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Im Nayeon no cabía en su felicidad, no podía creer lo fácil que había sido conseguir a la chica que realmente quería para ella, su sonrisa era inmensa mostrando sus dientes de conejito mientras caminaba junto a la pelinegra tomadas de las manos

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Im Nayeon no cabía en su felicidad, no podía creer lo fácil que había sido conseguir a la chica que realmente quería para ella, su sonrisa era inmensa mostrando sus dientes de conejito mientras caminaba junto a la pelinegra tomadas de las manos.

Luego de que las dos primeras horas de clases terminaran habían decidido ir a la cafetería juntos por algo de comer, Mina prometió explicarle mejor el juego ya que hasta ahora Nayeon solo sabía lo "teórico" pero aun así quería entenderlo por completo.

—Oye, no creí que fueras tan melosa, conejita. —dijo Mina cuando sintió el cuerpo de la más baja apegarse a su cuerpo mientras hacía pequeños sonidos de felicidad.

Mina se detuvo en medio del pasillo analizando la expresión brillosa de la pequeña.

Mientras que Nayeon parecía la mujer más feliz del mundo, Mina parecía un poco agobiada, ella no era del estilo romántico en lo absoluto aunque por tratarse de su pequeña Nayeon tampoco se quejaría pero de igual forma no estaba acostumbrada a esos tratos en general.

—¿A qué te refieres Mimi? —le pregunto sin perder su sonrisa.

Mina suspiró, para ser honestos con todo el mundo ella nunca creyó que estaría en una situación como esa, cuando vio por primera vez a Nayeon, le pareció una chica inocente y tímida que no le interesaba perder su tiempo con una chica como ella.

En el transcurso del tiempo lo supo, Mina supo leer la personalidad de Nayeon y sabía que no podría tener oportunidad con ella, por eso nunca intentó nada.

Pero parece que se equivocó en varias cosas referentes al pelirroja, ya no creía del todo que era un ser inocente y tímida como antes y menos cuando la atrapó observando el lado sur y frontal de su anatomía en varias ocasiones.

—Pues, me parecías una chica tímida antes pero... —se detuvo cuando los brazos de Nayeon rodearon su cintura su cuerpo se tensó por la mirada profunda de la pelirroja.

—Puedo ser lo que tú quieres, Mimi. —le dijo de manera melosa mientras se puso de puntitas para dejar un suave beso en la barbilla de la pelinegra.

Mina parpadeó repetidas veces sin poder creer aún la actitud de Nayeon pero no se atrevió a decir algo más por miedo a como la misma respondería.

—De acuerdo, de acuerdo. —dijo mientras llevaba sus manos a los hombros ajenos.— Lo tomaré en cuenta pero por ahora ya puedes soltarme.

La cara de Nayeon se transformó ante las palabras de la pelinegra, Mina se arrepintió al instante de haberlas dejado ir al ver la expresión del pelirosa.

—Yo no soy Tzuyu, a mi no me digas que me aleje. —dijo Nayeon con seriedad mientras apretaba sus manos en la espalda de Mina.

—No te enfades conejita, es solo que no estoy acostumbrada a este tipo de situaciones, usualmente las evado por completo pero eso nunca lo haría contigo, solo tengo que trabajar en ello. —dijo atropelladamente Mina mientras tomaba los cachetes de Nayeon con ambas manos.

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