s e m a n a n u e v e
Sostenía con fuerza los tulipanes en mis manos mientras veía directamente al suelo nervioso con mi pierna temblando y mis manos sudando. Las voces a mi alrededor me hacían sentirme sofocado, todos preguntando por alguna medicina, con nombres y palabras extrañas que solo un doctor sabría y algún que otro llanto por la pérdida de alguien que hacían que mi ansiedad aumentaran. Solo era el sentimiento de que, siempre pasan cosas malas en los hospitales, nunca tuve una experiencia cercana en este lugar, pero, aun así, la agonía y tristeza me perseguían. Cuando escuché mi nombre en una voz conocida pude relajarme al saber que todo estaba en mi cabeza.
Alcé la vista encontrándome a Mónica enfrente de mi con una sonrisa en el rostro y las ojeras marcadas por no haber dormido después de tanto tiempo, un poco de tristeza en su mirada que se justificaba con el miedo de que su hija pudo haber muerto. Me extendió los brazos mientras yo me paraba intentando de que las flores no nos estorbaran.
—No pensé verte aquí, Dominic. Al escuchar a la enfermera decir tu nombre casi me caigo de la silla, como dejaron las cosas hace unos días creí que nunca te volvería a ver.
Me abrazó por los hombros, tuve que agacharme para que funcionara el abrazo y después me dio un par de golpes en la espalda emocionada.
—Tenía que hacerlo, he estado preocupado por ella, pero apenas tuve el tiempo para venir ¿cómo está?
Acomodé mis lentes cuando sentí que se bajaban de mi nariz y Mónica soltó un suspiro de alivio.
—Mejor, gracias al doctor García y a Dios no pasó nada grave que no se pudiera solucionar, Dominic. Solo fue un ataque de pánico con respecto a todo lo que ha pasado en este poco tiempo, pero con todo de las hormonas y el bebé fue mucho para su cuerpo.
—¿El bebé está bien?
—Sí, no te preocupes por ello, están en buenas manos. Bill consiguió a los mejores doctores y la mejor observación para Ana, quiere lo mejor para su familia.
Sus palabras me daban a entender que ella no sabía lo que pasaba entre ellos, con respecto que Bill la abandonó al enterarse de lo que hicimos.
—Eso significa que se van a quedar más tiempo en México ¿no es así?
—Bueno, Bill ya pidió que la transfiriéramos a Minnesota de inmediato cuando todo pasó, pero quieren tenerla un par de días en observación antes de dejarla ir, ya sabes, por todo el cuidado que necesita y ver que no le pase nada malo. Asegurarse que pueda viajar sin tener otro ataque de pánico.
—Entiendo.
Asentí viendo al suelo y Mónica puso una mano en mi hombro para sobarlo.
—¿Quieres verla? Estoy segura de que estará muy feliz de verte y más ahora que necesita un poco de alegría por aquí. Este lugar llega a ser muy depresivo aun cuando tú ya pasaste lo peor.
—Para eso vine realmente. Quiero asegurarme de que está bien.
—Ve, está un poco adormilada, ha preguntado por ti un par de veces.
—Gracias, Mónica, espero verte pronto.
Me sonrió y yo caminé al cuarto donde Ana se encontraba. Toqué varias veces antes de entrar ya que estaba viendo la ventana que cuando volteó, lucía cómo si apenas hubiera despertado y me sonrió.
—Domi...
Me extendió la mano moviéndola de un lado al otro emocionada. Lucía un poco enferma, pero feliz. Intenté de lucir lo más tranquilo que podía mientras me acercaba a ella y nuestras manos se encontraron. Le di un beso en la mejilla presionando la mano asegurándome que aún seguía aquí.

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Déjame cuidarte. EDITADA
RomanceLa vida nunca es justa. Está llena de subidas y bajadas que normalmente son las que te forman como persona, pero nadie cuenta que el proceso puede ser doloroso. Rebecca y Dominic lo saben tan bien que además de aprender a sobrellevarlo también han c...