✏ Capítulo 39 ✉

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Me encontraba frente al mostrador de la tienda de música, esperando el veredicto sobre el destino de mi guitarra.

Después de la hora de castigo, me fui a casa, agarré la funda y me encontré con Yoongi en la tienda.

Él estaba en otra sección, mirando correas para su guitarra, mientras yo observaba cómo la dependienta examinaba cuidadosamente la fractura de la mía frente a mí.

— Madre mía. ¿Qué le ha pasado? —preguntó.

Era linda, tenía tatuajes en los brazos y llevaba unas gafas de montura negra.

— Un hermano pequeño —expliqué.

— Vaya, hombre —dijo, asintiendo compasivamente— Cuando el cuello se rompe así, se fastidia la integridad del cuerpo entero. Es una pena que no se haya roto por aquí —señaló la parte de arriba, donde estaba el clavijero.

— Eso es mucho más fácil de reparar. Aunque no todo está perdido. No puedo garantizarte que vaya a volver a sonar como antes, pero podemos intentarlo —le dio la vuelta— ¿Tienes todos y cada uno de los trozos astillados?

— No lo sé. Recogí todos los que pude.

— Bueno, puedo intentarlo.

Sus palabras me daban esperanza, pero...

— ¿Cuánto costará? —Esa era la pregunta del millón.

La chica volvió a observar la guitarra.

— Depende de cuánto tiempo me lleve. Un par de cientos de dólares, como mucho.

Me tragué el nudo que se me había formado inmediatamente en la garganta.

— Vale. Tendré que pensarlo, entonces —recogí los trozos, devolví mi guitarra a su ataúd y lo cerré.

— Aquí tienes mi tarjeta, por si decides que quieres seguir adelante —me entregó una tarjeta personal simple de color blanco.

Me la metí en el bolsillo de atrás de los vaqueros y me dirigí hacia la puerta antes de ponerme a llorar.

Yoongi podía encontrarse conmigo fuera.

Unos minutos más tarde, salió con una bolsa de plástico.

— ¿Estás bien? —preguntó.

Me encogí de hombros porque no podía hablar de lo cerrada que tenía la garganta.

— ¿Qué ha pasado?

Sentí que la funda de la guitarra me pesaba una tonelada.

El minivan de mi madre estaba en la primera fila del aparcamiento, así que lo señalé con la cabeza y nos dirigimos hacia allí.

Junto a la tienda de reparación de guitarras había una hamburguesería y un torrente de coches esperando en la cola de los pedidos para llevar.

Abrí la parte de atrás del auto, dejé la guitarra y me senté en el suelo del maletero abierto.

Yoongi se sentó a mi lado.

Solo necesitaba un minuto antes de poder hablar.

Yoongi pareció entenderlo y, por suerte, no dijo nada.

Miré la fila de coches de la hamburguesería, intentando pensar en la letra de alguna canción, como solía hacer cuando observaba cosas.

Sin embargo, no se me ocurrió ninguna decente en un buen rato.

De todas formas, habría dado igual si me hubiese salido alguna.

El concurso estaba ya fuera de mi alcance.

✔ ✏ 𝓟𝓓. 𝙼𝚎 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚜 「TK」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora