Capítulo 28

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"1289 palabras"

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1 semana después...

Solo quedaba 1 semana para el gran atraco, los nervios estaban a flor de piel, y eso era más que notable.

Todos estaban al corriente de éste gran acontecimiento, tanto así, que la mayoría estaban metidos en el ajo.

Hace unos 3 días, había tenido lugar una reunión en casa del chino (como no) en la que habían asistido Gustabo y Horacio.

Le habían pedido a Gustabo que ejerciera de bloqueo a la salida del atraco, y éste había aceptado sin rechistar.

Horacio y Toni no estaban muy seguros de que fuera el rubio, tenían un mal presentimiento respecto al tema, pero como el rubio no se había quejado, ellos no iban a decir nada.

Gustabo seguía con sus vómitos y algún que otro mareo, cosa que preocupaba en demasía a Horacio, le había insistido siete veces por lo menos que fuera al médico pero el rubio se negaba.

Toni también le había intentado convencer, pero no había manera, ese omega era todo un tozudo y un cabezota.

La relación entre Carlo y Horacio iba viento en popa, cada vez avanzaba más y más, tal era así que el italiano se había quedado más de una vez a dormir en casa.

Por otra lado estaban Toni y Gus, éstos no le habían puesto etiqueta a su relación, pero se comportaban como novios y si les preguntabas, lo más seguro era que te dijeran que eran pareja.

Lo típico de cada día.

Volkov y Conway habían estado quedándose en casa del primer mencionado, habían retomado lo que habían dejado tiempo atrás, no sin antes dar las explicaciones pertinentes a cada uno.

Éstos iban a visitar de vez en cuando a los dos omegas, cada vez que iban se encontraban a alguno de los dos italianos en aquella casa, cosa que molestaba al de aroma a café en sobremanera.

El ruso por su parte, intentaba establecer un tipo de vínculo con Gustabo, cosa que poco a poco lograba hacer.

Dicho todo esto, seguimos con nuestros protas...

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Toni, Carlo, Horacio y Gustabo; se encontraban en la casa de los dos primeros.

Carlo y Horacio se disponían a irse, mientras que Toni y Gustabo iban a pasar la tarde allí (o eso decían)

- ¿Seguro que vas a estar bien? - preguntó por quinta vez el de cresta.

- Que si, no te preocupes- rodó los ojos con una sonrisa ladina, cuando Horacio se lo proponía, solía ser demasiado sobreprotector - osito -

Horacio iba a ayudar a Carlo a hacer unas "gestiones" en el Krule, y de mientras Toni y Gustabo se iban a quedar en la casa del italiano a pasar el día.

- Dale un abrazo a mami oso - abrió los brazos de par en par y apretujó al rubio contra él.

- Me estás aplastando - se quejó el más bajito.

- Perdón, perdón - le soltó - Y tú - señaló al alfa que tenía al lado su "hermano" - cuídalo -

- Lo puedes dar por hecho - sonrió el alfa de aroma a menta.

Freccia del destino [Gustoni]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora