Hasta que la muerte los separe

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Ok, ya estoy de vuelta! A pedido de... amm ¿Carpe Diem? Interesante nombre por cierto xD Voy a dejar el nuevo cap. Disculpen la demora, estaba haciendo cosas para la Uni y no tenía tiempo. Saludos ^^


Capítulo IX: Hasta que la muerte los separe


Había algo positivo y algo negativo de ser un Warenne, lo positivo era que el apellido acarreaba consigo un inesperado halo de respeto. Cualquiera que tenía la fortuna de llevarlo, debía sentir a la vez el peso de años de tradición de una familia de alto lustre. Lo negativo, bueno... lo negativo era que Iker no era uno de sus representantes más respetables. El conde de Pembroke tenía fama de pendenciero, granuja e irresponsable, atributos que lo hacían digno de poca elegancia.

Nadie podía mirar a Iker y pensar algo como: «¡Oh,allí viene un Warenne!» Si no que las alusiones a su nombre siempre iban acompañadas de algún poco favorable adjetivo: «Allí viene el pillo ese... el malhumorado, elaburrido,el complicado, el desdeñoso, altanero, despectivo, frío, arrogante, etc, etc... conde de Pembroke». En circunstancias comunes, esto le habría causado mucha gracia —lo había hecho, a decir verdad— pero no en ese instante; en ese instante nada le habría gustado más que tener el aplomo diplomático de alguno de sus hermanos. Necesitaba expedir la gracia de su título y a decir verdad, tras años de ignorar las reglas básicas de los caballeros, se sentía un poco en desventaja. Y entonces una vez más pensaba en lo negativo de ser un Warenne, ¿quién podría pensar que lo negativo incluso podría tomar forma humana?

Soltó un suspiro por lo bajo mirando la punta de sus botas, las caminatas constantes ya habían echado a perder otro par.     

—Levanta la vista. —Él se irguió como un soldado tras esa orden, casi como si repentinamente volviese a tener siete años. Siguió caminando detrás del hombre, pero en esa ocasión asegurándose de no mirarse los pies y ganarse otra reprimenda. Pasó saliva con dificultad y la puerta detrás de ellos se cerró. Aire, pensó soltando un suspiro de tranquilidad, finalmente podía respirar de nuevo—. Eso no ha salido tan mal —comentó el viejo, volteándose para obsequiarle una afable sonrisa.

Iker masculló una respuesta ininteligible, ya había soportado mucho por ese día. No podría fingir tan bien como él.

Lo observó dirigirse al carruaje negro tirado por dos corceles que bien podrían pertenecer al rey. El cochero con levita borgoña y el escudo de la familia decorando las puertas laterales, eran como una burla a la elegancia y a todos sus principios. Él se sintió repugnante de sólo mirarlo, ¿cómo había caído tan bajo? Nunca antes se había sentido así de miserable; pero una vez más era su culpa, pues sabía que su simple presencia sería la determinante en un caso que él no podría manejar solo.

—Bien... —susurró mordiéndose la lengua con fuerza, antes de soltar su siguiente palabra—. Gracias.

Sorprendido de que le saliera en un solo intento, se volteó para encarar el camino de piedras y salir finalmente de aquel odioso lugar. Pero, ¿acaso las cosas podrían ser tan fáciles? No, por supuesto que no. No tratándose de un Warenne.

—Aguarda, Pembroke. —Y de esa forma, Iker se vio obligado a detenerse en plena huida—. Sube.

Él lo fulminó con la mirada, completamente reacio a llevar esa tortura en sus dominios.

—Si vas a la mansión, allí te encontraré —vociferó de manera concisa, por un segundo albergando la posibilidad de que todo quedaría en eso.

—Sube de una maldita vez, los caballos tienen que hacer el viaje de todas formas y dudo que sientan el añadido de un poco de peso extra.

Iker entonces estudió al cochero y a los caballos respectivamente; odiaba viajar en carruajes o en cualquier cosa que le impidiera valerse de sus propios medios. Lo odiaba con cada fibra de su ser y ese hombre lo sabía, tal vez esa era justamente la razón por la cual hubiese sacado el mejor carruaje de la cuadra.

El Conde FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora