Abro la ventanilla de mi puerta para que el aire fresco impacte contra mi cara pensando que me ayudará a calmarme, pero no sucede. Tengo los nudillos blancos de tanto apretar el volante. He salido tan molesto del aparcamiento que me he traído a Trevor conmigo. Nadie ha hablado, ni siquiera Bailey que suele ser muy preguntona en situaciones como estas.
La miro por el retrovisor para asegurarme de que no está llorando o peor. Está viéndose las manos. Parece triste.
—B —nos miramos por el retrovisor—, ¿Estás bien?
—¿Por qué esa mujer te pegó?
—No fue nada, cariño —me obligo a sonreír—. Sólo estaba asustada, es todo. Toma —le paso mi móvil y los audífonos—, diviértete con eso. Todavía estamos lejos de la casa de los abuelos.
Bailey conecta los audífonos y se los pone. Nuevamente la camioneta vuelve a estar en silencio unos segundos.
—Mierda, no he querido abrir la boca, pero si tú no dices nada no creo poder aguantar. ¿Qué carajos ocurrió hace un rato, Kurt?
Trevor está evidentemente confundido y sé que no puedo sólo callarme porque ambos sabemos quien es Jordan. Quizá yo un poco más que él. Miro a Bailey por el espejo retrovisor y sacudo la cabeza.
—No lo sé.
—¿No lo sabes? Carajo, quería asesinarte —dice—. Estaba furiosa, ¿Qué le has hecho?
Descuido la carretera en los cortos segundos que lo miro. Me siento ofendido de que piense que yo he hecho algo para que me odie.
—He intentado ser amable con ella desde lo del bar.
—¿Qué tiene que ver el bar?
Me paso una mano por el cabello. Me frustra que no lo entienda a la primera sin tanta explicación.
—Casi —miro a Bailey para verificar que no nos esté escuchando—. Casi follamos esa noche en el bar, ¿De acuerdo? Luego, simplemente, nos hemos reencontrado sin querer en la guardería, pero ella parece que mi sola presencia le moleste. No la entiendo.
—Alguna explicación ha de tener eso —apoya el codo en la ventana y se pasa los nudillos por el mentón, pensando—. ¿Y cómo explicas lo de hoy?
Me encojo de hombros, porque ciertamente no sé ni cómo explicarlo.
—Olvidó a su hermano en la guardería y Bailey me ha pedido que lo lleváramos al bar a esperar que Lori le dijera a Jordan que nos lo habíamos llevado —sacudo la cabeza—. Obviamente ha sido una completa estupidez hacer algo como eso.
Automáticamente me pongo en el lugar de Jordan. Me pongo en su lugar si alguien se llevara a Bailey de la guardería. Me imagino una situación donde voy a buscar a mi hija a la guardería y simplemente me digan que alguien más se la ha llevado.
Uno de mis mayores miedos es perder a mi hija así como perdí a su madre, porque Bailey es lo único que me queda de Rose. Una piedra se acentúa en mi estómago y me remuevo en el asiento, porque de a poco comienzo a comprender la reacción de Jordan. El miedo en sus ojos y en su voz. El alivio de ver a June intacto y jugando con mi hija.
—No, Kurt. Creo que simplemente la preocupación habló por ella, es todo.
—Como sea, ya no importa.
—No, sí importa. Importa porque evidentemente te interesa.
—Ella no me interesa, y después de lo de hoy espero no encontrármela por ahí jamás.
Debería morderme la lengua y tragarla, porque obviamente estoy mintiendo. Sigo teniendo preguntas. Sigo queriendo saber quien es. Sigo recordando lo que pasó entre nosotros hace casi dos semanas.
Trevor suelta una risa por la nariz y mira por la ventana.
—Estás mintiendo.
—Si miento o no eso no te interesa —casi de inmediato me arrepiento de decirle algo como eso—. Mierda, lo siento, Trevor. Es que estoy alterado.
Muevo los dedos en el volante y me acomodo en el asiento. Todavía tengo la sensación de Jordan golpeándome el pecho.
—No pasa nada —medio sonríe. Se gira para mirar a Bailey que se ha quedado dormida y luego señala la radio—. ¿La enciendo? No tenemos que hablar de lo que pasó hoy. Ya fue lo suficientemente loco presenciarlo.
Una de mis comisuras se eleva y no espera a que le diga que sí. La enciende y conduzco en silencio hasta la casa de mis padres.
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Mitades del corazón
RomanceJordan, divorciada a sus veintisiete, siente el peso de no haber hecho funcionar su matrimonio aún sabiendo que no fue su culpa. Y para rematar, en menos de seis meses lo pierde todo y su vida da un giro de 180 cuando aparece un niño frente a su pue...