24. Pequeño incidente.

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Isabelle habló con Louis para que ella pueda indicarle la dirección en donde se encontraban.

─Sí, conozco el lugar... Está bien, sólo trata de que no se meta en problemas... Llegaremos en seguida. Isabelle, no te preocupes.─Colgó.

─¿Qué pasó? ─Pregunté cuando me devolvió el celular.

─Entra al auto.

─Pero...

─Entra al auto─ Insistió nuevamente.

No dije ninguna palabra e hice caso a lo que me había dicho. Subí al coche y Louis empezó a conducir a una velocidad no permitida.

Mi miedo era vidente, estaba asustada. En primer lugar, no sabía a donde nos dirigimos ni tampoco porque tenía que conducir tan rápido.

─¿Qué pasó con Dylan?─ Pregunté sin mirarlo por el temor a que me levante la voz.

Silencio.

─Louis, por favor, dímelo. Tengo derecho a saber.

─No es nada grave.

─¿Nada grave es que estés conduciendo como loco a no sé cuantos kilómetros para llegar...─Fui interrumpida.

─Dylan está en un bar.

─¿En un bar? ─pff, tanto problema porque está en un bar─ Pero, Isabelle... ¿Está con él?

─Sí. Dice que bebió exageradamente, como siempre y está haciendo escándalo. ─Frenó de repente, estacionando en frente de un bar con un gran letrero de neón con el nombre de:"All Night" Quédate aquí, no bajes.

No tuve la oportunidad de contradecirlo porque ya se encontraba caminando hacia ese misterioso bar.

Desde donde me había quedado, en el auto, podía observar a la gente que se encontraban fuera del lugar, personas en el suelo con una botella de cerveza en la mano, mujeres con dimunta ropa, y un guardia de seguridad.

¿No eran ni las doce de la noche y ya estaban borrachos?

Pensé en las mil maneras de como salir del auto.

Busqué la llave, y efectivamente estaba en el auto.

La saqué inmediatamente y salí, antes, cerré todas las puertas de nuevo, por seguridad, claro.

Di gracias porque llevaba unos shorts blancos y una blusa negra con un pequeño escote. Así al menos podré pasar como mayor de edad.

Pasé por las personas borrachas tiradas en el piso llegando hasta la puerta.

─Carnet de identificación, por favor.─ Era el guardia.

Mierda.

─Lo dejé en casa.─ Mi respuesta fue rápida.

─Sin su identificación no puede entrar jovencita. ─Su voz era autoritaria.

─Yo vengo con el joven que entro hace unos instantes. Tenía polera azul ─decidí describirlo─, no me acuerdo el color de su pantalón pero llevaba pantalón, sus ojos son de color...

─Señorita, a mi no me pagan para ver de que color son los ojos de las demás personas.

─Pero vengo con él. Yo estaba estacionando el auto ─mentí─ su nombre es Louis.

─¿Louis? ¿Louis Morgan?─ Levantó una ceja.

─El mismo. Por favor déjeme entrar.

Me miro de reojo y era obvio que yo no me veía como una adolescente de dieciocho años y mucho menos podía estar en barres, tengo dieciséis, casi diecisiete.

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora