Carta a nuestra hija

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Querida hija.

Sabes que solo he tenido tres amores en mi vida. El primero cuando aún era muy joven y creí que bastaba con amar lo suficientemente fuerte para luchar contra el mundo, pero fue el mundo el que me golpeó con un inmenso dolor. El segundo, la mujer más bella, la que con su dulce mirada pero con ímpetu decidido, me robo el corazón, tu madre Camino. Por último, pero no menos importante, tú, mi rayito de sol.

Si supieras el miedo que invadió nuestros cuerpos al tenerte con nosotras, no sabíamos si seríamos lo suficientemente capaces de cuidarte, o si al crecer comprenderías que tu madre y yo éramos una pareja y no únicamente compañeras de casa.

No teníamos idea si tendríamos problemas con la ley o en un arrebato tuyo de amor, contarías que habías sido adoptada por las mujeres que más querías. Que tu inocencia revelara nuestro amor y que todo terminara mal.

Ahora que has crecido lo suficiente podemos expresar nuestros miedos al tenerte, aunque no dudo, que a tus 6 años comprendieras que esto no era nada fácil.

Eres una mujer inteligente, dulce y sobre todo sensible. Nos demostraste desde el momento en que cruzaste tus ojos con los nuestros, que cambiarías nuestro mundo.

A lo largo de mi vida he descubierto que la muerte, más que llevarse un cuerpo, nos deja un aprendizaje de nueva oportunidad.

No hay vida sin muerte y no hay muerte sin vida y tu mi niña, eres la vida después de eso. Aunque tu llegada a nosotras fue por un suceso trágico con tus padres, ellos no pudieron ser más nobles en dejarte a nuestro cuidado.

Pero debo decirte que fuiste tú la que nos adoptó a nosotras y no nosotras a ti. Recuerdo perfectamente aquella noche de tormenta, tu pequeño y aterrado cuerpo se deslizó bajo nuestras cobijas. En un impulso por sentir seguridad y balbuceando en tu poco castellano nos pediste que te protegiéramos.

Aún guardo en mi memoria tu rostro sobre el pecho de camino y yo abrazándolas a ambas. Tu madre me miró intentando explicar con sus ojos la sensación que estaba sintiendo al tenerte ahí, y yo solo podía expresarle con mi mirada que sentía lo mismo.

Tus palabras después de eso marcaron nuestro destino para siempre y sabríamos que serías la luz que nos acompañaría hasta el final de nuestros días.

-j'ai peur maman, tengo mucho miedo.

Aún no sabemos si fue aquel estruendo que sacudió nuestra habitación la que provocó esas palabras en ti, o simplemente el destino, concediendo esa aprobación como tus madres.

Camino siempre dice que vio en tus ojos el amor que nos complementaría el nuestro. Que eres su niña especial y yo no puedo estar más de acuerdo. Lo eres ma fée adorable, porque eres mágica, inesperada e inexplicable.

No sabes el privilegio de tener una hija y aliada de la vida, que siendo tan pequeña comprendiera que el amor va más allá de si eres hombre o mujer. Que vieras nuestros besos como la forma de expresión más linda del planeta y nuestras miradas como la complicidad de un amor enorme que no podía cubrirse ante tus grandes y curiosos ojos verdes.

Aunque estamos ahora mismo lejos de ti, porque queremos que cumplas tus sueños, queremos que sepas que, aunque el miedo nos quiso ganar esta partida ante tu llegada a nuestras vidas, nosotras solo agradecemos haber quitado ese peso y permitir que te quedaras a nuestro lado.

La vida de esta pareja de enamoradas, llena de arte y pintura no sería lo mismo sin su petite Amélie porque si, siempre serás nuestra pequeña.

Saludos a Emilio y Cinta espero que disfrutes de ellos, esperamos verlos pronto.

Te amamos.

Tus madres, Maite y Camino.



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Esta carta ha sido un sueño que tuve, decidí escribirla porque me pareció un escenario precioso

espero les guste. 

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2022 ⏰

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