✏ Capítulo 10 ✉

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Abrí otro de los cajones de mi cómoda y tiré varias camisas encima de mi cama.

«¿Dónde está?», pensé, frustrado.

La persona organizada en esa habitación era yo.

Yo no había cambiado mi camisa favorita de sitio.

Especialmente cuando me la estaba reservando para noches como esa:

Noches en las que salía con SeokJin, su novio y un puñado de amigos suyos a los que no conocía.

Saqué la cesta de la ropa sucia de mi armario y la vacié en el suelo.

Luego rebusqué cuidadosamente entre el montón de ropa.

Como no la encontré, se me escapó un gruñido.

Fue entonces cuando vi la cesta de mi hermano al otro lado del armario.

Me abalancé sobre ella y, después de remover algunas prendas, encontré mi camisa verde favorita.

La sostuve en alto.

Estaba arrugada y tenía una mancha oscura enorme en un costado.

— ¡Jeon Jimin!

Los ojos me ardían de furia.

Salí de la habitación como un rayo con mi camisa y mi enfado.

Jimin estaba en el sofá comiéndose un bol de helado.

Abrió mucho los ojos al verme.

— ¿Qué pasa?

— ¡Esto!

Levanté la camisa para que la viera.

— Iba a lavarla.

— ¿Por qué te la has puesto? Ni siquiera me la pediste. Además, seguro que no te queda bien.

Jimin era mucho más alto que yo.

Hizo una mueca.

— No estabas en casa y no podía pedírtela.

— Jeon. Es en serio.

— Vale. Tranquilo. Te la pediré la próxima vez.

En ese momento, mamá entró en la habitación.

— ¿Qué pasa, chicos?

— Nada.

Eché a andar.

Ya no se podía hacer nada por la camisa.

Había quedado con SeokJin en una hora.

Tendría que ponerme otra cosa.

— ¿Adónde vas? —preguntó mi madre.

Debía de haberse fijado en mi pelo.

Había intentado domarlo hasta que quedó relativamente liso.

— A terminar de arreglarme —dije.

— ¿Arreglarte para qué?

Entonces apareció Yugyeom dando saltos, enfundado en un disfraz verde y azul de dinosaurio.

— ¡Vamos, vamos, vamos! —gritó más alto de lo necesario.

Mi madre le puso una mano en el hombro y él dejó de saltar.

Seguía mirándome, esperando a que contestara.

— Voy a salir con SeokJin —dije.

— No me lo habías dicho.

Me entró el pánico y mi mente rebobinó toda la semana en busca de la conversación que juraba haber tenido con mi madre para poder remitirme a ella.

No existía.

— Dijiste que ibas a llevarnos a pedir caramelos —lloriqueó Yugyeom.

— Jimin puede llevarlos —dije.

Mi hermano sacudió la cabeza.

— Pues no. Voy a ir a una fiesta de Halloween.

— ¿No los puede llevar mamá? —dije, desesperado porque sabía cómo se
comportaba cuando se le metía algo entre ceja y ceja.

Mi madre me miró decepcionada, pero le dijo a Yugyeom:

— Sí, los llevo yo.

La cabeza del dinosaurio se inclinó hacia delante cuando él miró al suelo, haciendo un puchero.

Daba muchísima pena.

Aferrado a mi camisa manchada, supe que ni ella ni yo íbamos a salir aquella noche.

Suspiré.

Pues ni modos.

De todas maneras, iba a ser una cita en grupo en la que tendría que haberme gastado mis últimos veinte wones.

Más valía que me guardase el dinero para algo que quisiera hacer de verdad.

— Los llevo yo, Yug.

Yugyeom gritó de alegría.

— Gracias, Kookie —dijo mi madre, dándome un abrazo rápido— La noche de mañana es toda tuya.

— Suena bien.

Volví a mi habitación arrastrando los pies y llamé a Jin.

Respondió al segundo timbrazo.

— Más te vale no estar cancelándome el plan.

— Lo siento. Le prometí a Yugyeom que lo llevaría a pedir caramelos.

— ¿Cómo? Llevamos toda la semana planeándolo. ¿Por qué no puede llevarlo Jimin?

— Tiene una fiesta.

Me llevé la camisa al baño, donde restregué la mancha con jabón y un cepillo de dientes viejo.

— Kookieee —se lamentó él— Me lo prometiste.

Cerré el grifo.

— Lo sé, pero, por desgracia, el poder de mi familia es el que impera en mi vida.

— ¿No le pediste permiso antes?

— Pensaba que se lo había dicho, pero supongo que no.

Suspiró.

— Vale. Luego hablamos.

Colgó antes de que me diera tiempo a decir adiós.

Me sentía mal, pero él tenía a NamJoon.

Le iría bien sin mí.

Me miré el pelo en el espejo.

Mis ondas estaban más suaves y lisas.

Si ponía empeño con el secador y un poco de crema, podía conseguir que me quedara así.

Rara vez lo lograba.

— ¿Por qué no puedes estar así de bonito cuando sí voy a salir?

— Deja de hablar contigo mismo —canturreó Jimin al pasar por delante del baño.

— Estaba al teléfono —grité a su espalda.

Luego me recogí el pelo en una coleta media y me fui a por una sudadera.

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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

✔ ✏ 𝓟𝓓. 𝙼𝚎 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚜 「TK」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora