19. Cielo

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—¿Ya has tenido un trabajo antes? Porque eres muy joven— Me preguntan

—Si, trabajaba en una tienda—Tal vez tenía que mostrar un poco de seguridad.

—Veo que la mayoría de tus fotografías son del cielo— Me dice mientras le echa un vistazo a la carpeta que tenía.

Luego vuelve hacerme otra pregunta pero más compleja de responder.

—¿Por qué te gusta tomarle fotos al cielo?—

Esa pregunta me la he hecho muchas veces.

A mi a veces me provocaba estar en una nube y escapar de esta puta sociedad.

Si lo sé, un poco surrealista.

Pero no me gusta vivir en un lugar donde solo hay gente hipócrita que tratan de fingir una cara para agradarles a otras.

—Yo cuando estoy acostado en el patio viendo las estrellas, trato de siempre tener el recuerdo hermoso del cielo en mi mente y tomarle una foto con los ojos.— Tomé un respiro

—Porque sé que es la única imagen que no se puede perder. Y trato que los demás vean lo que yo puedo ver—
Si no los convencí con lo que dije nada lo hará

Me quedo pensando un rato esperando su respuesta.

-Entonces si es así, tiene un puesto en este lugar- Me da la mano y dejándome con una gran alivio.

—Muchas gracias— Me despido con una sonrisa enorme.

Ahora podré ayudar a mi papá.

Luego de eso llamé a Jules para contarle la maravillosa noticia.

—¡Jules conseguí el empleo!—

—¡Me alegro mucho Mart! En la noche si quieres vamos a un lugar para celebrar—

Solo quería relajarme un poco y estar con mi chica.

—Esta bien, a las siete te busco para celebrar— Termino la llamada.

Me regresé a la casa para comentarle la noticia a mi papá.

El cual estaba casi dormido.

Pero se alegró mucho al escuchar que ya tenía un trabajo donde me iban a pagar mejor.

Decidí almorzar un poco, me quité esa espantosa ropa y me coloqué algo más a mi estilo. Como siempre un suéter negro, un pantalón ancho y unas converse.

Al mediodía me dirigí al muelle, me fui en bus porque estaba un poco cansado de caminar.

Ese es mi lugar favorito para tomar fotografías.

Me encantaba ver las olas chocar entre sí. Tomarle fotos a las gaviotas que pasaban.

Y sobre todo capturar el hermoso cielo de un atardecer, sus colores pasando de un azúl a un naranja muy llamativo.

Tomaba de diez fotos por día pero tenía que tener muchas más para el trabajo.

Me quedaba horas sentado apreciando lo único bueno de este mundo. Se volvía un pasatiempo muy satisfactorio.

Hasta que cada vez se perdía ese hermoso color y llegaba la noche.

Y la luna empezaba a iluminarme.

Empecé a despedirme con una última fotografía

Me dirigí al restaurante que me dijo Jules.

—Perdón por la tardanza estaba ocupado con algo— Le digo mientras me siento.

—Quiero brindar por ti, por tu esfuerzo y trabajo— Alzaba la copa

—Prefiero brindar por todo lo bueno que está en este mundo—

Y me refería al cielo.

La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora