Me maltrata

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Un pequeño cosquilleo en la entrepierna que agudiza mis sentidos, no es cualquier cosa que una chica pueda lograr en alguien como yo.

No solo soy un chico que se siente observado por los demás, soy un chico que piensa que los demás lo detestan. Aunque ella es la única que dice que me detesta y eso me gusta.

Me gusta como me ignora por los pasillos del colegio, su mirada fija antes de criticar, logra tocar mi piel.

Recuerdo cuando la conocí, ni me presente y ella comentó lo feo que es mi peinado, mis zapatos rotos y mis ojos hinchados.

No es la primera persona que quiere lastimarme, es la primera y la única que me odia,  me lastima pero hace que me excite cada vez más.

Sigo esperando un solo beso de sus perfectos labios después de que me insulte.

No le encuentro propósito a sus comentarios dejando de lado el herir, solo que no quiero que se detenga.

Depende de cómo se siente cuando la observo, mi cuerpo cambia como si tuviese control en mi, en mi sentir y en mi tentación.

Una vez un maestro escuchó un comentario de ella ofendiéndome, por lo que decidió ponernos a trabajar juntos.

Es mi primer día trabajando con ella, no me ha mirado a los ojos , es una sensación tan divina estar junto a ella que una erección es lo más normal para mi.

Noto lo que pasaba, me dijo en pocas palabras lo desagradable que soy mientras notaba un fuego en ella que me consume.

Al dormir solo pienso lo perfecta que es, el arte que maneja cuando escribe y cuando habla, plasma su voz en un lienzo, que ilustra un orgasmo.

Pasan varios recorridos del sol encima de mi y ella me habla con menos intenciones de ofender y más con ganas de favores.

Cuando le paso la tarea o limpio su silla, un nudo en mi estomago me hace retorcerme de amor.

En verano me miró a los ojos y se despidió, me dio su número en una servilleta después de que le insistiera tanto por ser el último día de clases.

Ella me invitó a su casa de la nada, como un canto al cielo sin contexto alguno, que llega a mi en forma de carta.

Sentir como me empuja, baja el cierre de mi pantalón y besa mis labios es menos emocionante de lo que pensaba.

Su lengua en todo mi cuerpo siento que me ensucia a pesar de los orgasmos que me produce.

Su boca en mi cuello, conectados física y espiritualmente, como dos piezas de un rompecabezas que armas con destreza.

El sudor de su piel rozando mi vello, hace que me empiece a gustar, mientras nos deslizamos suavemente.

Ella me domina, ella me controla, me dice que hacer mientras me muerde y araña mientras gozo el sentir por fin lo que quería.

Una pequeña pizca de dolor endulza mi paladar, con un sabor de boca que no puedo olvidar.

Su orgasmo retumba el lugar, al terminar me pide descansar, pero no puedo parar.

Siento como mi pierna tiembla cuando estoy por terminar.

Control sexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora