✏ Capítulo 4 ✉

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— Voy a participar en un concurso de canciones —dije.

La mano de SeokJin se detuvo en el aire cuando fue a buscar su pijama.

Era viernes por la noche y estábamos en su casa, a punto de ver una película de miedo.

Había estado guardándome la noticia desde que me enteré del concurso el día anterior, dándole vueltas a la cabeza.

Ahora lo había dicho en voz alta, lo cual significaba que tendría que seguir con ello.

Que iba a seguir con ello...

— Ah, ¿sí?

Su voz mostraba más que un poco de escepticismo.

Me acosté de espaldas sobre su cama de tamaño matrimonial y me quedé mirando la foto de Einstein que tenía en el techo.

Me pregunté, como siempre, cómo era capaz de dormir con él mirándole de aquella manera.

A mí me costaba mucho.

Pero me encantaba dormir en casa de SeokJin.

Era hijo único, así que su casa era
como un oasis de tranquilidad para mí.

Cenábamos con sus padres, deliciosos tacos caseros con arroz y carne por cierto, y luego nos íbamos al piso de arriba y nos quedábamos en su gigantesca habitación, con su sofá cama, su televisor y su nevera pequeñita donde guardaba helados y Coca-Cola light.

— ¿No me crees capaz? —pregunté con el ceño fruncido.

— No es eso, Koo. Estoy seguro de que tus canciones son geniales —contestó él, sacando el pijama del cajón de la cómoda— Podría decírtelo con seguridad si me enseñaras alguna. Ya sabes, a tu mejor amigo, el chico más hermoso en el mundo entero, you know?

Gimoteé agotado.

— Lo sé, lo siento. Todavía no he terminado ninguna.

— Eso dices siempre. ¿Cómo vas a participar en un concurso si ni siquiera me enseñas una canción a mí?

Me tapé la cara con las manos.

— No lo sé.

Se sentó a mi lado en la cama.

— Lo siento. Sé que puedes hacerlo, Kookie. Solo tienes que creer en ti.

— Gracias, mamá.

— No seas chillón. Intento ayudarte.

Me aparté las manos de la cara y lo miré.

— Lo sé.

— Cuéntame lo del concurso.

Me incorporé sobre los codos.

— Es en el Instituto Herberger —empecé a decir.

Jin tomó aire, sorprendido, y abrió mucho los ojos.

— ¡Woah! ¡Ese tiene mucho prestigio, Koo!

Asentí y me tiré de una punta abierta del pelo, nervioso.

— Lo sé. En fin, que dan un premio de cinco mil dólares, lo cual sería maravilloso, por supuesto, pero, aún mejor, también dan un curso de tres semanas con uno de sus profesores.

Él sonrió.

— Qué genial. Conocer a un profesor te ayudaría a conseguir plaza, ¿verdad?

Asentí.

Estaba intentando no pensar mucho en eso.

Ganar el concurso no solo me daría algo de dinero para pagar la universidad, algo que mis padres no podían permitirse, sino que, además, podría serme de ayuda para entrar en el programa con el que llevaba años soñando.

— Bueno, pues enséñame algo.¿Alguna idea para una canción, al menos?

SeokJin señaló mi cuaderno verde y morado, que estaba encima de la mochila que había llevado para aquella noche, en el suelo.

Sentí una ola de timidez y me encogí de hombros.

— Tengo un par de ideas. Necesito mejorarlas. Quiero enseñártelas, pero ahora no.

Él puso los ojos en blanco y se levantó para ponerse su pijama.

— Cobarde.

Le lancé un calcetín y volví a tirarme bocarriba sobre su cama, con el póster acaparando mi campo de visión.

Tenía razón.

Era un completo cobarde.

— Creo que Einstein me está juzgando.

— Es posible. A lo mejor ha leído tu cuaderno.

Me reí y fui a sacar mi pijama de la mochila.

Jin cambió de tema para que no tuviera que hacerlo yo.

— ¿Vemos una peli hoy o dos?

Eso, en clave, quería decir:

«¿Hasta cuándo nos quedamos despiertos?»

Sonreí.

— Dos. Tenemos toda la noche.

[🥀]

Mi teléfono vibró contra mi muslo y me levanté del sofá cama de Jin,
momentáneamente desorientado.

El televisor emitía un color azul delante de mí.

La pálida luz de la mañana se colaba por las rendijas de las persianas.

El móvil dejó de vibrar, pero empezó de nuevo a los diez segundos.

— ¿Hola? —contesté, adormilado.

— Kookie.

Era mi padre.

— Tu hermano tiene hoy el último partido de fútbol. Sé que dijiste que querías ir a uno. Solo quería darte la oportunidad.

— ¿A qué hora es?

— A las ocho. Quedan treinta minutos.

Bostecé.

SeokJin y yo no nos habíamos dormido hasta las tres de la madrugada, pero intenté despejarme.

— Sí, quiero ir.

— Vale, te recojo de camino en veinte minutos.

— Gracias.

— ¿Quién era? —habló Jin desde la cama.

Se sentó.

Sus rizos, que normalmente eran espirales perfectas, se le habían aplastado contra la cabeza.

Intenté domar mi propio pelo, que por las mañanas siempre tenía más rizos alocados que ondas suaves.

— Mi padre. Vuelve a dormirte. Tengo que irme corriendo.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Y las tortitas?

— Para la próxima. Cosa Dos tiene partido y se me había olvidado.

— Siempre tiene partido.

— No he ido a ninguno este año y le prometí que iría.

SeokJin se derrumbó de nuevo sobre la almohada con los ojos ya cerrados.

— Vale. Nos vemos el lunes.

[🥀]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

✔ ✏ 𝓟𝓓. 𝙼𝚎 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚜 「TK」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora