único.

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Nota: Fuera de personaje; se critica el acoso y, probablemente, se insinúa una relación tóxica (?).

...

- Mamá, ¿Es verdad que tú acosabas al tío Adrien?

Marinette deseó enterrarse viva después de escuchar la pregunta que su adora hija le hizo, y también deseó golpear a Félix en su hermosa cara. Porque estaba completamente segura de que el desgraciado le había contado de su vergonzoso y oscuro pasado cuando tenía 13 años.

Y debe admitir que si Félix no le hubiese señalado su obsesión con Adrien y haberle dado un sermón sobre lo mal que estaba el acoso y justificarlo con que se trataba de amor.

Y sí, no tenía justificación sus actos. A veces recordar lo que hizo le hacía querer morir de vergüenza, incluso llegó a darle miedo los actos de la Marinette de 13 años; ella tenía muchos problemas.

- ¿...Quién te dijo eso, cariño? – le preguntó después de un rato, con una sonrisa tensa. Bastante tensa.

- Papá me lo contó cuando mirábamos los álbumes, cuando estabas ocupada.

Marinette reprimió un grito, apretando el mango del cucharón con fuerza. Maldito Félix, ¿Por qué le contó esas cosas a su adoraba Giselle!

Y ella que pensaba no contarle nada de eso, y tener el pasado muerto y enterrado. Pero ahora tenía que pasar estas vergüenzas como si fuese un castigo por sus actos del pasado...

- Bueno... Yo... Sí, lo hice – suspiró pesarosa, apagando la estufa y asentando el cucharón dentro de la olla para voltear a verla, avergonzada y arrepentida –. Reconozco que... Todo lo que hice estuvo mal, muy mal... Mamá no tiene excusa – volvió a suspirar, bajando la cabeza, sintiéndose pésima –. Lo siento mucho, amor...

- ¡Bravo, mamá! De verdad es bueno que reconozcas tus errores – le preguntó Félix, cargando a su pequeña en brazos, tomando por sorpresa a Marinette quien levantó de golpe la mirada, sorprendida. Félix le dedicó toda su atención a la casi viva imagen de su esposa, acariciando su cabello –, ¿No lo crees, Gil?

Giselle asintió, sonriendo con inocencia.

- Ahora ve a tu cuarto, papá debe hablar con mamá, ¿Sí?

Giselle volvió a asentir y apenas Félix la bajó, se fue a su habitación. Dejando así a ambos adultos a solas, en un silencio tenso.

- ¿Por qué le contaste eso a nuestra hija, Félix? – inquirió Marinette, acercándose a Félix, enfurecida. Conteniéndose de darle una bofetada en ese instante.

- No tengo la intención de ocultarle nada a nuestra hija, así como tampoco mostrarme como la persona perfecta que sé, no soy y no seré – respondió con seriedad, sonriendo con ironía –. ¿Verdad, Marinette?

-... ¿Entonces por qué aún sigues conmigo? ¿Yo de verdad te gusto tanto como dices? – preguntó, dolida. Todavía molesta porque Félix había sacado ese pasado que creía olvidado, y dolida por lo mordaz que sonaron sus palabras.

De todavía existir los Akumas, ella probablemente sería una víctima de ellos. Aunque en sí, se estaba desbordando lo que muchas veces tuvo o llegó a acumularse en su interior; cuando creció y maduró, fue que finalmente fue consciente de que no era tan buena persona como creyó y que hirió con sus palabras o trató mal a algunos porque simplemente no eran de su agrado.

Fue una horrible persona en el pasado y ahora, estaba tratando de componer y enmendar eso. Pues, no era como que sus padres y alguna de sus amigas le dijese que no todo lo que hacía era correcto; pues se acostumbró a que siempre le aplaudiesen sus acciones.

Y fue Félix, la única persona que no le aplaudía sus acciones. Sin embargo, no es como que él también fuese la mejor persona.

- Sinceramente, tampoco tengo idea de por qué me gustas... Pero, quiero creer que es porque somos un roto y un descosido – sonrió de medio lado –. Y yo, te estoy realmente agradecido por la hija que me diste, Mari.

Mari... La llamó Mari. Un apodo cariñoso que no solía usar mucho, y cuando lo hacía, le hacía sentirse querida por él; era un sube y baja de emociones, que le hacían querer llorar.

Porque, Félix también era una persona horrible como ella. Y de forma irrisoria, así le gustaba; eran sentimientos complicados que ebullían como una olla exprés.

Marinette se acercó hacia él, apoyando su frente en su pecho, golpeando sin fuerzas también su pecho, con una sonrisa rendida. Era un desastre, todo respecto a ellos era un jodido desastre.

(Pero Marinette aprendió a amarlos.

Y amar a Félix, era como amar a una rosa con las espinas más punzocortantes del jardín).

- A veces, te detesto Félix... Pero también, te sigo queriendo. Más de lo que creí.

(Soy horrible, somos horribles...)

- Y también, amo mucho a nuestra hija.

(Pero podemos ser un bonito desastre, ¿Sabes?)

-Traumada Taisho

Osado de tu parte creer que he salido de hiatus.

Vergonzoso pasado [Félix/Marinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora