Con las bombas aún cayendo, Koffman comenzó a tocar el violín. Las cuerdas se tensaban, se rasgaban y un hilo agudo de música brotaba y rebotaba en cada pared, mientras fuera la nieve se teñia de rojo y el suelo se llenaba de cadáveres. Las ventanas del piso superior estallaban, las puertas del piso inferior se destrozaban en pequeñas virutas de madera que chocaban contra las apagadas lámparas de cada habitación.
Pero la música sonaba. Sonaba incluso por encima de los gritos de los soldados que entraban en masa al último edificio de La Resistencia. Decenas de pasos subiendo escalones y decenas de corazones acelerados luchando por conquistar cada estancia. Y mientras, la música sonando.
Hasta que se abrió la puerta de aquel comedor y quince fusiles apuntaron a Koffman. En ese momento, todo quedó en silencio, pues la última cuerda de aquel violín, excesivamente tensada, se partió. Koffman se quedó segundos tocando el silencio. La Nada. La Muerte de todo. Y lo único que rompió el silencio fue el primer disparo de un soldado sin nombre. Silencio de nuevo. Y otro estruendo. Silencio. Y quince estruendo simultáneos.
Se apoyó sobre el piano, sonò un Do y su cuerpo cayó redondo al suelo. Silencio de nuevo.
Aplausos en las calles.
Risas en la habitación.La melodía de la guerra.
La sinfonía de la muerte.
La vergüenza de la humanidad.
El relato de nuestro final.

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Melodia de Guerra
Historical FictionLa melodía de la guerra. La sinfonía de la muerte. La vergüenza de la humanidad. El relato de nuestro final.