Capítulo#3 ¿Amigos?

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Cuando mi madre entra en casa, me aparto lo más rápido posible de Rafael. Mamá está demasiado borracha como para notar la tensión que hay en el ambiente. Llega toda despeinada y con el maquillaje corrido, anda con un vestido corto de color gris y con unos tacones altísimos negros, aunque mi madre tiene ya cierta edad, le encanta vestirse como una chica de 20 años, pero hay que aceptar que a pesar de la bebida mantiene un cuerpo estupendo, parece mucho más joven de lo que es, muchas personas piensan que es mi hermana mayor.
- ¿Qué hacen? ¿Están estudiando? Hola Manuel hacia tiempo que no venías por aquí. - dice mi madre y nosotros solo estamos paralizados, yo por la vergüenza y Rafael, puedo ver en sus lindos ojos negros que tiene bien abiertos, lo asombrado que está.

Manuel era mi mejor amigo de la infancia, pero hace más de un año que no sé nada de él. Nos peleamos la penúltima vez que intenté suicidarme. La primera vez que intenté hacerlo fue tomando pastillas cuando tenía 14 años, Manuel llegó a mi casa y llamó rápidamente a una ambulancia, cuando volví en mí le prometí que nunca más lo haría. Él intentaba siempre ayudarme con mi depresión y me acompañó más de una vez a terapia psicológica. Un día estaba en casa sola y mi madre llegó muy borracha con un hombre que la traía ya que ella no podía sostenerse en pie. Ese día se acabó de arruinar mi mundo por completo. El hombre acostó a mi madre en la cama y después se dirigió a mi habitación, y allí pasó algo sumamente asqueroso, me violó. Al día siguiente las imágenes de la noche anterior en mi cabeza me atormentaban, así que fui a la cocina y tomé un cuchillo para cortarme las venas. Cuando desperté en el hospital estaba Manuel a mi lado mirándome con ojos de dolor, de rabia, tristeza.
- ¿Me juraste que no lo volverías a hacer? - me reclama al ver que desperté.
- Yo... Tenía mis motivos.
- ¿Qué motivos? No puedo comprender que después de tantas terapias y tanto apoyo lo hayas vuelto hacer. ¿Por qué lo hiciste?
- Yo... No puedo. - las lágrimas comienzan a salir por mis ojos y no puedo controlarlas, no me atrevo a contarle lo que me pasó, me da asco, vergüenza, miedo.
Manuel sale de la habitación y me deja sola. Es la segunda vez que lo intento y mi madre no se entera de nada.

- Mamá, él no es Manuel. - le digo, pero es por gusto porque en ese momento se desmaya.
- Habrá que llevarla al hospital. - me dice Rafael muy preocupado.
- No es nada, le pasa mucho. Deberías irte.
- Naiara déjame ayudarte por favor.
- De verdad no hace falta, ya estoy acostumbrada a esto, pasa casi todos los días.
- ¿Vives nada más con tu madre?
- Sí... Con mi madre alcohólica, ya ves por eso trabajo. Tengo millones de problemas Rafael. No creas que tal vez por ser “linda”, como dices tú, mi vida es perfecta. No todos los lindos son perfectos como tú. - se me escapan esas palabras de mi boca sin pensarlo.
- También tengo problemas, más de lo que imaginas. No sabía que me considerabas perfecto.
- No quise decir eso. Ahora vete a la fiesta, tranquilo, yo puedo sola.
- ¿No tienes más familia?
- Sola nací, sola viviré y sola moriré.
Cuando eres pequeño te imaginas que la familia estará ahí en las buenas y en las malas, que te ayudará y te apoyará, pero por lo menos mi familia fue todo lo contrario, todos nos abandonaron y nadie estuvo cuando de verdad hacía falta, solo criticaron y juzgaron.
- Déjame ayudarte. Entiendo que no quieras nada conmigo, pero déjame ayudarte como amigo, empecemos de cero. - me dice.
¿Quién ha dicho que no quiera nada contigo? Es verdad no quiero nada, tengo muchos traumas, no lo conozco y además odio al amor, pero es que esos ojitos, esa boca carnosa tan tentadora,sus cabellos rizos que caen por su carita linda y sus músculos bien definidos, hacen que dude de mi decisión.
- ¿Empezar de cero? Esa frase está muy pasada de moda.
Él me mira y camina hacia mi madre, cuando llega a donde está, la carga en sus brazos y yo lo guío para que la ponga en su cama.
- ¿Gracias no?
- Yo no te lo pedí.
- Entonces ¿amigos?
- No quiero amigos y no necesito tu ayuda.
- Quieras o no te ayudaré a salir de ese agujero oscuro, ya verás.
Yo me quedo callada y el sale de mi casa.

No quiero tener amigos ni encariñarme con más nadie, en un final todos se van cuando más los necesitas, dejando un vacío en ti que nunca nadie llenará.

Mi madre está durmiendo como una bebé. Y yo necesito a alguien con quien desahogarme, que me entienda y sepa aconsejarme, creo que para eso servían las amigas, pero yo no tengo a nadie, así que me pongo a conversar con mi madre aunque esté dormida.
- ¿Por qué nunca seré feliz? ¿Acaso estoy haciendo algo mal? ¿Enamorarse es tan malo de verdad? ¿El amor duele? ¿Nunca voy a olvidar lo que me pasó, no lo superaré?
Mi madre me responde y no esperaba esa respuesta de alguien tan borracho:
- La felicidad son pequeños momentos, vívelos, disfrútalos y olvida lo demás. El tiempo sana las heridas, así que no tengas miedo de vivir por miedo a sufrir. Todo es temporal, nada dura para siempre, ni lo bueno ni lo malo, por eso valora ahora y ama ahora, antes de que sea demasiado tarde. Aunque no esté para ti nunca, créeme que te amo con todo mi corazón y que si me faltaras mi vida perdería su única razón. - puedo notar que está siendo sincera, además los borrachos dicen siempre la verdad.





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