Capítulo 9

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Nuevos comienzos

Emilio

Me encuentro caminando por los alrededores de la casa en Boston a la espera de la llamada proveniente de Italia, que porciento, tiene más de treinta minutos de retraso.

Siendo esa una de las razones por la cual no me gusta salir del país. Dejar el clan bajo las manos de otra persona no es de mi agrado al cien porciento. Ya que me toca confiar plenamente en la palabra de este mientras yo me encuentre afuera por unos días.

En éste caso, deje a Estéfano, hijo de un bueno amigo de la familia desde hace años. El padre de este siempre le fue leal al mío, y es su deber hacer lo mismo con mi persona.

Pero por más que este sea de confianza, no me permito estar tranquilo, son muchas cosas que se están manejando y aún así yo intento de trabajar a distancia, pero me es difícil tener todo bajo control cuando tengo que estar revisando cientos de expedientes de los posibles nuevos inversores para el clan.

El inicio de una nueva temporada es una de las fechas que mas odio. Tener que estar presente en diferentes reuniones agota, no solo física, si no también mentalmente, el tener que aprenderse y leer los datos de diferentes personas no es una tarea para nada fácil.

Y esa, es una situación que estoy viviendo ahora, pero no tengo cabeza para pensar en otra cosa que no sea Italia. Necesito hablar con Estéfano para que me dé su reporte. No puedo permitir que se cometan errores estando bajo el mando. Tengo a Emiliano Velardi respirándome en la nuca para saber si cometo algún error.

No le puedo dar tal oportunidad.

Necesito callarle la boca y demostrarle que puede confiar en mí. Que a diferencia de mi hermano yo no voy a cagarla cada vez que se me de la gana. No, ya soy un hombre adulto que puede hacerse cargo de sus propios problemas.

Camino de un lado al otro a la espera de la importante llamada, percatándome de la oscura noche que nos acompaña en la ciudad. El sonido de los grillos y el viento frío es lo que me hace relajarme cuando reposo ambas manos en el barandal del porche.

Los minutos pasan y aún no  recibo ninguna llamada. La molestia empieza a ser notoria cuando me jode su impuntualidad. No es la primera vez que me sale con algo así, pero dando la orden que le envié las circunstancias son más necesitadas.

Comienzo a desatarme la corbata de mi cuello para calmarme un poco y poder respirar mejor. Pero al final, lo único que hago es amarrar la tela gris alrededor de mi mano. Haciendo presión en todo momento al convertirla en puños.

—¿Dónde estará este hijo de puta?—murmuro observando la pantalla apagada del teléfono.

Si me sale con que pasó algo malo, más le vale correr lo más rápido que pueda. Porque si me lo llego a cruzar, lo voy a descuartizar en miles de pedacitos, para luego darle sus restos a los perros de mi padre.

Intento calmarme, tomando una respiración profunda y contar hasta diez. Pero todo intento es interrumpido cuando el celular comienza a vibrar y es la persona que tengo rato esperando. Tomando entonces el portátil, desbloqueando la llamada y posándolo cerca de mi oreja.

—¡¿Se puede saber por qué carajos tienes cuarenta minutos de retraso?!—me quejo—,¡Te dije que llamaras a las ocho!,¡Ya van a ser las nueve!

La línea simplemente se queda callada por unos segundos, encambronándome más al momento de estar apunto de perder la poca paciencia que me queda. Que ahora es escasa.

—Estafano, habla.

—S-señor Emilio, lo que usted ordenó ya está listo—responde y eso me calma—,ambas están en los calabozos subterráneos de la propiedad Velardi.

Evil Force [En Actualización]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora