Los domingos por la noche dueles un poco más.

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Acá me encuentro. Para ser exacta hoy es 31 de enero del 2022. Son las 3:33 hs. de la madrugada y  es obvio lo que mis dedos tipearan a continuación: no consigo olvidarte.

Hoy volví a verte.

Las calles de este pequeño lugar nos han vuelto a cruzar. Nuestras miradas no quedaron ajenas a ese encuentro. 

La tuya fue helada. Tanto que pude sentir como el frio seco y desgarrador ingresaba por mis ojos y llegaba lentamente hasta mi corazón para luego sumergirse, sin más consuelo, en lo profundo de mi alma.

Así lo sentí, así es para mí verte.

Mi mirada, por su parte, fue de entrega absoluta. Se quedó sostenida en el horizonte. Intentando comunicar sin consuelo que aún te amo y que estar sin vos me cuesta lágrimas y días.

Me di por vencida. Sé que es imposible que un ser tan frío y distante como vos logre comprender este lenguaje.

Ahí quedamos. Presos de aquello que sentimos pero que por cuestiones del destino no podemos expresar. 

Así continuaste. Quizá haciéndote el desentendido, quizá demostrándome que ya no te importo. La cuestión es que nuestras miradas se perdieron en el avance de tu auto y ahí me quedé, una vez mas, con el corazón a medias.

Más tarde, volví a pensarte. Como siempre. Resulta desesperante no encontrarte por las noches junto a mí. Que decepcionante es saber que no me elegís.

En el intento de olvidarte me encontré con otra alma. Vacía y sencilla.

 Para ser franca debo confesar que estoy segura que este ser poco tendrá para ofrecerme espiritualmente. Pese a eso, el sexo fue increíble. Uno de los mejores que viví en toda mi vida. Y sin embargo soy consciente que dejaría todo eso si me decís que querés volver a verme. 

Así de mal estoy. Sabiendo que con vos el sexo nunca fue disfrute, más bien, servicio.

Escribir esto mirando las estrellas desde el jardín del hogar de mi niña interior hace darme cuenta que quizá esta sea mi única salida.

Todavía no logro entender como un ser tan poco sentimental como vos puede importarme. No puedo entender como a pesar de todo el dolor y el sufrimiento que causaste me sigue doliendo verte ahí, con ella. Creyendo que la vida es injusta con vos. Pensando que no te mereces eso. Cuando en realidad quien no se lo merece es la idealización tuya que vive en mi.

Que tonta soy. Seguir estúpidamente enamorada de alguien que prácticamente dejó de existir. Es que ya no sé como sos. No sé cuál es tu comida favorita, ni tu color. No sé si te gusta el mate amargo o preferís el dulce. Ni si dormís sin ropa. Ni a qué hueles. Ni a qué sabes.

Hoy al verte tan lejano, toda esa proyección que un día te confesé luego de una noche de muchos tragos, se ha desarmado en mis manos, frente a mis ojos.

La idea de nuestra familia, de amarnos por fin, después de tanto dolor, se torna lejana e imposible.

Porque puedo perdonar todo pero lo único que no puedo cambiar es que vos no me ames, que no me elijas y que no quieras lo mismo que yo.

Y contra eso nada puedo hacer.

Acá sigo. Intento de a poco dejarte ir, sanarte, liberarte. Intento que salgas de acá.

Pero también debo reconocer que es tan gigante la ilusión de que vuelvas que olvidarte me asusta. Porque muy dentro mío, en lo profundo de mi obsesión, siento que voy a volverte a ver.

Los domingos por la noche dueles un poco más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora