•prometidos•

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- ¿Que es eso tan importante que nos querías decir, hijo? - le preguntó Molly a George.

El pelirrojo había reunido a toda la familia en la mesa para contarles que él y Sam se habían prometido. Pero llevaba intentando decirlo hacia más de diez minutos y todo se estaban poniendo de los nervios.

Sam, que todavía estaba en su piso, apareció en medio del salón mientras se comía una dona como si la vida le fuera en ello.

- Tan fina como siempre, cariño. - le dijo Ginny.

La castaña rió y se dirigió hacia la mesa donde estaban todos.

- Sam, preciosa  ¿Tú sabes que es eso tan importante que intenta decirnos George?

- Sí, claro.

- ¿Y podrías decírnoslo? - habló Fred - Es que hace como diez minutos que a entrado en cortocircuito.

Sam volvió a reír y asintió mientras se dirigía a la cocina a tirar el papel que llevaba para sujetar la dona.

- Lo que quiere deciros es que estamos prometidos. - habló mientras volvía a la mesa chupándose un dedo comiéndose el azúcar que le había quedado. - Nos vamos a casar.

El comedor se llenó de un silencio sepulcral mientras se sentaba en la mesa con todos.

Los miró a todos uno por uno y cuando llegó a George, vio que tenía la boca abierta y los ojos como platos.

- ¡¿Y lo dices tan tranquila?!

- Es la verdad. Además, no es nada malo. - se encogió de hombros. - O eso creo.

El primero en reaccionar fue Arthur, que se levantó chillando hasta abrazar a Sam mientras una lágrima caía por su mejilla.

- ¡Por fin!

Después, todos los felicitaron y abrazaron. Todos rieron al ver como Molly estrujaba las mejilla de George y lo trataba como si todavía fuera un niño, y él se moría de la vergüenza.

Cuando todos se calmaron, se sentaron de nuevo y Molly habló.

- Déjame ver que anillo te regaló mi hijo, porfavor querida.

- ¿Que?

- El anillo con el que te pidió matrimonio. - habló Hermione.

- Oh, sí, claro.

Llevó la mano debajo de la mesa y subió la mano del pelirrojo hasta que quedó encima de la mesa, dejando ver un precioso anillo de plata en su dedo.

- Creo que no estoy entendiendo nada... - dijo Ron.

- Pues no es muy complicado. - intervino Harry al ver la confusión en todos los rostros que miraban el anillo. - Sam fue la que le pidió matrimonio a George. Sinceramente, no se porque todos pensaron que fue él quien lo hizo. Una mujer también puede hacerlo.

Todos callaron y Ginny asintió orgullosa mientras agarraba la mano de su marido.

Al ver que ninguno reaccionaba, Harry agarró la mano de Sam, ya que esta se encontraba a su izquierda, y le dedicó una sonrisa.

- Es un anillo precioso, Sami. Tienes buen gusto.

Sam le agradeció el gesto y también le sonrió. Y, como había pasado antes, todos recobraron el sentido y empezaron a preguntar.

- ¿Y como te lo pidió, George? - preguntó Hermione.

- Cuando estuvimos en Hawaii, me preparó una comida en la playa y cuando me quise dar cuenta estaba sobre una rodilla con una caja de terciopelo en las manos.

- ¿Y como reaccionaste? - preguntó Ginny. - En las películas siempre saltan uno encima del otro mientras gritan si y todo ese rollo.

- Eso fue, exactamente lo que hiciste tú. - le recordó Harry.

Los dos pelirrojos se sonrojaron. La primera por el comentario de su marido que la había dejado como a una cursi romántica, y el otro por el recuerdo de su reacción vergonzosa ante la petición de Sam.

- Os aseguro que no fue como en las películas. - rió Sam. - Se quedó petrificado, parecía muerto en vida. Me miró y empezó a balbucear, empecé a pensar que él no quería. Cuando me di por vencida algo en él despertó y entonces me dijo que si.

Todos rieron y George se puso completamente rojo.

Se estuvieron riendo de él durante toda la tarde, mientras él se ponía rojo todo el rato. Alfinal decidieron ver una película en la televisión muggle de Arthur y pusieron un CD de una película que tenía Sam.

- ¿Como has dicho que se llama? - preguntó Harry.

- Es la primera de la saga de Fast & Furious. - dijo tapándose con una manta al lado de George. - Y ya les aviso, como alguien diga algo malo de estas películas tendremos problemas.

Todos rieron un poco y Ron le dio al play para después descansar la cabeza en el regazo de Hermione.

Ya llevaban más de la mitad de la película cuando Ron se quejó.

- Eso es imposible. Los coches no van tan rápidos. ¿Como hacen todo eso? No tiene ningún sentido.

Sam lo miró furiosa y el pelirrojo se encogió un poco.

- Primero, disfruta de la película que por algo se llama ficción, Roro. Y segundo, nosotros sacamos magia de unos palos de madera. ¿De verdad te preocupa el porqué un coche vaya tan rápido?

- Touché. - dijo Ginny asintiendo.

Una vez acabó la película, todos quisieron poner la segunda, por lo que Sam sacó el CD. Ron se quejó, pero todos sabían que era por disimular. Le había gustado pero no quería admitirlo después de haberse quejado al principio.

Sam, que estaba viendo concentrada la película, notó un calor en su muslo izquierdo.

- ¿Que haces? - le susurró a George mientras este seguía subiendo su mano.

- No se de que me hablas.

- Siento arruinarte la diversión, Weasley. Pero no voy a dejar que interrupas mis amoríos por Toretto, Brian y Letty en estos momentos.

Retiró su mano lentamente y le dio un beso en la mejilla a pesar de sus múltiples protestas.

- No pensé que te gustarán ese tipo de tíos.

- A mi me gustan todos y todas, George.

Este le lanzó una mirada odiosa y la castaña sonrió para después seguir viendo la película.

Después de muchas horas, ya era muy tarde y todos habían cenado unas pizzas mientras acababan de ver la tercera.

- No os pongáis nerviosos, que mañana traigo las que faltan.

Todos asistieron sonrientes y se despidieron para irse a sus habitaciones.

Sam y George se fueron a su piso, ya que como ahora vivían juntos en la apartamento de la castaña, era más cómodo para ellos.

Cuando aparecieron en medio del salón, el pelirrojo se dirigió directamente al pasillo para ir a la habitación a ponerse el pijama. 

Pero no pudo avanzar mucho, porque la mano de Sam lo detuvo agarrándole por la muñeca y girando su cuerpo hasta que estuvieron cara a cara.

- Antes no te he dejado hacer nada, pero ahora estamos solos, y...podemos hacer todo el ruido que queramos.

Empezó a acariciar la entrepierna del pelirrojo, mientras repartía besos húmedos por su cuello y los iba subiendo por su mandíbula.

- A la mierda el pijama.



Sam (George Weasley) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora