rojo del disfraz —. Me encantaría saber la idea de esta fiesta.

— Sira, por el cumpleaños de Ferrán — lo peino asintiendo, él tiene el gesto relajado mirándome a los ojos.

— ¿Y has atrasado por esto tu viaje a Sevilla? — murmullo levantando una ceja.

— ¿Y perderme a ti disfrazada de Shiklah? Ni de coña — posa sus manos en mi cintura mientras ríe, siento que se me eriza la piel de la zona al tener contacto directo con sus manos—. Lo guapa que estás con ese disfraz, que fuerte — me muerde en la base del cuello antes de que lo aparte con un manotazo.

— ¡Pablo! — le grito riendo, él niega y se da la vuelta, lo miro de arriba abajo con el traje rojo de Deadpool, muerdo mi labio inferior mientras bajo de la encimera del baño.

Me miro al espejo colocándome bien la cadena dorada que cuelga de mi cintura, y los collares que decoran mi cuello. Coloco bien las mangas del disfraz que llevan enganchada una capa con unos medallones al final. Un par de los mismos cuelgan de mis orejas y una improvisada diadema decora mi frente. El chico me rodea la cintura apoyándose sobre mi hombro desnudo con una sonrisa.

Agarro el móvil de la encimera y entro en la cámara, capto su mirada tranquila en la imagen y creo que es la primera que existe de él así. Sonrío echando la lengua en otra, él besa mi mejilla sosteniéndome la cara con su otra mano. Río tras hacer la foto.

— ¿Me dejas subir alguna? — le pregunto buscando sus ojos, él asiente besándome en la frente.

— Por qué no te dejaría.

— Porque... — no tengo realmente ningún argumento consistente para ello—No sé, por si acaso.

— No seas boba, nena, que todo lo que sea presumirte es algo que me beneficia a mi — me guiña un ojo saliendo del baño del piso—. ¡Gabri! ¿Qué te parece? — lo escucho hablar con mi compañero de piso mientras recojo el maquillaje en el baño.

— Te hace un culo de diez, nene — suelto una carcajada cerrando el neceser y guardándolo en el mueble—. Si te lo pones más veces, me propongo hasta abrirte la puerta.

— Ni de coña — ríe, apago la luz del baño y salgo con el móvil entre las manos—. Estás guapísima, no puedo creerme que seas real — río rodando los ojos, él viene a abrazarme.

— Para ya — río acariciando la parte de atrás de su cabeza—, que me sacas los colores, gremling — alzo las cejas caminando hacia el perchero para coger la chaqueta de cuero negra—. Has perdido una gran oportunidad de disfraz ahí, no eres consciente de ello.

— La temática es Marvel, tonta — resopla, río poniéndome la chaqueta sobre los hombros y mirándolo a él ponerse una sudadera de las que ya tiene en mi casa—. Menos mal que tenemos libre hasta el jueves, no puedo pasar tanto tiempo sin pisar la residencia sin motivo injustificado.

— Tienes tú, que yo tengo clases — resoplo mientras agarro las llaves de casa—. Ya volveremos, Gabris — le digo mirando hacia él, él levanta la mano por encima del sofá de acuerdo a lo que le digo.

— Pasadlo bien, guapos — cierro la puerta detrás de mi y me agarro a Gavi sin pensar, bajamos de la mano hasta la calle y me coloca bien la chaqueta por la manera en la que una ráfaga de viento mueve mi pelo.

Fuego Amigo • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora