Flor Roja (El comienzo de un asesino)

capitulo 3

—estas no son horas de llegar —dije mientras miraba pelicastaño con seriedad.

—disculpenme la tardanza, tuve un imprevisto y no pude llegar a tiempo —hablo este mientras se colocaba a lado del otro hombre

Observando su apariencia, por su camisa algo des acomodada, el leve aroma al perfume de olor femenino, mas aquella marca morada algo oculta en su cuello, pude notar a que se refería cuando dijo "imprevisto"

—ya veo, ¿para usted satisfacer su necesidad sexual es mas importante que el trabajo? —los presentes me miraron sorprendidos por lo que dije por lo que dije.

—¿perdon? —hablo algo indignado.

—olvidelo, mejor sigamos, Preséntese por favor —este alzo una ceja, luego inconscientemente se enderezó su corbata y aclaro su garganta.

—si, bueno, Señorita, le presento a mi sobrino y futuro dueño de la compañía C.F —su sobrino, quien lo diría.

El joven suspiro y me ofreció su mano para estrecharla, yo la tome por cortesía.

—mucho gusto, Martín Cien fuegos —hablo este.

—igualmente —dije en un lugar tono neutro, tenia que admitir que disfrutaba lo que veía, ver semejante vestía al frente de mi, pero yo no caería tan fácil, ese no era mi plan.

—es fascinante conocerla por fin en persona, Señorita Brown —hablo en un tono coqueto, su sonrisa marcaba perfectamente las facciones de su rostro, no podía negar que ese hombre era todo un galán...

—Conque usted me conocía —fingi interés al igual que una sonrisa.

—¿pues quien no? Todos hablan de la mujer mas exitosa y poderosa de probablemente el mundo entero, ¿o me equivoco? —yo solté una leve risa otra vez fingida, y luego suspire, seguido de eso cambie el tema.

—bien, es mejor que sigamos con el propósito de esta reunión, ¿no cree? —me senté en una de las sillas al igual que ellos.

—me parece una buena idea —hablo el hombre de cabello grisáceo mientras tomaba los papeles de la mesa y suspiraba.

Unas horas más en esa agobiante charla, mientras podía sentir la intensa mirada de Martín en mi, por lo que yo hice todo lo posible por no cruzar mirada con el, y mantenerme concentrada en las nociones de tratos que el señor Cien fuegos le estaba dando a elegir.

—pienselo bien, solo le estoy pidiendo hacernos socios y así favorecernos mutuamente a nosotros y a las dos empresas que se convertirían en una sola —dijo mientras me extendía unos papeles mas, yo los tome y empecé a leerlos detenidamente.

—entiendo su punto perfectamente —dije una vez más —lo que todavía no me a dicho con exactitud es que clase de alianza quiere proponer para crear lazos con mi empresa.

—bueno, un matrimonio tal vez —yo deje de leer y lo mire alzando una ceja.

—¿un matrimonio? —hable y luego solté una leve risita con arrogancia.

—pues si, se que la idea es bastante anticuada, pero si se pone a ver —dijo mientras se acomodaba en su asiento —es una forma mas discreta de unir las compañías, aumentar ganancias, popularidad Y de conservar algún heredero de las dos empresas, ¿no cree?

Lo mire impactada, al parecer este hablaba enserio.

—humm, tu idea suena algo descabellada, ¿no crees? —esta vez quien dio su opinión fue el hombre de cabello castaño a mi lado.

Aclare mi garganta y hable —bueno con todo respeto, dejeme decirle que comparto la opinión de su sobrino —intente aguantarme las ganas de reír —y no es por sonar arrogante, pero me a ido bastante bien estando soltera, así que no creo necesitar un marido.

—lo entiendo, perfectamente, pero no se a puesto a preguntar ¿como hará cuando a usted le toque jubilarse? Digo ¿quien heredaría todo? Estoy seguro que su padre habría pensado igual, ¿no cree? —hablo y yo negué con la cabeza.

—de eso yo me encargaré en un futuro, señor —hable ya aun mas fastidiada —ademas ¿con quien piensa usted que podría tener este matrimonio arreglado?

—pues con quien mas que el futuro dueño de mi compañia, Martín —este se sorprendió al escuchar su nombre y yo rodé los ojos.

—tío, temo decirte que la edad te a vuelto loco, porque no te falta un tornillo, sino la ferretería entera —dijo aun sorprendido, yo aguante una risita burlona por el comentario de este.

—primero que nada, hazme el favor de darme el respeto que me merezco —dijo con algo de molestia —y segundo, ya, solo era una pequeña bromita para hacerles y animar un poco el ambiente algo desanimado, no era para tanto.

—pues valla que me agarró desprevenida —hable otra vez.

—debo decir lo mismo, pensé que no eras una persona de humor —El joven de ojos grises sonrió discretamente a su familiar.

—no todo el tiempo, mi trabajo depende de seriedad y lo sabes —se defendió —deberias saberlo, después de todo.

—lo se perfectamente, no te preocupes —le respondió este.

Otra vez nos desviábamos del tema...

—¿caballeros? —hable llamando su atención nueva mente.

—ah, claro, perdonenos —se disculpo el mayor.

—veo que usted se toma muy enserio su deber —escuche a Martín decirme con un tono algo burlesco.

—por supuesto, usted también debería empezar a hacerlo, ¿no es así? —me defendí y lo mire desafiante, este levantó una ceja y sonrio arrogante.

—por supuesto que lo hago, sino, ¿porque mas habría venido aquí?

Mire la hora con alegría y luego hable.

—venga, me temo que ya se nos a acabado el tiempo, señores —dije mientras me levantaba de la silla, después estos imitaron mi acción —les aseguro que pensare en algo, pero esta discusión se dejara para otro momento.

Estreché mi mano con el señor Cien fuegos y luego me dio un leve beso en la mejilla, luego hice exactamente lo mismo con el Martín.

—espero volver a verla, señorita —me susurro cerca de mi oído, provocándome un pequeño escalofrío, luego se separo.

Lo mire casi inexpresiva y me separe un poco mas.

—bueno, que tengan un buen día —estos salieron primero de la habitación, dejándome pensativa.

Entiende, mi querido Play boy, ... La que manda aquí, soy yo, así que ni porque te me encueres y me hagas un bailecito al privado tendrás lo que quieres..

Luego de decir eso paso por escasos segundos la idea y solté una leve risita para luego tomar mis cosas y salir de ahí.