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──── ∗ ⋅Epílogo⋅ ∗ ────

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──── ∗ ⋅Epílogo⋅ ∗ ────

Había una luz tenue en la habitación, las paredes rojas y cafés estaban igual que hace 5 años atrás. Los primeros artefactos seguían ahí, y los nuevos se estaban acoplando.

Latigazos se escuchaban, pero no les importaba, la habitación había sido insonorizada.

— ¿Quieres más, o dirás la palabra de seguridad? — Preguntó con obviedad la señorita.

— Más, por favor. —

Él estaba amarrado en una cruz, con manos y piernas totalmente abiertos, indefenso. Le estaba dando la espalda a ella.

— ¿Quieres algo más? —

— Por favor, ama, sáqueme el anillo. — Lo decía por el anillo de goma que llevaba en su miembro. El cual le dificultaba el orgasmo.

— Lo lamentó, pero eso no sucederá. — Ella desató a Kirishima de los brazos y las piernas. Les dio un masaje a cada extremidad, para volverlo a amarrar.

Esta vez, él quedó frente a ella. Ella comenzó a bajar por su pecho con besos y lamidas. Hasta llegar a la zona más requerida. Comenzó a dar mínimas lamidas, rozaba su lengua al igual que los dientes, dándole un gran desespero al hombre.

— Por favor, ama. — Rogaba.

— No, no, aún no es el momento. —

Ella tomó un vibrador, el que se aferraba con vivacidad al miembro, dándole gran placer. Pero aún no quitaba el anillo.

Lo coloco en su lugar correspondiente y acercó sus labios a los de él. Los juntó en un profundo beso. Aquella cavidad que ya hace bastantes años conocía a la perfección, dio un pequeño mordisco a el labio inferior de él y finalizándolo con un corto beso.

Ella comenzó a caminar con seguridad hacia la silla que se encontraba enfrente de la cruz, donde estaba Eijiro. Dicha se sentó y acomodó sus piernas abierta sobre unas barras de metal, dejando a relucir por completo toda su intimidad.

Comenzó a tocarse y darse placer, los gemidos y suspiros no se tardaron en aparecer. La mirada fija de Kirishima se notaba a kilómetros, su miembro reaccionaba a las acciones de su esposa.

Su mano derecha tocaba con frenesí su vulva, mientras la izquierda se pellizcaba el pezón. El miembro de Eijiro palpitaba, la vista que le otorgaba su amante era realmente excitante. Solo pensaba en hundirse en su cavidad, pero él se mantenía amarrado.

Mommy? Sorry... || Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora