Ella

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Para Ella

Particularmente la gente te deseara con gran intensidad y te desechará con esa misma potencia.

Inevitable el proceso de vida de un humano, vergonzoso que no podamos darnos cuenta de todo lo que dejamos ir, de que no intentemos siquiera detener el tiempo. La vida tomaría otro sentido si fuera así.

 El cielo estaba cubierto de oscuridad, y las nubes divagando de este a oeste, las luces de los edificios reflejándose en las ventanas de los autos, el aire tan ligero soplando los cabellos y las tiendas que estaban abarrotadas por las mañanas ahora estaban completamente oscuras y vacías; todo esto me hacía sentir débil, me hacía sentir limitado.

El regreso a casa me adormecía bastante, durante todo el viaje pensaba en muchas cosas, el viaje siempre me acurrucaba, pero ese día fue la excepción… solo pensé en una cosa.

Ella tenía medias blancas que le llegaban tres dedos abajo de la rodilla, una falda color gris y un suéter color escarlata; su falda moldeaba perfectamente sus caderas de quinceañera, jalaba las puntas de las mangas del suéter con su pulgar para poder cubrir sus manos empuñadas.  Se veía tan asustada ante la situación; mantenía su mano asida sobre sus labios y bajo su nariz, como si tratara de oler la manga del suéter. Cambiaba de dirección la mirada a cada tres segundos, se veía muy asustada en aquella calle que conducía a la estación, había a su derecha quizá dos hombres con apariencia de chofer de bus, y la miraban muy morbosamente. Uno de los tipos la miraba de soslayo; observaba detenidamente sus piernas y poco a poco subía la cabeza al ritmo de su mirada, hasta que su nariz apuntaba su cintura y los ojos a sus pechos.

Ella realmente es hermosa, y la refiero en tiempo presente porque aún sigo pensando en ella, en sus ojos que alcancé a ver eran de color café muy claros, en su falda, en el aire que se introducía en su pelo y lo hacía bailar en su frente, en su cintura, en sus ojos nuevamente, en ella.

La conocí cuando iba en el colectivo, yo iba sentado cerca de la ventanilla y tan sólo bastó un movimiento del cuello para poder verla, tan solo fueron segundos... Pero bastaron para poder pensar en ella durante años.

Pedí al hombre de sombrero que iba sentado a la par mía que me permitiera pasar, aunque hizo un gesto de desagrado pero se levantó y me permitió el paso, esquivé a todos los vendedores que estaban en el pasillo del autobús, le dije al chofer que bajaría en ese instante... No lo podía creer, estaba bajando las gradas. De pronto comencé a pensar que aquello era una locura y que me devolviera a mi lugar para continuar con el viaje a casa, pero era muy tarde, pues ya me estaba apoyando de la barra para saltar la última grada del autobús.

De pronto pude darme cuenta que el autobús estaba lejos de mí, este había avanzado toda la calle con un asiento vacío, con mi asiento vacío.

Camine lentamente hasta donde ella estaba, caminaba y sentía que la avenida se ensanchaba y se alargaba, sentía que mis piernas se volvían líquido y se diluían entre los baches, de pronto… Estaba frente a ella, la saliva se me atoró en la garganta y me quedé estático, mirándola como un relámpago. Seguramente ella creyó que estaba colocado, o que estaba loco. Intentaba recordar que ropa tenia puesta, para saber si no eran de esas con las que nunca me presentaría con alguien que me gusta, o si debía estar calmado porque llevaba puesta la Field Jacket Canvas de color café y los pantalones vaqueros que tanto me gustaban, pero no logré recordar. No sabía que decir, ni siquiera sabía cómo mirarla y decirle que me había bajado del autobús porque no podía permitir que el tiempo pasara y jugara con mi tranquilidad, no podía avanzar un solo metro sin saber su nombre, y si lo hacía, si avanzaba kilómetros lejos de ella seguramente no podría casarme, no podría tener hijos, no podría conciliar el sueño toda la vida (exagerando las cosas para que ella me correspondiera, porque en ese momento tenía mucho sueño) y  que si no bajaba, seguramente besaría los labios equivocados toda mi vida, así que... —¡hola!— aquella bisílaba salió fugazmente de mis labios y ella me sonrió, todo iba bien. — Me me me…… ¿Me creerías si te dijera que me bajé del autobús que acaba de pasar porque no pude evitar estar aquí ahora diciéndote que me gustaste muchísimo? —Lo dije tan rápido que ni siquiera yo me entendí, sentía que la lengua se me  trababa a cada dos palabras, por lo que decidí hablar despacio, como si deletreara cada  palabra. 

— ¿Meeee Creeeríaaas siii te dijeeera que me bajé del autobuuuus que acaba de pasar porqueeeee no pude evitar estar aquí diciéndote que me gustaste muchísimo? —Vi como ella se sonrojo en un segundo, la piel blanca de sus mejillas se enrojecieron y los rasgos de una sonrisa aparecieron; no una simple sonrisa de unos labios jalados, era una que se extendía hasta sus ojos, una verdadera sonrisa Duchenne.

No sé como pero estuvimos hablando mucho tiempo, y tras mi espalda estaban pasando los últimos buses del día y a ninguno de los dos le importó. No me importaba nada aquel día, lo tenía todo… estaba en mi hogar, con mi familia, en los brazos de mamá, en mi habitación, en el azafranado horizonte, con mi perro, con mis libros. Lo tenía todo estando con ella, me sentía completo, me sentía infinito.

 He vivido sesenta y cinco primaveras, inviernos y veranos… Mis sesenta y cinco años me enseñaron que debo hacer todo por detener el tiempo, todo por seguir mi destino y seguir mi destino no significa dejarme llevar por la corriente, sino que tengo que nadar contra la corriente, nadar para combatir lo inevitable, evitar ahogarme,  intentar, porque eso es satisfactorio, luchar y aprender lo necesario. Si es inevitable, está bien, hay que intentarlo una y otra vez aunque la victoria no sea segura, pero luchar por algo en la vida, es lo que le da sentido a todo. El amor no significa nada, a menos que haya algo que merezca la pena pelear, es una hermosa guerra.

 Mi sufrimiento rueda por la ventana, he visto como todo regresa, he oído el sonido… Lamento tanto no haberme bajado aquella noche del autobús, pero no lamento que en aquel viaje lo único que pensé fue en una vida con ella, cada kilómetro que avancé esa noche significó un año al lado de ella, cada metro fue un abrazo, cada centímetro fue un beso. Hoy tengo que desecharla con la misma intensidad que la suspiré toda la vida. 

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2015 ⏰

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