Parte 4

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— Esta no es mi casa, es de una amiga — comentó preocupada Isabel.

— ¿Y ella dónde está? — ojalá no le haya pasado nada malo pensó nervioso Gohan.

— Salió con su novio

— Llamela y avísele lo que ocurre, para que no se asuste al llegar.

El celular de su amiga estaba apagado.

— Que raro, llamaré a su novio — demoró un poco en contactarlo — ¿Paul? Hola, necesito ubicar a Virna — escuchó — que ella se vino temprano porque se enojo contigo — colgó como zombi — no puede ser, ella debió haber llegado a casa antes que yo.

Piccolo que escuchó todo, le hizo una señal a Gohan, prendió las luces y entró.

— Debo ir a ver si mi amiga esta bien.

— El Sr. Piccolo fue a ver, sabe que hacer para no alterar la escena — la vio muy nerviosa, a'si que decidió darle ánimos — ella debe haberse entretenido en algo.

A los 10 minutos, al ver la cara que traía el namek, la expresión de Gohan se relajó.

— Se lo dije Srta. isabel, no hay nadie en casa.

— ¿Dónde está Virna? ¿Qué le hizo ese loco? — cayó de rodillas llorando.

— No hay rastros de nadie, forzaron la puerta del fondo para entrar — explicó el namek.

— ¿Y mi amiga?

En eso llegó Virna.

— ¿Qué pasó Isa?

— Te he estado llamando, pero tu celular estaba apagado.

— Ese hijo de perra de Paul estaba coqueteando con otra de nuevo, he estado caminando por la avenida, creo que terminaré con él, nunca cambiará ¿Quiénes son ellos, y que hacen aquí?

— Son detectives, alguien entró, creen que fue él que me cortó el brazo.

— ¡¡El asesino!! ¿Amiga estas bien?

— Sí, pero ahora me preocupas tú ¿Qué harás?

— No te preocupes, me iré con mis padres, cuando liberen mi casa vendré a buscar mis cosas, creo que es una señal. Los llamaré para que vengan a buscarme ahora.

Isabel, lo que quedaba de noche, se acomodó en el auto del Sr. Pirccolo a pensar.

"Mi amiga pudo morir, es la maldición de nuevo, mejor me hubiera matado."

Apenas amaneció el namek la llevó a la comisaría.

— No puedo creer que me busque de esta manera, no soy importante, solo soy una... ilegal más.

— Usted es la única que ha logrado escapar de él. Desde hace seis meses viola y asesina a una mujer al mes, siempre morena, latina, indocumentada.

— Mejor hubiera acabado de una vez conmigo, así no pondría a nadie más en peligro.

Fue tan incisiva la mirada del namek por el espejo retrovisor que Isabel pensó que le gritaría, pero al hablar su voz era calma.

— Gracias a usted hemos podido tener información que no habíamos podido conseguir en este tiempo, incluso se dejo ver. Ahora debemos buscar donde pueda quedarse mientras lo encontramos, seguramente la enviaran a una "casa de seguridad" — al ver la expresión extrañada de ella, explicó — solo es una habitación en un hotel discreto.

Cuando llegaron, el Capitán Hit estaba enterado de todo, tuvo una reunión con Piccolo y Gohan en su despacho, mientras la mujer dormía un poco en la oficina de los detectives.

— Dice el psicólogo que es un ególatra, que disfruta haciendo sufrir a sus víctimas, por eso las viola, tortura y mata, el que una haya podido escapar lo ha puesto furioso. El laboratorio todavía está analizando la casa, por ahora lo mejor sería llevar a la testigo a un hotel. Ustedes quedan a cargo.

— Si señor.

— Srta. Isabel — el joven la remeció suavemente.

— Disculpe — se alisó el vestido y tomó su cartera.

— La llevarán a un hotel por un tiempo.

— Gracias Detective Son ¿Vamos en su auto?

— Yo la llevare — indicó el namek —  Gohan, debes ir a casa.

— Es que yo preferiría... — empezó a decir la mujer en un susurro.

— ¿Qué? — preguntó Piccolo fulminándola con la mirada.

— Nada — no diré que prefiero al jovencito, este namek también tiene cara de asesino cuando se enoja.

— Pan debe estar esperándote para que la lleves al jardín infantil, apúrate muchacho.

— ¿Qué hora es? Tiene razón. Nos vemos.

Mientras caminaba atrás del namek, Isabel iba pensando en su vida.

"De nuevo quien me protege sufre, pero al menos Virna está viva, no como mamá, debo estar maldita como me contaban".

Cuando llegaron a la casa de seguridad, que en la práctica era un hotel en un barrio central, Piccolo dejó todo arreglado para que ella pudiera pedir comida y bebida y se retiró, pero la mujer prefirió ponerse su camisón y quedarse en cama, estaba muy deprimida.

Esa noche mientras dormía, de nuevo sintió esos ruidos en el piso, no puede ser pensó.

— Auxilio — trato de gritar, pero apenas y susurró las primeras letras.

El ser vestido de blanco se lanzó sobre ella y le tapó la boca, la mujer se soltó y golpeó con la espalda en la pared, allí el intruso trató de acorralarla, la mujer logró pasar por un costado del hombre, pero entonces sintió que algo se puso en su camino, cayó pesadamente al piso, de espaldas, el agresor se montó sobre ella y levantó el cuchillo, riendo suavemente, en ese momento lsabel dejó de luchar, y se entregó a su destino.

Por suerte la puerta de entrada de la habitación se abrió, era Piccolo, que la pateó para entrar.

— Suelta el cuchillo y aléjate de la mujer — gritó apuntándolo con su arma.

El asesino se levantó, miró al oficial riendo, dejó caer el cuchillo que quedó clavado en el piso, corrió hacia atrás, y se dejó caer de espaldas por la ventana rompiendo los vidrios, al ver la maniobra el namek disparó, cuando se asomó a la ventana, el callejón estaba desierto.

— ¿Está bien?

Ella no pudo responder, estaba desmayada, la tomó, la acomodó en la cama y la arropó, luego llamó a Gohan.

— ¿Qué pasa Sr. Piccolo?

— De nuevo un atentado contra la mujer.

— ¿Cómo está?

— Bien, por suerte me quedé en el cuarto de al lado, escuche como la atacaban, llegue a tiempo, lo vi, es de una raza que tiene cola. Estoy preocupado cómo pudo encontrarla... solo los de la comisaría sabemos que lugar usamos en estos casos.

— Ahora debemos proteger más a la mujer. Estoy de acuerdo con usted, debió ser una filtración de la comisaria, nos vemos mañana en la prefectura.

Isabel despertó en la cama, pensó que tuvo una pesadilla hasta que vio la ventana rota y al detective sin turbante sentado en un sillón a su lado con los ojos cerrados, instintivamente se cubrió con las frazadas.

— Se siente bien — preguntó el namek sin abrir los ojos, al sentirla moverse.

— Algo ¿Fue él, verdad?

— Sí, trato de matarla de nuevo, pero ahora usted no presentó tanta pelea como la otra vez.

— Quiero morir y así evitar que nadie más sufra — lloró suavemente.

— No ha pensado que, por querer acabar con usted, el criminal no ha asesinado a ninguna otra mujer.

— ¿Cómo?

— Que si sigue luchando otras mujeres se salvarán, él se obsesionó con usted, y mientras no la mate, no buscará otra víctima.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora