Uno

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<<Me está viendo>>
   Charlie se agachó en cuatro patas. Estaba detrás de una hilera de videojuegos , encajonada en el hueco entre las consolas y la pared , sobre el amasijo de cables y enchufes inservibles que tenia bajo los pies. Se sentía acorralada;
la única salida era pasar junto a esa cosa , y no era lo bastante rápida para lograrlo. La veía acechar de un lado a otro buscando algo que se moviera entre las máquinas.
Apenas tenía sitio para desplazarse, pero trató de gatear hacia atrás. Un pie se le enganchó en un cable, así que se detuvo y se retorció para soltarse.
    Oyó el ruido de metal contra metal , y la máquina más lejana cayó hacia la pared. La cosa la golpeó de nuevo y rompió la pantalla , para después atacar la siguiente; chocaba contra ellas casi rítmicamente y se abría paso hasia Charlie, cada vez más cerca.
      <<¡Tengo que salir de aquí!>> Aquel pensamiento desesperado no ayudaba; no tenía escapatoria. Le dolía el brazo y tenía ganas de llorar. La sangre empapaba el vendaje hecho jirones y tenía la sensación  de que estaba vaciándose.
    La máquina que tenía a escasos dos metros de ella chocó contra la pared y Charlie se estremeció. Se estaba acercandooía más fuerte que nunca los engranajes y los clics del mecanismo. Con los ojos cerrados seguía viendo como la miraba, su pelo apelmazado y el metal expuesto bajo la piel artificial.
         De pronto, la cosa tiró de la máquina que tenía delante, que se desplomó como si fuera un juguete. Los cables que tenia bajo las manos y las rodillas desaparecieron de un tirón. Charlie casi se cayó de bruces. Recuperó el equilibrio y miró hacia arriba justo a tiempo para ver un gancho que se cernía sobre ella...

Bienvenido a Hurricane, UTaH

Charlie dedicó una sonrisa irónica al cartel y siguió conduciendo. El mundo parecía el mismo a un lado y a otro  del letrero , pero sintió un nerviosismo anticipado al pasar junto a él. No reconocía nada, aunque tampoco lo esperaba, sobre todo estando en las afueras, donde todo era autopistas y espacios vacíos.
         Se preguntó que aspecto tendrían los demás, cómo serían ahora. Hace diez años eran sus mejores amigos, pero entonces pasó aquello y todo acabó, al menos para Charlie. No había visto a ninguno de ellos desde que tenía siete  años. De niños habían intercambiado cartas sin cesar, especialmente con Marla, que escribía tal como hablaba: de forma rápida e inconexa. Pero a medida que crecieron se habían ido distanciando, las cartas habían ido espaciándose en el tiempo y las conversaciones que habían precedido a aquel viaje habían sido superficiales y llenas de pausas incómodas. Charlie repetía sus nombres como para asegurarse de que aún los recordaba: <<Marla. Jessica. Lamar. Carlton. John. Y Michael...>>. En realidad, Michael era el motivo del viaje. Habían pasado diez años desde su muerte, diez años desde que sucedió aquello, y ahora sus padres querían reunirlos a todos para la ceremonia de aniversario. Querían que todos sus viejos amigos estuvieran presentes cuando anunciaran la beca que habían creado a su nombre. Charlie sabía que era lo correcto, pero aún así le parecía algo macabro. Sintió un escalofrío y bajó el aire acondicionado, a pesar de que sabía que no era por el frío.
         A medida que se cercaba a el centro de la ciudad , comenzó a reconocer cosas: varias tiendas y el cine, que ahora anunciaba el éxito taquillero del verano. Se sorprendió momentáneamente, y después sonrió. <<¿Que esperabas, que todo siguiera como antes?  ¿Un monumento a tu marcha, congelado para siempre en julio de 1985?>> Lo cierto es que eso era exactamente lo que esperaba. Miró el reloj, aún faltaban varias horas para la cita. Pensó en ir a ver la película, pero sabía lo que quería hacer en realidad.
Giró hacia la izquierda en dirección a la salida de la ciudad.
        Diez minutos después paró y salió del coche.
        La casa se alzaba amenazadora sobre ella con su silueta oscura hendida en el radiante cielo azul. Respiró profundamente para serenarse. Sabía que estaría allí. Un vistazo furtivo a los extractos bancarios de su tía algunos años atrás le había revelado que la hipoteca estaba pagada y que la tía Jen seguía pagando los impuestos. Sólo habían pasado diez años, no había ninguna razón para que eso hubiera cambiado.Charlie subió los peldaños despacio, contemplando la pintura descarapelada. El tercer escalón tenía una tabla suelta y los rosales se habían adueñado de una parte del vestíbulo, donde las espinas daban furiosas dentelladas a la madera. La puerta estaba cerrada con llave, pero Charlie conservaba la suya. Lo cierto es que nunca la había usado. Mientras se la quitaba del cuello y la deslizaba en la estructura, recordó a su padre colgándole la cadena.
<<Por si la necesitas.>> Bueno, había llegado el momento.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2022 ⏰

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