Sólo tú y nada más(encantó)

Capitulo 3

Por un instante Denise se quedó observando la figura de Alma caminando a lo lejos, les había dejado solas y una pequeña incomodidad se había instaurado en su pecho, Mirabel le miró para luego aclarar su garganta.

—Denise... ¿Verdad? —preguntó buscando sacar algún tema de conversación, demás estaba decir que, aunque su personalidad fuera muy abierta con los demás, conocer gente nueva podría aterrarle en gran manera. La rubia asintió dejando de lado el camino que la mayor de los Madrigal recorrió minutos atrás, necesitaba demostrar que le escuchaba, pero las palabras no salían de su boca—. Bueno, ¿Piensas quedarte viendo nada más o quieres ayudarme con los platos? —mencionó con un tono que podía describir como sarcástico, es cierto, tenía que ganarse un lugar ahí, después de todo ella era una extranjera.

Con rapidez se le acercó para ayudarle, recogió lo que podía para llevarlo al fregadero y limpiar más fácilmente lo que quedó del desayuno. En el proceso todo fue con relativa normalidad hasta que la hora de los deberes acabó y enseguida la morena le guio hasta las calles del pueblo que todos habían apodado como "El Encanto", muchas personas iban y venían a lo largo de los callejones, según las palabras de Alma, Mirabel debía encontrarle un lugar donde vivir hasta que pudiera sostenerse por sí misma, así que esa sería su primera parada.

—En este lugar las cosas ocurren de una manera muy especial—comenzó diciendo sin dejar de observar a los niños correr de un lado a otro, llevaban un buen rato buscando así que por esos momentos se encontraban descansando, Denise se forzó a mirarle debido a que no deseaba perderse ni un detalle del pueblo, suponía que al haber definido a los Madrigal como aquellos a los que podía recurrir en caso de encontrarse extraviada, debían ser lo suficientemente importantes para merecerse el título—Verás, este lugar fue creado a partir de la magia, digamos que es una especie de refugio para aquellos que buscan un sitio donde sentirse tranquilos. Hay maldad allá afuera y este pueblo ayuda a las víctimas a no sentirse desamparadas.

La extranjera asintió de nuevo comprendiendo que tal vez por eso no recordaba haber escuchado de un lugar así.

—¿Quién maneja el pueblo? ¿No tienen comunicación con... otras partes? —quería creer que no sonaba como una locura, podía ser un sitio de encanto y confort, pero ser apartados del resto del mundo era un poco... extraño.

—Oh, mi familia es la que controla los problemas aquí, el milagro nos dio el deber de ayudar a los demás y es lo mínimo que debemos hacer, somos como una especie de familia muy grande, todos nos conocemos así que podría decirse eso. Los Madrigal tienen dones para servir al pueblo, quiero creer que es por una razón que esto sucede— se relajó en el sitio donde estaba sentada sonriendo al recordar lo orgullosa que estaba de su familia—¿Quedó claro?

—Completamente.

Por supuesto que era un poco raro ver que la comunicación estaba cortada, pero si todos vivían sin pensar en ello tal vez era porque no lo necesitaban en realidad. Los pequeños saltarines que revoloteaban en medio de la calle miraron a Mirabel con adoración, al parecer ella era muy querida por los infantes del pueblo y por eso es que comenzaron una ronda de preguntas para ver si quería jugar con ellos.

—Ay, no, no, niños, estoy algo ocupada por aquí—le susurró a uno de ellos señalando a Denise con el pulgar como si quisiera excusarse por no poder hacer lo que ellos querían, una de las niñas infló los cachetes disgustada y empezó un cuchicheo sobre si no podían hacer algo para cambiar la situación.

Una cosa era que Mirabel pudiera ser firme con los pequeños diablillos, pero si estos se esforzaban por ver a Denise como si con eso le pudieran decirle telepáticamente que convenciera a la Madrigal para jugar a las escondidas con ellos, la fuerza de voluntad de la extranjera no era tan fuerte así que miró a Mirabel con una mueca incomoda esperando que la ayudara. La morena rio bajito para después suspirar.