Pastelillo

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Joaquín POV

Dos shots de expreso, un sobre de azúcar, sin leche, sin espuma, lo suficientemente caliente para llegar a la oficina a una temperatura decente para ser bebido, siempre de la misma cafetería local que descubrió gracias a una de sus conquistas. Era jueves así que debía conseguir una rebanada de panque de nuez de la pastelería al otro lado de la cuadra y asegurarme de que corbatas de repuesto, para después de que dejara una gota de café (en el mismo lugar que los últimos cinco años), pudiera cambiarla en el baño de su oficina. La corbata tenía que llevar el nudo perfecto que me hizo aprender a los dos días de entrar a trabajar y que secretamente había ido cambiando lentamente a uno más sencillo que el que a él le gustaba, porque odiaba hacer nudos.

Todo debía estar en su oficina antes de las ocho, la hora en que salía por las puertas del elevador privado acomodándose el saco porque odiaba manejar con eso puesto, él leería el diario como un hombre cincuenta años en su oficina, fingiendo que había llegado a las nueve como todos en la oficina y obligándome a mentirle a todos los gerentes que querían verlo antes de esa hora.

A las nueve quince me llamaría a su oficina para leer todos los mensajes que tenía, repasar su agenda y terminar de acomodar su corbata antes de tener que seguirlo hasta la sala de juntas para la reunión mensual con los gerentes. La junta estaba programada para durar dos horas, si uno solo de ellos se atrasaba haría a todo su equipo trabajar horas extras por su "incompetente" jefe, y por supuesto tendría que bajar para dar las malas noticias ganándome miradas de desprecio como si hubiera sido mi decisión el trabajo extra.

―Tengo una cita para el almuerzo, es personal así que no quiero interrupciones a menos que sea una urgencia, debería estar de vuelta a las tres, pero te llamaré si el tiempo se alarga. ―murmuró con ese tono calmado y condescendiente al que podía fingir me había acostumbrado.

Si era María su cita de mediodía, regresaría incluso antes de las dos. Si era su madre me haría cancelar la cita y alargaría la junta hasta que nadie pudiera cuestionar sus razones para no asistir al almuerzo. Si era su hermano mañana tendría que traer un kit para curar la resaca mágicamente. Pero si era Ian, no volvería a verlo sino hasta el lunes y recibiría una llamada casual en mitad de la noche del domingo para que le consiguiera un avión de vuelta desde quién sabe que destino exótico al que había decidido llevar a su pequeña mascota.

Como fuera, ya odiaba su estúpida cita.

― ¿Tienes los itinerarios y programas para el viaje a Londres? ―asentí colocando un dedo detrás del nudo para asegurarme de que no estuviera demasiado apretado, mis dedos estaban fríos causando que la piel de su cuello se erizara, pero su rostro ni siquiera se inmuto.

―Todo está en las carpetas que deje en la sala de juntas esta mañana. ―respondí terminando de acomodar la corbata antes de dar un paso atrás para recoger la que había quedado sobre el escritorio, debía enviarla a la tintorería.

― ¿Has comprado los boletos de avión? ―volví a asentir observándolo acomodarse el cuello de la camisa y el saco. ―Cancela el de Vázquez, él no ira con nosotros. ―fruncí ligeramente el ceño tratando de no preguntar, siempre que mencionaba a Andrés me ponía cara de pocos amigos y me repetía que mi "estúpida" relación con el gerente de ventas, no era de su incumbencia.

―Lo haré después de la junta. ―murmuré anotando el recado en la tableta de la empresa. ― ¿Alguien más irá en su lugar?

―Sí. ―musitó abriendo la puerta esperando que lo siguiera sin siquiera terminar de darme una respuesta, deje la corbata sobre mi escritorio tomando el resto de mis cosas para la junta, a mi jefe le gustaban las notas, pero no le gustaba tomarlas él mismo. El resto del equipo ya estaba en la sala, algunos llevaban a sus propios asistentes o secretarios personales, otros llevaban a alguno de los miembros de sus equipos de trabajo y los más experimentados se presentaban solos, sabiendo que Emilio no dejaría hablar a nadie que él no hubiera mandado llamar.

Mr. BastardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora